sábado, 31 de marzo de 2018

La sombra de una máscara, su guardaespaldas Gabriel López Anguiano se encargó de proteger al esmascarado por 14 años

Foto: Especial
Foto: Especial
CIUDAD DE MÉXICO.




Sucedió en 2006. Bajarse del Metro Taxqueña, tomar el camión que llega hasta el Panteón San Lorenzo Tezonco. Un codazo del pasajero de al lado me despierta. Las primeras imágenes que aparecen ante mis ojos son criptas, cruces y el invisible silencio. Imagino que saldrán de un momento a otro murciélagos jalados por alambres, hombres lobo de peluche y mujeres vampiro de bellos rostros. No, no a esta hora.
1970Gabriel López Anguiano conoció al Enmascarado de Plata cuando tenía 23 años. Fue su guardaespaldas
Frente al panteón, en el número 5509 de la avenida Tláhuac, vivió El Santo hasta los años 80. Tres calles adentro espera un hombre de 59 años, de casi 1.80 metros de estatura, 95 kilos de peso, cabello encanecido, gafas que disimulan su poca visión y un bastón en su mano derecha. Es Gabriel López Anguiano.
En una de sus habitaciones tiene máscaras plateadas en las paredes, fotos, libros, pósters, diplomas, periódicos. Botas de lucha libre, capuchas multicolores. Y fotos de luchadores sin máscara: El Santo, El Hijo del Santo...
El encapuchado y José G. Cruz habían tenido problemas por las regalías de aquella revista de El Enmascarado de Plata. El guionista amenazó al héroe: “Ni le busques, porque te voy a matar”.
¡No mames!”, contestó Gabriel cuando un amigo –Héctor- le pidió que fuera guardaespaldas de su padre amenazado. “Sólo que mi papá es El Santo”.
Adscrito a la policía, Gabriel López acababa de tomar un curso por medio año en California. Artes marciales y uso de armas sofisticadas. “Pero si el Santo no necesitaba ayuda para romperles el hociquito a momias, secuestradores y doctores cerebro”.
Incrédulo, Gabriel aceptó aquel trabajo pactado sólo por un par de meses. Y fue el inicio de una mancuerna que duró 14 largos años, hasta la muerte del exterminador de las mujeres vampiro. Conocer su rostro, sus secretos, canciones y enemigos. Salir de aquella casona como chofer del licenciado Rodolfo Guzmán y, unas calles después, mirar por el retrovisor y encontrarse al enmascarado. Y viceversa. Salir de las arenas con El Santo en el asiento trasero y llegar a casa con un señor de gorra café a cuadros y un rostro tranquilo.
14años trabajó Gabriel López con Santo
Muestra una máscara de batalla que adorna la pared. De las últimas que utilizó el luchador en el cuadrilátero. Pocos se la han medido. “Póntela”, me indica al momento de descolgarla. Es mucha la tentación. Se consuma el sacrilegio. “¿Qué sientes?”. De pronto sube la adrenalina. Crece el valor. Le dan ganas a uno de salir corriendo de aquel sitio, aniquilar a aquellos lobos escondidos en las estaciones del Metro. Patearles el trasero a los corruptos disfrazados de vampiros.
2006La entrevista entre Gabriel López y Excélsior se realizó cuando el exguardaespaldas tenía 59 años. Un par de años después, moriría víctima de la diabetes
Gabriel me pide que me la quite antes de que me haga daño. “Cinco minutos, Gaby, cinco minutos”. Me la quita a regañadientes. Después imagino horrorizado lo que pasaría si aquella máscara y sus poderes caen en manos presidenciables o de diputados.
Las horas pasan como agua en aquel rincón secreto. Escuchar la voz del héroe desaparecido, ser entrevistado por el también olvidado Paco Malgesto. Recordar su gusto por aquella vieja canción, en la voz de Javier Solís: “En mii viiejo Saan Juuan/cuántooos sueeeños forjeé/Een miss noocheeess de infancia...”
La edad fue minando a Gabriel López, la ceguera parcial. La batalla contra la diabetes que lo venció en la tercera caída.
De todos modos, nadie me creerá que El Santo tuvo guardaespaldas.
Cortesìa: http://www.excelsior.com.mx/ y  JC Vargas

viernes, 30 de marzo de 2018

Hoy es Viernes Santo







De ninguna manera me refiero a los memes, sino a la forma en que yo viví de niño este día tan importante para los católicos





¡No! No me refiero a los cientos de memes que recibo en redes sociales año tras año en estos días santos. Me refiero al día de hoy, a este importante día que es "Viernes Santo"
Cuando era niño, recuerdo con agrado que siempre pasábamos Semana Santa en nuestra casa de Tulyehualco. Nos reuníamos toda la familia y algunos invitados para disfrutar de la tranquilidad de nuestro hogar, en donde nadábamos, tomábamos sol, jugábamos frontón y también  ping pong.
Mi hermosa mamá preparaba bacalao, romeritos, arroz blanco, ceviche de pescado y coctel de camarones, entre otros platillos preferidos de mi padre. Él se encargaba de preparar unas suculentas charolas repletas de jícama, pepinos, naranjas y zanahorias bañadas en limón, sal y chile piquín. 
Era una fiesta de cuatro días consecutivos, pero sin duda el día más esperado por mí era el Viernes Santo o Viernes de Crucifixión. La razón era porque aproximadamente a las 2 de la tarde pasaban frente a mi casa los primeros soldados ataviados con cascos romanos, capas y armados con espadas y lanzas, algunos montados en enormes caballos, que con sus patas levantaban enormes nubes de polvo. 
Detrás de ellos, una multitud de mujeres, hombres y niños caminaban lentamente llevando en sus manos hojas de palmas. Pero lo más impactante para mí era ver la llegada de Jesús de Nazaret, que caminaba descalzo llevando sobre su hombro una enorme Cruz de madera, que arrastraba hasta llegar a una pequeña colina en donde era crucificado.
Mi mamá siempre me explicaba el significado y la importancia de estas fechas en que se recuerda la pasión y muerte de Cristo. Mi padre también lo disfrutaba a la distancia y nos decía con mucha seguridad:
“¡Créanme que aproximadamente a las 3 de la tarde, cuando la cruz esté levantada y el hombre que interpreta el papel de Jesús mire al cielo, se nublará el cielo  y empezará  un fuerte ventarrón, acompañado por una intensa lluvia!”.
¿Y saben que?  Sí sucedía. Así que prepárense porque hoy, poco después de las tres de la tarde, se sentirá esa ráfaga de viento, como sucede cada año. 
Estimados lectores de El Gráfico, les mandó un fuerte abrazo y espero que estén disfrutando estos días Santos y regresen con bien a sus hogares.
Nos leemos la próxima semana, para que hablemos sin máscaras.
El Hijo del Santo

El Santo, héroe de nuestra cultura y símbolo justiciero Se parecía más a Batman: un paladín enmascarado sin poderes sobrenaturales: Antonio Espinoza, historiador

Fotos: Archivo Excélsior y cortesía Museo del Santo
Fotos: Archivo Excélsior y cortesía Museo del Santo
CIUDAD DE MÉXICO.





Antes que realidad El Santo siempre fue una imagen. “Un héroe popular y un símbolo justiciero”, escribe el historiador Antonio Espinoza. “Se parecía más a Batman: un paladín enmascarado sin poderes sobrenaturales, pero con la convicción plena de que la justicia debe triunfar y que el bien siempre derrotará al mal”, acota Espinoza en su texto de sala para celebrar al popular luchador: Santo, el héroe enmascarado. A cien años de su nacimiento, exposición de pintura que se puede visitar hasta fin de este mes en el Museo de El Santo, en Tulancingo.
9seudónimos aproximadamente, utilizó antes de El Santo. El Hombre Rojo y El Murciélago II, entre otros
En 1942, el luchador Rodolfo Guzmán Huerta, sin saberlo, dio con la tecla. Desde su debut, en 1936, usó varios seudónimos, pero “cuando yo me inicié en la lucha había un luchador llamado El Malo. Para llevarle la contra me puse El Santo”, le cuenta a Carlos Henze en una entrevista que obra en los archivos del Servicio de Información de Excélsior.
Desde entonces, El Enmascarado de Plata se convertiría en un fenómeno social gracias a que sus hazañas arriba del ring fueron trasladadas a la historieta y a más de media centena de películas que “si no son de arte, sí tienen mucho entretenimiento”, le refiere el luchador a Henze, acaso consciente de la oposición que su popularidad generaba en otros ámbitos. “El Santo expone su teoría con más músculos torácicos que elocuencia”, apuntó Rosario Castellanos, poeta y editorialista de Excélsior.
La lucha libre televisada contribuyó a elevar su leyenda y pequeños muñecos de plástico con su figura, y la de sus enemigos, se convirtieron en favoritos de los niños, que cuando asistían a las arenas, junto con los grandes, hacían todo lo posible por tocar o ver de cerca a su ídolo.
Siempre salía de las arenas de lucha escoltado por la policía”, le cuenta  El Pelón Suárez, amigo de El Santo, a Javier García, reportero de El Periódico de la Vida Nacional para un perfil publicado en febrero de 1984. Alta paradoja, sin la máscara nadie advertía su presencia, nadie lo molestaba. Con El Santo, hombre con la cara oculta, sin nombre ni apellido, el tránsito sufría algún trastorno.
Como dice Carlos Monsiváis en Los rituales del caos (Era, 1995), “El Santo: una fábula realista de nuestra cultura urbana; una vida profesional cuya primera razón de ser fue la carencia de rostro; una fama sin rasgos faciales a los cuales adherirse”.
cortesìa: http://www.excelsior.com.mx/ y Fernando Islas

jueves, 29 de marzo de 2018

SOCIEDAD El significado de El Santo en nuestra cultura Hace un siglo nació uno de los más grandes ídolos mexicanos

POR JAVIER PÉREZ PARA LA REVISTA CAMBIO, DE CAPITALMEDIA






¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Ni en una iglesia se gritaba con tanto fervor como en las arenas donde peleaba El Santo, luchador que ahora que se conmemora el centenario de su nacimiento continúa presente en el imaginario colectivo del mexicano, y como referente de laidiosincrasia nacional en el extranjero.

Lograrlo no fue fácil. Además de que durante casi medio siglo se mantuvo aplicando la-de-a-caballo, desenmascarando rivales, lanzando topes y patadas voladoras arriba de los rings (debutó el 26 de julio de 1942 y se retiró el 12 de septiembre de 1982, aunque luchó bajo otras “identidades” desde 1934), El Santo, como ningún otro superhéroe, saltó con bastante éxito del cuadrilátero a la ficción. Primero en una historieta muy popular publicada por José G. Cruz entre 1951 y 1980, Santo. El Enmascarado de Plata (que contaba con la colaboración del propio luchador, pues fue precursora del fotomontaje), y después en poco más de una cincuentena de filmes hechos entre 1958 y 1980.

Así, sus rivales ya no estaban sólo en el ring: peleaba con marcianos, lobas, vampiras, estranguladores, zombis, extraterrestres, profanadores de tumbas; científicos locos y sus asistentes contrahechos; monstruos terroríficos de cartón, Drácula y murciélagos con hilos, sectas y hasta brujas. El Santo ha sido prácticamente el único héroe de carne y hueso en el mundo. Llenaba arenas y también salas de cine. Las historietas que protagonizaba se vendían por millares en ediciones semanales. Reunía multitudes dondequiera, incluso en el extranjero. Mantuvo resguardada su identidad, que finalmente descubrió en un programa televisivo en cadena nacional pocos días antes de su muerte, ocurrida el 5 de febrero de 1984, con tal celo que acrecentó el mito del superhéroe con el que se le asociaba. Las máscaras, nos enseñó Octavio Paz, satisfacen la propensión mexicana al disimulo y el ocultamiento generando un juego de espejos.

El Hijo del Santo, uno de los diez hijos que Rodolfo Guzmán Huerta, nombre real del luchador, procreó con María de los Ángeles Rodríguez, dice que su máscara de alguna manera se convirtió en símbolo representativo de México. “Tú estás en cualquier lugar del mundo y ves un sombrero de charro y te remite inmediatamente a México; lo mismo pasa con la virgen de Guadalupe, y ves la máscara de El Santo y te lleva a México. Es algo que nos llena de orgullo”.

Si como escribió el investigador español Román Gubern en Máscaras de la ficción, “las ficciones no se imponen al público, sino que se proponen, y su destino es la fecundación o la esterilidad”, la de El Santo fue tan fecunda que se convirtió en leyenda.

Para Naief Yehya, crítico de cine y experto en cultura popular, que El Santo sea ícono de la mexicanidad se debe al enorme alcance que tuvo en el ring y la pantalla, aunque quizá lo más importante “fue la validación internacional que recibió al volverse un símbolo de México, en parte como personaje kitsch, pero también porque irradiaba una frescura provocadora a contracorriente de cualquier héroe de moda en el cine de la segunda mitad del siglo XX, al tiempo en que cumplía con estereotipos y fantasías que otros tienen de nuestro país”.

CÓMICO INVOLUNTARIO
Jorge Ayala Blanco, crítico de cine y decano de los profesores del Centro Universitartio de Estudios Cinematográficos, habla de complicidad entre el espectador y su héroe. “El Santo es un cómico, la gente se ríe con sus películas, nadie se toma en serio esas aventuras. Lo sabía yo porque iba al cine Mariscala a verlas”. De hecho, escribe en el capítulo “Las cabezas cómicas” de su libro La búsqueda del cine mexicano (publicado en 1974), recientemente reeditado por la UNAM en libro electrónico: “Los espectadores sustituyen como sea la escasez de películas cómicas y se burlan, jueces y cómplices, de los mil absurdos técnicos de esas cintas de entretenimiento que responden a sus deseos e intensidades imaginativas como una última profecía”.

El propio Santo lo tenía claro, o eso se infiere de la respuesta que dio a Rubén Sano en una entrevista recogida en el especial que la extinta revista Somos le dedicó en 1999: “Quizá alguna de mis películas en lugar de provocar terror puede causar risa. Pero si se llega a tal punto no es responsabilidad del actor ni del productor, sino del director… Sin embargo, algún personaje pudo haber causado risa, pero el monstruo ¡no soy yo!”.

Diversión a su muy caótica manera, dice Yehya. “Las historias y anécdotas suelen ser despistadas calcas y desenfadados plagios. No es una cinematografía convencional sino una colección delirante de pifias y exabruptos. Es el cine de lo que ‘nos tocó ser’, modesto pero conresonancias formidables. Refleja de manera sorprendente el imaginario de nuestro país, desde la artesanía popular hasta el arte conceptual, pasando por la política y la religión”.

¡SE LE EXTRAÑA!
Me subo a un taxi y de pronto me encuentro platicando con el chofer sobre El Santo. Me dice que no ha habido un personaje como él. Le molesta que ya no pasen tantas películas suyas en la televisión abierta, que por eso los niños ya casi ni saben de él. Mi sobrino de 11 años desmiente su dicho. Una tarde me remonta a mi infancia cuando me pone en un servicio de streaming Las momias de Guanajuato, película en la que El Santo comparte créditos con Mil Máscaras y Blue Demon, otros ídolos de la lucha libre, a quienes ayuda a combatir a la momia Satán. Cuando me habla de las escenas y las películas que ha visto, me doy cuenta de que el cine de luchadores, subgénero fantástico de creación mexicana, sigue vigente gracias a El Santo.

“Consolida un género que fue muy exitoso comercialmente –dice el escritor Ricardo Guzmán Wolffer–. Los cientos de películas de luchadores jamás se habrían hecho sin el impulso y el éxito de los filmes del Santo”.

Mientras aquí los críticos menospreciaban sus películas, en Europa las elogiaban. Santo vs. las mujeres vampiro (1962), por ejemplo, se convirtió en cinta de culto en el Viejo Continente luego de que se exhibiera en el Festival de Cine de San Sebastián y en Francia encontrara una acogida favorable. La revalidación en México, dice El Hijo del Santo, es algo reciente. “El Santo mantuvo la industria del cine yo creo que en dos décadas, lo que fue los años sesenta y setenta. Ya no estaban Pedro Infante ni Tin Tan, y el Santo hizo cine, y los grandes actores de ese tiempo estaban junto a El Santo porque no había dónde”.

Ernesto Diezmartínez, crítico del diario Reforma y miembro de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, sostiene que El Santo “representa una veta de cine popular mexicano genuinamente exitoso, más allá de su calidad cinematográfica. Y con el éxito no me refiero sólo al dinero –que algo debieron ganar todos los involucrados–, sino a la permanencia en el imaginario popular”.

En ese sentido, Viviana García Besné, quien dirige el archivo fílmico Permanencia Voluntaria, dice que el culto por El Enmascarado de Plata es tal que sus películas se pasaron durante años ininterrumpidamente en cines de segunda y tercera corrida de todo el país. “No sé de otro personaje mexicano que haya estado tanto tiempo en cartelera”.

De hecho, Diezmartínez tiene como uno de sus primeros recuerdos fílmicos “haber visto Santo y Blue Demon contra los monstruos en un cine popular sin techo en un mercadito de Culiacán”. Era una de esas funciones de segunda o tercera corrida. “Desde la crítica, hay que ver el cine que importa. Y el cine del Santo, por su conexión popular, importa. Pero más allá de la justificación culterana o cultista, se pueden ver muchas películas del Santo por puro placer, por el simple hecho de dejarse llevar, por volver a ser un chamaco en un cine piojito a cielo abierto”.

Wolffer reconoce en ellas “cómo el imaginario mexicano ha depositado sus esperanzas en el anonimato del luchador enmascarado, que en lo más inmediato permite la fantasía de que puede ser cualquiera de nosotros ese ídolo popular… que en un sistema político como el mexicano, con grados de impunidad delictiva de hasta 98 %, según la fuente, pueda haber alguien que ‘estará siempre al servicio del bien y la justicia’, como decían en sus películas”.

Cortesìa: http://www.capitalmexico.com.mx/

miércoles, 28 de marzo de 2018

Frases memorables en la Lucha Libre mexicana. Varios luchadores han dejado huella por algunas de sus expresiones

'El Galeno del Mal', ícono de la lucha libre mexicana.

'El Galeno del Mal', ícono de la lucha libre mexicana. 





Uno de los deportes más mexicanos es la lucha libre, la cual influye, incluso, en otras actividades.
Ver una máscara en distintos eventos, es una prueba fehaciente que los mexicanos son reconocidos por el deporte de los encordados, que ha dejado históricos gladiadores, pero también frases que pasarán a la historia porque se convirtieron en parte vital del personaje.
Con motivo de la celebración patria, en MARCA Claro traemos algunas frases de los protagonistas del ring, que quizá hayas escuchado alguna vez.
Dr Wagner: "En mi casa y con mi gente, se me respeta
Pierroth: "Bola de mexicanitos traga-nopales"
Alberto del Río: "Mi nombre es Alberto del Río, pero eso ustedes ya lo saben"
Pagano: "Sin payaso no hay fiesta".
Penta Zero M: "¡Cero Miedo!"
Dr. Wagner Jr.: "En mi casa y con mi gente, ¡se me respeta!"
Hijo del Perro Aguayo: "¿Dónde están, Perros?"
LOS COMENTARISTAS TAMBIÉN TENÍAN SUS FRASES
Además de los luchadores, personajes icónicos de este deporte, pero en los micrófonos, también han quedado grabados en la memoria de los fanáticos
Alfonso 'El Doctor' Morales:"El luchador es un psicólogo natural que mueve a las masas".
Arturo 'El Rudo' Rivera:"El que nace marrano muere cochino", "Guácala de pollo".
Cortesìa: http://www.marca.com/ y Alejandro Rodriguez

martes, 27 de marzo de 2018

Se pone Hijo del Santo técnico con pinceles y lienzo (Video)

(Foto: Twitter @JulioGarnr)
El enmascarado de plata presentó la exposición: “El hombre detrás de la pintura", obras de su autoría exhibidas en la Torre Mayor hasta el 31 de octubre.
Se aplaza la función del en el Zócalo para apoyar a Oaxaca y Chiapas, probablemente en 2018



Hijo del Santo mostró una faceta diferente, toda vez que inauguró este miércoles una exposición con pinturas de su autoría, misma que podrá apreciar la afición y que lleva de nombre “El hombre detrás de la pintura”.
Las obras del enmascarado de plata serán exhibidas en el mezzanine de la Torre Mayor en Paseo de la Reforma.


Soy luchador, ponme frente a una cámara o set y sé lo que tengo que hacer, en este momento me siento muy contento, pero también con ese temor, no sé si es temor o inseguridad, no me siento artista, sólo quiero compartir con ustedes (mi trabajo)” dijo.

El video de Twitter está cargando

Acompañado de amigos y medios de comunicación que se dieron cita, Hijo del Santo reconoció que las pinturas realizadas son reflejo de distintos momentos de su vida,desde el ámbito deportivo hasta el personal, positivos y negativos.
“En este caso del hombre que está bajo la máscara estoy contento de compartir, ver mi vida… toda la gente conoce al Hijo del Santo en un ring, me han visto luchar en televisión, pero ésta es una manera más íntima de estar con el público”, agregó.


Durante el recorrido, el gladiador aprovechó para explicar algunas de las imágenes, una donde están representados artículos que él utilizaba cuando era niño, como el yoyo, el balero, trompo, pirinola y los muñecos de El Santo”, imagen titulada “Juguetes mexicanos”.
También está “5 sentidos”, donde en la máscara están plasmados cuatro: olfato, oído, gusto y vista, y el tacto está representado con una de sus manos.
Y aunque desconoce si el gusto por la pintura se lleva en la sangre, comentó que el de la lucha libre sí, “lo traigo desde que nací”, mismo que espera poner de manifiesto el domingo 17 en Chicago, Estados Unidos, y días después en España.
“Nunca he tomado clases, lo que pinto está dentro de mi corazón. Detrás de esta máscara hay un ser humano que no ha tenido una vida fácil”, concluyó. La exposición estará hasta el 31 de octubre.
(Con información de Notimex)

Cortesía: http://aristeguinoticias.com/
(Foto: Twitter @JulioGarnr)
Hijo del Santo mostró una faceta diferente, toda