viernes, 28 de octubre de 2016

Santa experiencia

Un aficionado, en Monterrey, subió al ring con la tapa del Enmascarado de Plata y le pidió matrimonio a su novia









Estimados amigos de El Gráfico: la lucha libre es un deporte-espectáculo que entretiene a niños y adultos, mexicanos o extranjeros, cualquier posición social. 
Todos los asistentes  a un recinto en donde se presenta una velada luchística  disfrutan al máximo todo lo que acontece ahí dentro, no importa que vayan solos, en compañía de su familia o de sus amigos; ahí van a gritar, a aplaudir, a reír y a divertirse. 
¡Si observamos al público al salir de una Arena veremos que siempre llevan una sonrisa en los labios! Literalmente, es una catarsis. 
 La lucha libre es un mundo donde se pueden lograr sueños y en mis 34 años de carrera he visto miles de cosas, más las que me contaba mi padre, por lo que no terminaría nunca de escribirlas. 
El pasado domingo luché acompañado de mi hijo en la arena José Sulaimán, en la ciudad de Monterrey, y sucedió algo que jamás había visto.
Antes de la función mi hijo y yo  convivimos con los aficionados al firmar autógrafos y tomarnos fotografías,  cuando de pronto  el promotor se acercó a mí y me comentó que había una persona interesada en comprar una máscara mía profesional. Ya me la habían pedido desde unos días antes por teléfono. 
Ya iniciada la función fue  a buscarme la persona que la compraría;  salí del vestidor y era un joven. Cuando se la entregué estaba muy emocionado, entonces me pidió que se la firmara y que me tomara fotos con él. Hasta ahí todo iba normal, pero lo singular de este asunto fue cuando este muchacho me pidió subir al ring portando mi máscara. 
Le pregunté, con mucha curiosidad,  cuál era el motivo, ya saben que soy muy especial con todo lo que se refiere a El Santo y no me gusta que vacilen con ella o por lo menos yo no lo permito. 
Al principio me negué. Le argumenté que era un riesgo, ya que podía recibir un aventón o golpe por parte de los rudos,  pero él insistió.
Me dijo que era un fiel aficionado a la lucha libre y admirador de mi padre, El Santo, y mío desde que él era un niño. Me explicó que lo que quería era cumplir uno de sus sueños y que además era algo muy importante en su vida. 
Finalmente accedí y,  con la autorización del promotor,  subimos acompañados por este joven al ring. Ya estando arriba este aficionado nos dijo al oído a mi hijo y a mí algo que nos sorprendió gratamente y pensé que no había nada de malo en facilitarle el micrófono. 
Con la máscara puesta,  el joven tomó el micrófono y ante la sorpresa de rudos y técnicos,  además de los aficionados, le pidió a su novia que subiera al cuadrilátero.  Silver King y su júnior empezaron a reclamar al réferi,  pero les pedí calma. 
Cuando ella estaba ahí, el joven aficionado se hincó ante sus pies, se despojó de la máscara y le pidió que aceptara casarse con él, entregándole un hermoso anillo de brillantes que colocó en el dedo anular de su prometida y entonces ella aceptó y lo abrazo envuelta en llanto. 
La reacción del público no se hizo esperar y todos aplaudimos al ser  testigos de este trascendente acto en sus vidas. Los rudos también los felicitaron y  mostraron sus buenos sentimientos ante un hecho tan especial y original. 
Después,  los futuros esposos se bajaron  de un salto del ring,  ya que Silver King reaccionó,  quiso ocultar la debilidad de su corazón y comenzó a gritarnos y a dar empellones a todos.
¡Ésta es una buena idea si alguno de ustedes quiere sorprender a su novia! Hoy agradezco a estos jóvenes la oportunidad que nos dieron de vivir esta experiencia. 
Sé diferente, para que la gente te pueda ver con claridad entre la multitud.
Nos leemos la próxima semana, para que hablemos sin máscaras. 
El Hijo del Santo

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