viernes, 30 de septiembre de 2016

Como dos gotas de agua


Fue una gran experiencia luchar al lado de Santo Jr. El promotor nos dijo: “Qué agradable ver a dos Santos sobre el ring”






Estimados amigos de El Gráfico: El pasado lunes 26 de septiembre fue un día muy importante para el Santo Jr. y para mí. El motivo fue mi regreso a la  ciudad que vio nacer a El Hijo del Santo en 1982,  así como la exitosa presentación que tuvimos los dos   en el Estadio de Fut Rap en Nuevo Laredo,  Tamaulipas.
La asistencia fue excelente,  a pesar de la constante lluvia. Esta lucha fue  la segunda en que mi hijo y yo formamos pareja sobre un ring; la primera vez fue en Tijuana.
Con  orgullo les cuento  que nos acoplamos a la perfección  para derrotar a la pareja integrada por Silver King y Silver King Jr., quienes buscaron por todos los medios el triunfo.  
La astucia de Santo Jr. me sorprendió, ya que fue él quien logró eliminar al experimentado Silver King al final de tercera caída, al colocarlo de espaldas planas después de que yo había lanzado el clásico tope de clavado desde la tercera cuerda  sobre el joven King, quien quedó tendido entre las sillas. 
La primera caída inició con lucha a ras de lona. Silver King y mi hijo  se encargaron  de hacer que el público se mantuviera atento a cada llave y contra llave, y fueron las “tijeras en ocho”  que aplicó Santo Jr. lo que más  festejaron los aficionados.
En el relevo entré dispuesto a probar al joven King, quien demostró poseer buena técnica y valor. Lamentablemente, César González (nombre real de Silver King, quien insiste en portar la máscara que ya perdió en 1986 frente a mí) y su hijo no soportaron la presión del público y se fueron  por el camino fácil, al golpearnos con puñetazos y patadas   para ganar.
La segunda caída fue para nosotros cuando aprovechamos un descuido de los rudos, quienes en lugar de luchar discutían con el público. Lo hicimos con un  movimiento coordinado  que estoy seguro muy pronto será clásico:  dos Topes de Cristo y dos de a caballo.
Me siento satisfecho y orgulloso del rendimiento de mi hijo, así como de la manera  en que lo recibió el público tamaulipeco,  porque veo con agrado que conforme pasan los días  adquiere confianza y seguridad sobre el cuadrilátero.
Lo vi enfrentar   sin ningún temor a luchadores con mucha lona recorrida,  como Raiman, Ángel Blanco Jr.  y en esta ocasión Silver King, igual que yo lo hice en mis inicios, precisamente  en Nuevo Laredo, cuando enfrenté  y me puse  al  tú por tú con un desalmado rudo:  Sangre Chicana.
Santo Jr. saldrá adelante a pesar de que tiene que sufrir y aguantar el dolor de cada golpe que recibe sin dar un paso atrás.  
En verdad se los digo:  no lo pierdan de vista, denle tiempo y la oportunidad de adquirir experiencia porque muy pronto este joven,  que es la tercera generación de El Santo, dará mucho de qué hablar. 
Cuando bajamos de luchar el promotor me dijo:  “Qué impresionante ver a dos Santos, vestidos como gotas de agua, arriba del ring. Gracias”.  Y respondí:  “Gracias a usted, yo nunca tuve esa oportunidad con mi padre”.
Nos leemos la próxima semana, para que hablemos sin máscaras.
El Hijo del Santo

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