miércoles, 23 de septiembre de 2015

Santo El Enmascarado de Plata 98 Aniversario de su nacimiento

















Rodolfo Guzmán Huerta, conocido como “Santo”, fue una de las mayores figuras del cine mexicano entre los años 60 y 70. En España se hizo muy popular por sus películas, la mayoría de ellas de terror o de “miedo” como llamábamos aquí los filmes de este género. El Santo fue el héroe indiscutible de muchos niños y jóvenes de la época. 

Antes de ello había sido luchador de catch profesional y personaje de una larga serie de comics. El 5 de febrero de 1984 la vida de Guzmán llegó a su fin, pero su leyenda como El Santo siguió viva, a través de sus películas y de la carrera de uno de sus hijos, quien lucha como El Hijo del Santo.

El Santo había nacido en 1917 y cuando comenzó su carrera fílmica ya contaba con 35 años. Luego de filmar sus dos primeros filmes en Cuba, Guzmán regresó al ring por un tiempo. Había decidido cambiar del bando de los “Rudos” (un luchador malvado, en oposición a los luchadores “buenos” o “Técnicos”), para estar a la par de su personaje en las historietas gráficas. Antes del estreno de Santo contra el cerebro del mal, su primera película, El Santo firmó contrato con Alberto López de Filmadora Panamericana. Esta empresa ya había producido películas con héroes enmascarados y de la lucha (por ejemplo, La sombra vengadora). La primera película de Santo para López fue Santo contra los zombies (1961), y Santo cobró 15.000 pesos por su trabajo. Eventualmente su paga se duplicó a 30 mil pesos por película. En 1964 Luis Enrique Vergara atrajo al luchador ofreciéndole 80 mil pesos por película y un contrato por cuatro filmes. Este dato habla claramente de la realidad de la época: El Santo se había convertido en uno de los más populares personajes del cine mexicano.

Continuó luchando profesionalmente durante las siguientes dos décadas, alternando apariciones en el ring y en la pantalla (usualmente los combates de El Santo eran filmados, y estos metrajes incluidos en sus películas). Durante los años ’70 la popularidad de la lucha libre como espectáculo mermó drásticamente. Intentó sobrellevar esta circunstancia, al igual que sus competidores Mil Máscaras y Blue Demon, pero el género estuvo prácticamente muerto a partir de 1977. Luego de dos mediocres filmes para Rafael Pérez Grovas (y una aparición como invitado en otro), Santo protagonizó solo dos películas más: El puño de la muerte y La furia de las karatecas. Estas películas contradijeron los rumores que decían que El Santo utilizaba dobles para ciertas escenas: si con 65 años, El Santo aún era capaz de descubrir su pecho y participar en varias escenas de acción, uno no puede llegar a imaginárselo habiendo previamente consentido la utilización de dobles (excepto para escenas extremadamente peligrosas o elaboradas). Sin embargo, El Santo comenzaba a mostrar síntomas de movimientos lentos, propios de la edad y del cansancio físico.

El 12 de septiembre de 1982 El Santo participó de su última justa en el ring, y oficialmente se retiró. Lo mismo hizo en el prólogo de la película Chanoc y el hijo de Santo contra los vampiros asesinos, donde el personaje “abdicó” en uno de sus hijos de la vida real, que se iniciaba como luchador profesional como El Hijo de Santo (Rodolfo Guzmán Huerta se casó dos veces: de su primera esposa tuvo diez hijos durante 40 años de matrimonio, y de su segunda tuvo un hijo más).

Luego de retirarse del ring y de la pantalla, El Santo continuó haciendo apariciones públicas con su máscara dorada. En enero de 1984 participó en una serie de seis programas televisivos en México de una serie llamada 2Contrapunto”. Los episodios, titulados “Lucha Libre: Circo, Maroma, Teatro o Deporte” también presentaron a otros luchadores famosos (como Blue Demon). En el último programa, emitido el 26 de enero de 1984, El Santo paralizó a los panelistas y a los cientos de miles de televidentes cuando, sin previo aviso, se quitó casi por completo su máscara. El avejentado rostro de Rodolfo Guzmán Huerta, El Santo, fue por fin revelado al público, luego de más de 40 años de secreto.
Menos de dos semanas después, el 5 de febrero de 1984, El Santo estaba participando en una obra teatral en el Teatro Blanquita, en un sketch junto al cómico Alfredo “Pelon” Solares. Luego del segundo show, Santo comenzó a quejarse de un dolor en el brazo y en pecho. Fue llevado al hospital. Poco después la función se suspendió: El Santo había muerto de un ataque cardíaco.

Fue exhibido (enmascarado) ante miles de fans y aficionados que quisieron darle el último adiós. Su ataúd fue llevado, durante más de una hora, entre la multitud que entre lágrimas y aplausos quisieron homenajear al ídolo. Finalmente, con toda su familia presente (incluido el enmascarado Hijo del Santo), fue puesto en su nicho con su respectiva placa: “Rodolfo Guzman Huerta – El Santo”.

SANTO, El Enmascarado de Plata

Rodolfo Guzmán Huerta (23 de septiembre, 1917 – 5 de febrero, 1984), mejor conocido como Santo, el Enmascarado de Plata, fue un luchador mexicano, actor, y héroe popular.
El Santo es quizás el más famoso de los luchadores, y ha sido referido como “la más grande leyenda” de los deportes mexicanos. Su carrera en la lucha libre duró casi dos décadas, durante las cuales se convirtió en un héroe popular y un símbolo de la justicia para el hombre común durante sus apariciones en las historietas de acción (comics) y películas.

Sus inicios

Nació en Tulancingo en el estado de Hidalgo, hijo de Jesús Guzmán Campuzano y Josefina Huerta (Márquez) de Guzmán como el quinto de siete hijos, Rodolfo llegó a la Ciudad de México en los años 20, cuando su familia se asentó en el barrio de Tepito. En un inicio practicó Béisbol y Fútbol Americano, y entonces se interesó por la lucha. Aprendió Ju-Jitsu, luego lucha grecorromana, no se ha establecido cuando comenzó exactamente su carrera de lucha como competidor, ya sea que fuese en la Arena Peralvillo Cozumel el 28 de Junio de 1934, o en el Deportivo Islas en la colonia Guerrero de la ciudad de México en 1935, pero durante la segunda mitad de la década 1930, se estableció como un luchador, usando los nombres de: Rudy Guzmán, El Hombre Rojo, y El Murciélago II. Este último nombre fue una copia de otro famoso luchador de esa época, y después de un reclamo por el nombre por parte del Murciélago original, Jesús Velásquez, la Comisión Mexicana de Boxeo y de Lucha, declaró que Guzmán no podría utilizar ese nombre.

Escalada a la fama

En los inicios de 1940, Guzmán se casó con María de los Ángeles Rodríguez Montaño (Maruca), una unión que produciría 10 hijos: Alejandro, María de los Ángeles, Héctor Rodolfo, Blanca Lilia, Víctor Manuel, Miguel Ángel, Silvia Yolanda, María de Lourdes, Mercedes, y el Hijo del Santo, quien también se convirtió en un famoso luchador con sus propios méritos.

En 1942 su entrenador, Don Jesús Lomelí, estaba armando un nuevo equipo de luchadores, todos con vestimentas plateadas, y quería que Rodolfo fuera parte de este equipo. √âl le sugirió tres nombres: El Santo, El Diablo, o El Ángel, y Rodolfo eligió el primero. El 26 de Junio luchó en la Arena México por primera vez como El Santo. Cabe mencionar que en un inicio combatía en el bando de los Rudos (lo cual no le favorecía para obtener el apoyo del público, ya que en la época la gente apoyaba mayormente a los técnicos) sin embargo, posteriormente se cambio al bando técnico. Bajo su nuevo nombre rápidamente desarrolló su propio estilo, y su agilidad y versatilidad lo hicieron muy popular.

Convirtiéndose en “icono” popular

Durante la década de 1950, el artista y editor José Guadalupe Cruz comenzó a publicar una historieta de El Santo, convirtiendo al Santo en el primer personaje luchador de la literatura popular mexicana, su renombre rivalizaba solamente con el legendario personaje de Kalimán.

En los finales de los años 50, Fernando Osés, luchador y actor, invitó a Guzmán a trabajar en las películas, propuesta que él aceptó, aunque sin abandonar su carrera en la lucha libre, compaginando ambas actividades. Fernando Osés y Enrique Zambrano escribieron libretos para las dos primeras películas del Santo, Santo contra el Cerebro del Mal y Santo contra los Hombres Infernales, ambas estrenadas en 1958, y dirigidas por Joselito Rodríguez. La filmación se llevó a cabo en Cuba, y el rodaje terminó sólo un día antes que Fidel Castro entrara en la Habana y declarase la victoria de la revolución.

Aun cuando ambas películas tenían un bajo presupuesto y fueron altamente improvisadas, tuvieron gran aceptación por parte del pueblo mexicano y se convirtieron rápidamente en éxitos de taquilla, abriendo camino para más películas de El Santo, así como aupando el éxito de la carrera de El Santo en el cuadrilátero.

El estilo de las películas de El Santo fue esencialmente el mismo durante las casi 60 películas que protagonizó, con argumentos donde actuaba como superhéroe luchando contra criaturas sobrenaturales, científicos locos, etc. Con un tono similar a las películas y series de televisión clase B de los EEUU (B-movies fueron las películas que se caracterizaron por un muy bajo presupuesto y argumentos fantásticos en la década de los 60), quizás muy similar a la serie de Batman de 1960.

En México, su película más famosa fue El Santo contra las Momias de Guanajuato. Y la película más conocida fuera del territorio mexicano fue Santo vs. las Mujeres Vampiro (1962). En esta película la inversión en la producción fue más alta, y dio una pauta para introducir un origen y la creación de su mitología, estableciendo que él era el último en una línea de luchadores contra el mal.

Aunque las tentativas de crear un estilo de horror gótico generalmente se consideraron menos que acertadas, y la película se considera más como una comedia que un filme de horror en la actualidad, este fue un enorme éxito en taquilla, y se exportó a muchos países.

El Santo jamás perdió su máscara en combate. A principios de los años 80, se presentó en el programa “Blanco y negro” del Sr. Jacobo Zabloduski, donde el presentador logró lo que nadie pudo hacer en el cuadrilátero: despojar de su máscara a El Santo, dejando ver por primera vez su verdadera identidad.

Santo, el Enmascarado de Plata

Nombre completo: Rodolfo Guzmán Huerta
Lugar de nacimiento: Tulancingo, Hidalgo, México
Fecha de nacimiento: 23 de setiembre de 1917
Fecha de fallecimientto. 5 de febrero de 1984
También conocido como:
El Enmascarado de Plata

Rodolfo Guzmán Huerta debutó en los cuadriláteros en 1934, pero su leyenda comenzó a tejerse el 26 de julio de 1942 en la legendaria Arena México. Aquella noche el robusto luchador -quien a lo largo de los años hizo carrera bajo los nombres de Hombre Rojo, Enmascarado, Murciélago II y Demonio Negro, entre otros- estrenaba una flamante personalidad debajo de una brillante máscara plateada. Había nacido Santo, el Enmascarado de Plata.

La leyenda de Santo nunca fue producto de la casualidad. Su tenacidad y versatilidad en el ring le valieron el respeto de sus contrincantes y la admiración del respetable público que noche a noche llenaba los coliseos en donde el Enmascarado de Plata daba cuenta de sus temibles rivales. Fue rudo y técnico pero, ante todo, fue un peleador honesto que no tuvo que recurrir a trucos ni escándalos para acrecentar su merecida fama.

De los cuadriláteros a las pantallas, la ruta que siguió Santo para convertirse en ídolo del cine mexicano lo condujo primero al mundo del cómic. Gracias a la inventiva del dibujante y editor José Guadalupe Cruz, Santo fue el primer personaje fantástico de la literatura popular mexicana y uno de los más queridos, junto al legendario Kalimán.

El Enmascarado de Plata debió debutar en el cine en 1952. En aquel año, la popularidad de la lucha libre en México iba en aumento gracias a las primitivas transmisiones de este deporte-espectáculo por la televisión. Al mismo tiempo, las historietas protagonizadas por Santo, el Enmascarado de Plata -impresas en aquel inolvidable papel color sepia- invadían los puestos de revistas de todo el país y vendían miles de ejemplares cada semana. Pocos años después, el tiraje de las aventuras de Santo llegaría a más de un millón de revistas semanales.

El 14 de enero de 1952 comenzó el rodaje de la primera cinta mexicana ambientada en los cuadriláteros: La bestia magnífica (Lucha libre), melodrama del director Chano Urueta, protagonizado por Crox Alvarado, Wolf Ruvinskis y Miroslava. Ese mismo año se filmaron tres películas más sobre la lucha libre: El luchador fenómeno, comedia de Fernando Cortés protagonizada por Resortes; Huracán Ramírez, de Joselito Rodríguez, con David Silva como el luchador enmascarado; y El Enmascarado de Plata, serie de episodios dirigida por René Cardona y escrita por Ramón Obón y José G. Cruz, este último el ya mencionado creador de la famosa historieta protagonizada por el Santo.

Debido a circunstancias poco precisas, Santo no fue el protagonista de El Enmascarado de Plata y su personaje fue interpretado por el también famoso luchador El Médico Asesino. De las cuatro películas mencionadas, El Enmascarado de Plata fue la que sentó las bases para el desarrollo del género de luchadores en el cine mexicano. Con sus rostros ocultos detrás de máscaras, los protagonistas de las cintas de luchadores se convirtieron en campeones de la justicia, al más puro estilo de algunos super-héroes de los comics norteamericanos como El Fantasma (The Phantom), personaje enmascarado que luchaba infatigablemente contra el mal, creado por Lee Falk en la década de los treinta. 

En sus aventuras, los enmascarados se enfrentaron por igual a psicópatas asesinos que a monstruos del espacio, maléficas hechiceras, gánsteres internacionales, mujeres-vampiro, momias sedientas de venganza, científicos enloquecidos o contra todos a la vez, siempre buscando el triunfo de la ley y la justicia.

El anhelado debut cinematográfico de Santo ocurrió en 1958 con dos películas filmadas en Cuba y producidas por los hermanos Rodríguez: Santo contra el cerebro del mal y Santo contra hombres infernales. A pesar de la inmensa popularidad del personaje, los productores aún no creían que pudiese convertirse en un imán de taquilla, por lo que la realización de ambas cintas denota un enorme descuido y grandes dosis de improvisación. Como mera curiosidad, cabe señalar que el rodaje culminó un día antes de que Fidel Castro entrara en La Habana y declarase el triunfo de la Revolución.

Santo contra los zombies (1961) incorporó formalmente al Enmascarado de Plata al cine industrial mexicano. A partir de esta cinta, su carrera se caracterizó por la variedad de sus aventuras y la diversidad de escenarios en las que éstas se llevaron a cabo. En ese mismo año, Santo se alió con la Interpol en Santo contra el rey del crimen, resolvió delitos cometidos en zonas arqueológicas en Santo en el hotel de la muerte y se enfrentó, en un ambiente de western, al diabólico doctor Zuko en Santo contra el cerebro diabólico.

Al año siguiente, Santo lograría una singular e inesperada internacionalización gracias a la delirante cinta de horror camp titulada Santo vs. Las mujeres vampiro. En la tradición del mejor cine gótico, el Enmascarado de Plata se enfrentó a las inquietantes vampiresas en medio de un castillo en ruinas, telarañas y tumbas abiertas. Con la ayuda de sofisticadas herramientas -relojes intercomunicadores, videófonos futuristas y autos convertibles- Santo se convirtió en una especie de James Bond enmascarado, siempre listo para luchar por la justicia.

Santo en el museo de cera, su siguiente película, reforzó la nueva personalidad creada para el héroe enmascarado. Esta cinta, una de las más representativas de la primera etapa de la exitosísima carrera cinematográfica del Enmascarado de Plata, conjunta todos los elementos y situaciones que ayudaron a construir el mito del inolvidable héroe de la máscara plateada: su estrecha colaboración con la justicia, su capacidad para analizar situaciones riesgosas combinada con la fuerza necesaria para sortear los peligros, así como su habilidad para utilizar artefactos de “alta tecnología” que le permitían ir un paso adelante de sus adversarios.

De la primera etapa de la filmografía de Santo destacan las cintas en las que la lucha libre se combinó con el horror y la ciencia ficción: Santo vs. el estrangulador (1963), Atacan las brujas (1964), Profanadores de tumbas (1965), El barón Brákola (1965) y la delirante Santo, el Enmascarado de Plata vs. la invasión de los marcianos (1966), además de las ya mencionadas Santo vs. las mujeres vampiro (1962) y Santo en el museo de cera (1963).

Con Operación 67 y El tesoro de Moctezuma -filmadas simultáneamente en 1966 por René Cardona, Jr.- el color llegó a las películas de Santo, al mismo tiempo que se acentuó el suspenso de corte policíaco en sus tramas. En estas cintas, el Santo hizo mancuerna con el actor Jorge Rivero para desbaratar a una peligrosa banda internacional -con sede en Hong Kong- que intentaba, en la primera de ellas, inundar de dinero falso a un imaginario país latinoamericano y, en la segunda, robar el legendario tesoro del emperador azteca. El crítico e historiador Rafael Aviña hace notar que el ambiente alrededor de Santo se volvía más sofisticado:

A partir de este momento el Enmascarado de Plata ascendía en la escala social -recuérdese que lo mismo sucedió con los filmes de Mario Moreno “Cantinflas” y Pedro Infante-; contaba con un departamento de lujo, su laboratorio se modernizó y dejó las capas y las mallas por los sacos sport y los Jerseis de cuello de tortuga, sin que falte su auto deportivo al estilo James Bond.
En sus aventuras, Santo siempre estuvo rodeado de bellas y atrevidas mujeres. Algunas fueron temibles adversarias, como las misteriosas Lorena Velázquez y Ofelia Montesco de Santo vs. Las mujeres vampiro o las inquietantes Maura Monti y Eva Norvind de Santo contra la invasión de los marcianos; otras, como la escultural Elizabeth Campbell de Operación 67 o la no menos imponente Amedée Chabot de El tesoro de Moctezuma, fueron conquistadas por la galanura del hombre de la máscara plateada. Otras más, como la singular Meche Carreño de El barón Brákola, llegaron a quitarse la ropa en versiones editadas “para público adulto” que se exhibieron fuera de México. Estas desinhibidas “versiones para exportación” de las aventuras del Santo fueron las que conquistaron los mercados de España, Francia y los Estados Unidos. De ellas, la más popular fue Santo en el tesoro de Drácula (1968) que en el extranjero fue conocida como El vampiro y el sexo.

Pero ni los desnudos ni el sexo sugerido fueron la causa de la enorme popularidad que alcanzaron las películas del Enmascarado de Plata en Líbano, Marruecos, Egipto y Turquía, países bastante conservadores. En Beirut y Estambul aún existen fanáticos del legendario luchador que afirman, con gran seriedad, que Santo era un superhéroe de origen árabe o turco. La fama de Santo en Turquía fue tan grande que llegaron a filmarse películas, como Los tres poderosos (3 Dev Adam) realizada en 1973, en las que su personaje fue interpretado por una estrella local, el actor Yavuz Selekman.

Para finales de los sesenta, la fórmula creada por las películas del Santo funcionaba perfectamente con todos los públicos y el enmascarado se daba el lujo de alternar el cine infantil de Santo contra Capulina (1968) con el “porno-soft” de Santo en la venganza de las mujeres vampiro (1970). La fama de Santo se extendía por todo el continente americano, Europa, Medio Oriente y el Pacífico Asiático.

Durante la siguiente década, las tramas de sus filmes oscilaron entre las intrigas policíacas de corte internacional -como Misión suicida (1971), Anónimo mortal (1972) o Santo en el misterio de la perla negra (1974)- y las fantasías terroríficas, al estilo de Las momias de Guanajuato (1970), Santo vs. la hija de Frankenstein (1971), Las bestias del terror (1972) o La venganza de La Llorona (1974). Esta etapa de la filmografía del Santo se caracterizó por sus rodajes en locaciones internacionales: Colombia, Ecuador, Puerto Rico, Haití y los Estados Unidos sirvieron de escenarios para sus aventuras.

La anhelada super-producción se presentó en 1973, cuando el Enmascarado de Plata rodó en España la que llegó a considerar su mejor película: Santo contra el doctor Muerte. Para esta cinta, cuya trama se desarrollaba en el siniestro mundo de los traficantes de arte, Santo contó con diez semanas de rodaje en lugar de las tradicionales tres o cuatro de sus producciones mexicanas.

El brillo de la máscara de plata comenzó a opacarse hacia 1978. Aunque la popularidad del Santo se mantenía vigente, los productores se desinteresaron de su atractivo taquillero al descubrir que el cine de ficheras y el cine fronterizo eran géneros más rentables. El tiempo también se puso en contra del Enmascarado de Plata, quien ya superaba los sesenta años de edad. Aún así, el héroe de mil batallas se dio tiempo para enfrentarse a unos cuantos villanos más y darle la alternativa a su vástago en Chanoc y el Hijo del Santo vs. los vampiros asesinos (1981) antes de realizar su última acrobacia fílmica en La furia de los karatecas (1982).

Tras el fallecimiento del Enmascarado de Plata, el cine de luchadores desapareció casi por completo. Las parodias, alusiones y homenajes se sucedieron sin que el género lograra “levantarse de la lona.” En 1981, el director José Buil abordó al personaje desde una perspectiva ácida e irónica en su mediometraje Adiós, adiós ídolo mío, desatando el enojo de la familia del luchador y de sus seguidores incondicionales. Tiempo después, Buil se reivindicaría con parientes y admiradores del enmascarado al dirigir La leyenda de una máscara (1989), nostálgico homenaje al cine de luchadores y a la mítica figura del Santo.

Mientras que intentos recientes por recuperar el interés del público hacia la lucha filmada -como Octagón y Atlantis: La revancha (1990), Octagón y Máscara Sagrada: Lucha a muerte (1991) y Los luchadores de las estrellas (1992)- han fracasado estrepitosamente, las películas del Santo se mantienen vigentes gracias a sus repetidas transmisiones por televisión. Al Santo le sucede lo que a Pedro Infante, Mauricio Garcés y otros ídolos populares de la pantalla: la televisión se niega a dejarlos descansar en paz. El video y el DVD también han contribuido a perpetuar la imagen de Santo entre el público del nuevo milenio y, aunque la cantidad de títulos disponibles no es muy abundante, las ediciones en ambos formatos de los clásicos del Enmascarado de Plata surgen con cierta regularidad.

Por su parte, el otrora Hijo del Santo ha decidido que el personaje interpretado por su padre posee el don de la reencarnación y es capaz de vivir nuevas aventuras ante monstruos, vampiros, karatecas, extraterrestres y demás seres terrenales o fantásticos. En la muy reciente Santo, el Enmascarado de Plata: Infraterrestre (2000), el personaje creado por el ídolo del ring se funde con el de su heredero, en uno de los más singulares casos de mutación genética que registre la historia del cine.

Más recientemente, Santo pasó a formar parte del mundo de los dibujos animados, gracias a las caricaturas producidas por Cartoon Network, canal de televisión dedicado a la producción y transmisión de series animadas. De esta manera, Santo podrá continuar viviendo en las pantallas por mucho tiempo, para deleite de las legiones de admiradores que aún desean verlo triunfar en los cuadriláteros “a tres caídas y sin límite de tiempo.”

Santo, el Enmascarado de Plata

El 5 de febrero de 1984 el pueblo de México se despertó con una terrible noticia que lo hizo estremecer, ya que la leyenda más grande del deporte mexicano dejaba de existir. El hombre que marcó una de las etapas más importantes de nuestro deporte, se nos había adelantado en el viaje.

El enmascarado de plata le dio otro valor a la lucha libre, pues gracias a él, traspasó fronteras, y es que su fama fue inmensa, aunque no tan grande como su humildad, pues a pesar de haber sido el más grande gladiador, de convertirse en una de las máximas luminarias del cine mexicano, siempre fue un hombre noble y un amigo para todo aquel que se le acercaba.

Habrá quien diga que su trabajo en el ring o en la pantalla grande era superado por otros personajes, pero la verdad es que nadie más logró convertirse en el máximo ídolo de México, en un fenómeno social que aún varias décadas después los grandes investigadores no logran explicarse, pero eso es hasta cierto punto lógico, ya que la fama y la interrelación que logra un ídolo con sus aficionados es incomprensible. En Europa se pensaba que era un personaje creado al estilo de Superman, pero grande fue su sorpresa al descubrir que era una figura de carne y hueso que luchaba en México.

Sus inicios

Vestido de plata con una máscara sobre la cara que ocultaba sus facciones, musculoso, fuerte y ágil, Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como Santo “El Enmascarado de Plata”, resultó ser una de las grandes personalidades del espectáculo y figura arraigada en la cultura popular. Se sabe que nació en Tulancingo, Hidalgo, el 23 de Septiembre de 1917 y sus padres fueron Jesús Guzmán Campuzano y Josefina Huerta (Márquez) de Guzmán. Rodolfo fue el quinto de siete hermanos. Carismático y de gran presencia física estuvo predestinado desde sus inicios a ser un destacado luchador. Tenía como arma principal sus poderosas piernas.

En los años 20, el jefe de la familia Guzmán, en su afán por buscar nuevos horizontes para sus hijos, decide emigrar a la ciudad de México. Su nueva casa la establecen cerca del jardín del Carmen en el barrio de Tepito y Rodolfo ingresa a la primaria “Abraham Castellanos” con el fin de terminar sus estudios que había iniciado en su natal Tulancingo.

La afición de Rodolfo eran los deportes, especialmente el béisbol y el futbol americano. Sin embargo, su interés por la lucha libre se hizo evidente en los treinta. Según carteles de la época, evidencian que Rodolfo inició su carrera en el pancracio el 28 de junio de 1934 en la Arena Peralvillo Cozumel, aunque la Empresa Mexicana de Lucha Libre (EMLL) asegura que comenzó en 1935 en el Deportivo Islas de la Col. Guerrero. Cuando Rodolfo trabajaba en una fábrica de medias para dama se le ocurrió aprender jiu-jitsu. Después aprendió la lucha grecorromana, lo que lo animó a convertirse en luchador. Fue en la arena de Pachuca donde el también luchador Jack O’Brien vio el estilo luchístico de Rodolfo -quien se hacía llamar “Rudy” Guzmán- y lo recomendó con Jesús Lomelí instructor de la EMLL (dirigida por Salvador Lutteroth Glz.), quien los trajo a la capital.

Sin embargo Rodolfo pasó sin pena ni gloria en sus inicios, no era malo, pero tampoco lograba meterse en el gusto del aficionado, por lo que decidió enmascararse, y encarnar un nuevo personaje.

Rodolfo se hizo una máscara, un nuevo equipo, y un par de meses después se presento como EL HOMBRE ROJO. Tenía que luchar casi a diario por varios rumbos de la ciudad para ganarse la vida. Cuando no había combates realizaba diversas labores: modelador, pintor, carpintero, mecánico, y varias más. En 1936 Rodolfo ingresó a la EMLL y triunfó en la antigua Arena México en su presentación y perdió en los dos combates siguientes. Nuevamente, la misma historia: ni pena ni gloria, y el público seguía sin tomarlo en cuenta, por ello en Noviembre de ese año decide dejar la EMLL.

También Jesús Lomelí salió de las filas de la empresa para hacer su propio espectáculo luchístico y no duda en buscar al Hombre Rojo, de este modo Rodolfo se reencontró con el hombre que lo había ayudado en sus inicios.

Tratando de conseguir fama y fortuna Rodolfo Guzmán decide enmascararse como el MURCIELAGO II aprovechando un poco la fama de Jesús “EL MURCIELAGO” Velázquez, pero el dueño del nombre original apela a las autoridades de la Comisión de Box y Lucha, con el fin de retirárselo al incipiente luchador. Rodolfo se quedó pasmado, sin ánimos, tanto trabajo que le había costado conseguir algo de fama, y de pronto, sus sueños se fueron por la borda y por si fuera poco su vida familiar se trastocaba con la muerte de su padre (Jesús Guzmán Campuzano).

Nacimiento de Santo

A principios de los años 40, Rodolfo contrajo matrimonio con María de los Ángeles Rodríguez Montaño (Maruca) en la iglesia de la Magdalena Mixhuca, y su padrino fue Salvador Lutteroth González. El matrimonio procreó diez hijos: Alejandro, María de los Ángeles, Héctor Rodolfo, Blanca Lilia, Víctor Manuel, Miguel Ángel, Silvia Yolanda, María de Lourdes, Mercedes, y el Hijo del Santo.
En esa década, tanto don Jesús Lomelí como Rodolfo regresaron de nuevo a la EMLL. Días después don Jesús ya le tenía un nuevo equipo, uno totalmente plateado. Ahora había que elegir un nombre, Don Jesús había pensado en El Santo, El Diablo o El Ángel; Rodolfo se decidió por el primero de ellos, y con cerca de siete pesos, se puso a hacer el equipo, que fue sumamente humilde, la máscara era un verdadero horno, pues era de piel de cochino, y dentro de ella, el calor era insoportable.

El 26 de Julio de 1942 hizo su debut como el Santo, ahí El Santo tuvo que medirse con el LOBO NEGRO, quien lo estaba dominando ampliamente, la desesperación hizo presa del plateado, quien no encontraba la forma de derrotar a su enemigo, el joven Enmascarado de Plata optó entonces por la violencia, empezó a vapulear a su rival, pero lo que logró fue que El Santo le hiciera pedazos la camisa, el tercero sobre las cuerdas no atinaba la forma de detener el huracanado ataque del rudo debutante, así que optó por lo más sano: descalificarlo.

Nunca nadie había perdido por descalificación en nuestro país, por lo que la gente se quedó admirada del nuevo rudo. El plateado anhelaba ser el campeón en las diferentes categorías del pancracio y también agradar al público que pagaba por verlo. Con ese espíritu de lucha, el 16 de agosto de 1942, en la vieja Arena México enfrentó a quién sería, con el paso de los años, uno de sus adversarios más encarnizados: “Bobby” Bonales “La Maravilla Moreliana”. Gracias a esa batalla, El Santo reflexionó sobre el
valor de su máscara: “me propuse conservarla contra viento y marea, pues era la máxima expresión de mi.


Los Cronistas de la Lucha Libre hoy te cantamos tu Cumpleaños Feliz, nunca te olvidaremos...

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