domingo, 14 de diciembre de 2014

[Diapositivas] Capturando la armonía oculta de la lucha libre










Japón y México mantienen un vínculo a través de la lucha libre. Son muchos los luchadores japoneses que hacen carrera en México, y los mexicanos que vienen a luchar a Japón. El fotógrafo Rodrigo Reyes se ha especializado en inmortalizar el encuentro de estos dos países en la lona.

Un reencuentro inesperado con mi infancia

Cuando era niño mi generación vivió viendo la lucha libre en la televisión. En México tenía tanto éxito que cuando los niños nos reuníamos jugábamos a las “luchitas”. Desgraciadamente tuvieron que retirar durante un tiempo este deporte de la televisión porque algunos niños sufrieron accidentes al intentar imitar las llaves y movimientos de sus héroes enmascarados, unos casos que llegaron a los medios de comunicación y crearon alarma social. Fue entonces cuando me alejé de la lucha libre.

Nunca imaginé que volvería a conectar con este deporte al  llegar a Japón en 2008. Tuve mi primer trabajo a tiempo parcial en un restaurante mexicano en el barrio de Ebisu del que era cliente habitual el Último Dragón, un luchador japonés que ha desarrollado su carrera también en México.

Recuerdo que cuando era niño le veía luchar en televisión, por lo que para mi fue una sorpresa. Poco a poco fuimos hablando, y en una ocasión Último Dragón me contó que estaba planeando un evento de lucha libre al que vendrían luchadores mexicanos. Como periodista y fotógrafo pensé que sería interesante escribir sobre ello, así que me atreví a preguntarle si podía tomar fotografías en el mismo, a lo que accedió.

Se me ocurrió entonces contactar con una amiga periodista en México que trabajaba para la revista Luchas 2000, especializada en este deporte, y proponerle un reportaje. Era la primera vez que tomaba fotografías de lucha libre. Investigué un poco los aspectos técnicos antes del día del evento, pero  realmente tuve que pulir la técnica sobre la marcha, durante los combates, para capturar lo que quería.
La fotografía de lucha libre es muy rápida, por lo que tienes que saber cómo es la dinámica del combate para estar listo y leer los movimientos.

Cuando estás a nivel de lona todo pasa muy rápido. Tienes que saber moverte y anticiparte. Si no estás en el momento o en el ángulo adecuado puede que tomes la fotografía de los pies, y te pierdas las expresiones del rostro o cómo se tensan los músculos de los brazos o del cuello.

El muro del kisha club y las dificultades para tomar las fotografías

Después de esa primera experiencia como fotógrafo de lucha libre, el editor de la revista contactó conmigo y me pidió que continuara colaborando con ellos desde Japón.  Me comentó que Místico, un nuevo luchador que había alcanzado un gran éxito en mi país, iba a venir a Japón con la empresa New Japan Pro Wrestling (NJPW). En 2009 la NJPW y el Consejo Mundial de Lucha Libre estaban negociando para colaborar en la realización de eventos de lucha libre entre México y Japón, pero necesitaba un contacto para acceder al evento en el que participaría Místico. Fue el luchador Okumura Shigeo, que había vivido ya seis años en México, el que me ayudó a acceder al mismo.

Sin embargo cuando llegué al evento me encontré con la barrera del kisha club, el club de periodistas de Japón, algo a lo que no estamos acostumbrados en México. La NJPW me dijo que no podía tomar fotografías a nivel de lona debido a las reglas que tiene este club, las mismas que tampoco me permitían formar parte del mismo según me comentaron algunos miembros. Eso me obligó a realizar entrevistas y a tomar fotografías de Místico y otros luchadores “entre bambalinas”. Fueron dos años trabajando con Luchas 2000 en estos eventos alejado del cuadrilátero, respetando las reglas y pensando que vendrían tiempos mejores. Sólo en una ocasión se me permitió fotografíar un evento de la NJPW, el Fantástica Manía 2013, un trabajo que realicé para Aflo.

Fukumen Manía y el descubrimiento de la lucha femenina

Pronto descubrí que en Japón existen muchas empresas de lucha libre, por lo que pude acceder a otro tipo de eventos. Esta vez me ayudó el dueño del restaurante La Tekila, Edgar Cortés, muy involucrado con la lucha libre en Japón. Fue él quien me presentó a Umemoto Kazutaka, presidente de Fukumen Manía, más conocido por ser el luchador Mister Cacao en su personalidad técnica, y Macho Pump cuando hace de rudo.



La regla en Fukumen Manía es que todos los luchadores tienen que salir enmascarados (fukumen siginifica “máscara” en japonés), y el estilo de lucha es más parecido al mexicano. En estos eventos pude tomar de nuevo fotografías a nivel de lona.

Por otro lado en los pasillos de la NJPW conocí a Arai Hiroshi, escritor en la revista Shukan Puroresu y conductor de televisión en Samura TV. Él me ayudó a llegar también a los espectáculos de la empresa ICE-RIBBON, dedicados a lucha libre femenina; tiempo después Okumura me puso en contacto con el presidente de la empresa Reina. En esos eventos capturé con mi cámara los emocionantes combates entre luchadoras mexicanas y japonesas. Esta fue una experiencia muy gratificante, ya que las luchadoras de ambos países son muy expresivas e interactúan mucho con el público.

En parte fue una suerte encontrarme con la barrera del kisha club, porque eso me permitió conocer el vasto universo de la lucha libre en Japón, todas sus empresas y los distintos tipos de espectáculos que se celebran. Además pude ver de nuevo a luchadores mexicanos que recordaba de mi infancia como Blue Demon, Mascarita Dorada o Espectrito. Fue un reencuentro con los recuerdos de mi niñez.

La lucha libre como catársis

En México decimos que la lucha libre no es sólo deporte, sino cultura. Las máscaras, los colores, la historia que envuelve a cada personaje y que le da un sentido a la lucha, o la simbología que muestran en sus vestimentas. El luchador en México trata de tener una relación estrecha con el fan, hacer partícipe al público.

La lucha libre en mi país es una terapia antiestrés. A diferencia de Japón donde el público ve los espectáculos en silencio, en México el público asiste para gritar y desahogarse. Después de cada espectáculo el público sale relajado. Creo que los luchadores japoneses que han experimentado el ambiente mexicano también extrañan eso cuando vuelven a Japón.

Cuando tomo fotografías me gusta pensar bien lo que quiero capturar. Paso mucho tiempo mirando por el visor de mi cámara para estudiar todos los elementos de la imagen, la composición, y trato de que no aparezca lo innecesario. Me gusta que mis fotografías muestren el momento de rendición del luchador por una llave o por un “cangrejo invertido”, un movimiento que castiga mucho la espalda. Con el paso del tiempo y de la experiencia he ido previsualizando cómo interactúan los luchadores en el ring, para anticiparme y lograr capturar sus expresiones y mostrar la armonía oculta dentro del combate.

Ahora estoy involucrado con un colectivo artístico llamado ‘This is Lucha Libre’, en el que le damos mucha importancia a la palabra “Lucha Libre”, que sólo se usa en México y es diferente al puroresu japonés y al Wrestling norteamericano. Con este colectivo estoy tratando de dar a conocer la cultura de la lucha mexicana en Japón.

Cortesía:  http://www.nippon.com Rodrigo Reyes Marín (Fotografías)

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