miércoles, 1 de abril de 2015

Sin límite de tiempo


"El Santo, el Cavernario, Blue Demon y el Bulldog", estribillo que me viene a la mente de esa canción divertida y que hizo célebre la famosa –y me quito el sombrero- Sonora Santanera.

Es una melodía que quedó en el colectivo y que ha trascendido generaciones porque es un homenaje a la lucha libre mexicana, a sus luchadores y seguidores de esta actividad que, más que un espectáculo deportivo, es contracultura y una forma de vida.

Este espectáculo ha trascendido a diversas expresiones populares. En esos maravillosos y variadísimos objetos kitsch, o en esos juguetes infaltable para niños quienes, en ese cuadrilátero imaginario, han hecho perder la máscara a más de uno.

Una de las colecciones más interesantes de la temática se encuentra en el Museo del Estanquillo, en la ciudad de México, y que formó parte de la colección del escritor Carlos Monsiváis.

La lucha libre, además del cómic y el dibujo animado, se encuentra en la plástica, el cine y la literatura, como la antología de cuentos y relatos del cuadrilátero: Pasiones desde ring side. Literatura y lucha libre, de Carlos Maldonado y Daniel Téllez, donde participan David Huerta, José Francisco Conde Ortega, Luis Felipe Fabre, entre otros.

En nuestro país, este deporte no tiene parangón frente a la que se desarrolla en otras naciones como Estados Unidos.

Ha dado héroes de la cultura popular mexicana. Uno de ellos, el emblemático y enigmático Santo, "El enmascarado de plata", a quien hemos visto salvar al mundo de todo tipo de malhechores: mujeres vampiros a gogo, zombis y adoradores de magia negra; además de los extraterrestres (marcianos) y hasta de las momias de Guanajuato.

Pero la lucha libre, en definitiva, no es solo circo, maroma o teatro, es, en esencia, una manera de "rifarse" el físico para vivir. Es una disciplina mental y física, más allá del espectáculo inherente en todo deporte, en la cual se debe estar preparado para sortear físicamente los golpes, para aplicar el castigo sin comprometer el cuerpo.

Y es que entre esas llaves, palancas y castigos de lucha como "la wilson", "la nelson", "la quebradora", "el tirabuzón", "el cangrejo"... lo importante es imponer la rendición, sin quedarse en la lona.

En ello va la máscara, la cabellera; en ello van los técnicos o los rudos.

En ello, en la lucha libre, va una forma de buscarse la vida.

Sin límite de tiempo, el Perrito Aguayo Junior (Qepd).

Cortesía: http://www.milenio.com y Celeste Ramirez

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