Un equipo de mexicanos vivió su propia revolución en Cuba en 1959. Aunque solo reportaron una baja. Sin embargo, dentro del ataúd que voló de La Habana a México días antes de la entrada de Fidel Castro a la capital cubana, no viajaba un cadáver; el féretro estaba lleno de latas de película.
En 1959 el productor Jorge García Besné filmó con un presupuesto muy limitado dos películas en La Habana: Santo contra los Hombres Infernales y Santo contra el Cerebro del Mal.
El dinero era tan poco, que se rodaban simultáneamente escenas para ambas cintas. Mientras ocurría la Revolución Cubana, un equipo de mexicanos experimentaba con las primeras aventuras del enmascarado de plata, que en estas películas no era el héroe, sino el personaje que
ayudaba al protagonista, interpretado por Joaquín Cordero.
Los trabajos terminaron días antes de que Fidel Castro entrara a La Habana. Debido a que los técnicos cubanos se enteraron de que el presupuesto se estaba agotando, retuvieron las cintas de película y para liberarlas, García Besné invirtió sus últimos 20 dólares.
“Mi abuelo se quedó sin dinero. Pidió servicio a la habitación y le dio al mesero una propina de 20 dólares. Entonces se corrió el rumor de que había recibido más recursos, por eso daba una propina tan buena. Así los técnicos se confiaron y él pudo recuperar sus latas. Pero no todas cupieron en el ataúd, así que se quedaron en Cuba quién sabe cuántas escenas de esas películas”, relata Viviana García Besné, la nieta del productor.
Casi 60 años después, estas producciones fueron restauradas por iniciativa de Permanencia Voluntaria, el archivo fílmico de cine popular que preside Viviana.
“Yo me enteré mucho tiempo después que mi abuelo se dedicaba al cine”, relató la también directora cinematográfica, que presentó la versión restaurada de Santo contra los Hombres Infernales en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia.
“Mi abuelo se quedó sin dinero. Pidió servicio a la habitación y le dio al mesero una propina de 20 dólares. Entonces se corrió el rumor de que había recibido más recursos, por eso daba una propina tan buena. Así los técnicos se confiaron y él pudo recuperar sus latas. Pero no todas cupieron en el ataúd, así que se quedaron en Cuba quién sabe cuántas escenas de esas películas”, relata Viviana García Besné, la nieta del productor.
Casi 60 años después, estas producciones fueron restauradas por iniciativa de Permanencia Voluntaria, el archivo fílmico de cine popular que preside Viviana.
“Yo me enteré mucho tiempo después que mi abuelo se dedicaba al cine”, relató la también directora cinematográfica, que presentó la versión restaurada de Santo contra los Hombres Infernales en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia.
El proyecto surgió hace tres años, cuando Viviana se encontró frente a frente con su abuelo en la pantalla de su televisor. “Por la toma, parecía que estaba caminando hacia mí. Entonces yo no sabía que mi abuelo no solo había producido las películas del Santo, sino que hizo el doblaje, así que estas películas son entrañables para mí”.
Ella vio a su abuelo en una breve aparición en una película del Santo y así comenzó a indagar qué tenía que ver Jorge García Besné con el
Enmascarado de Plata.
Viviana hizo equipo con el restaurador Peter Conheim, para quien estas películas en particular, tienen un valor histórico. “Se ve una Cuba que ya no existe, una Habana oculta que iba a desaparecer semanas después de que se terminó la filmación.
Como ocurría con muchas películas de la época, en vez de sacar duplicados de negativos, se iban directamente al negativo de cámara, por eso estaban tan maltratadas, fue un proceso de restauración digital de muchísimas horas para lograr que se viera tal cual la filmaron en 1959 en Cuba. Me atrevo a decir que jamás se ha visto tan bien esta película”.
Ella vio a su abuelo en una breve aparición en una película del Santo y así comenzó a indagar qué tenía que ver Jorge García Besné con el
Enmascarado de Plata.
Viviana hizo equipo con el restaurador Peter Conheim, para quien estas películas en particular, tienen un valor histórico. “Se ve una Cuba que ya no existe, una Habana oculta que iba a desaparecer semanas después de que se terminó la filmación.
Como ocurría con muchas películas de la época, en vez de sacar duplicados de negativos, se iban directamente al negativo de cámara, por eso estaban tan maltratadas, fue un proceso de restauración digital de muchísimas horas para lograr que se viera tal cual la filmaron en 1959 en Cuba. Me atrevo a decir que jamás se ha visto tan bien esta película”.
Cortesía: www.elfinanciero.com.m y Rosario Reyes
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