Un grande de la lucha libre, de aniversario; actor de mil facetas
En el tren de Tokio rumbo a Osaka, en uno de los más de 100 viajes que Mil Máscaras (15 de julio de 1942) ha hecho por Japón, un amigo griego gritó: “¡Mil Máscaras, gracias por enseñarme a luchar!”.
Siete palabras que enmarcan el legado de uno de los hombres importantes en la historia de la lucha libre mexicana, de llaveo exquisito, palabra fácil y actor en una época dorada en la que también figuraron gigantes como El Santo, Blue Demon o Huracán Ramírez.
Los recuerdos de Mil Máscaras, que este sábado cumple 75 años de vida, son multifacéticos.
Vi una obra de teatro en la que decían: ‘¿Y quién mató al comendador?’ y todo el pueblo contestaba: ‘Fuenteovejuna’. Yo tenía como ocho o nueve años cuando la vi. La vi como 10 o 15 veces. La pasaban afuera de la iglesia de donde yo era monaguillo”, recuerda.
Muchacho intrépido y aventurado, Mil Máscaras devoraba libros por formación familiar. “Un día, el profesor me corrió. Era examen escrito y de preguntas orales, yo levantaba las manos en todas las preguntas y entonces me preguntó: ‘¿Trae un libro para leer?’ Le respondí que sí y me dijo: ‘Sálgase a leerlo, que usted ya pasó’”.
Pronto salió del pueblo para cumplir el anhelo de una carrera que no había ahí: el de ser actor.
La lucha y la actuación son pasiones que define como una misma. “Cuando luchas estás actuando, es exactamente lo mismo. La literatura griega dice que un actor no engaña, sino que aplica su necesidad de sentir lo que no siente y ser lo que no es”.
La lucha le ha permitido grabar cintas que se han replicado por todo el mundo, impactando con su personalidad territorios tan alejados como Japón, Grecia, Nueva York (fue el primer enmascarado en luchar en el MSG) o Nigeria.
Personaje de clase mundial que desde la década de los años 60 combinó ambas pasiones. “Clasifiqué para el Panamericano de Brasil (1963), pero no fui porque yo estudié para actor, salió una película americana y me fui a trabajar unos meses. Me preparé para la Olimpiada de Tokio, pero no fui porque me negaron el equivalente a mil 200 pesos que yo pedía para hacer mis gastos y dedicarme exclusivamente a entrenar”, recuerda.
Entonces, 90 días después, nació Mil Máscaras, un personaje salido de una revista de lucha, que se convirtió en un monstruo de las batallas, exitoso luchador y también actor que lo llevó a figurar por el mundo.
Como el nombre lo indica, tengo mil máscaras”, asegura el hombre que dice no admirar a nadie. “No me falta nada, lo más extraordinario es que tengo salud y puedo seguir en mi profesión”, agrega.
Esa personalidad multifacética continúa en el otrora niño amante de la lectura y en cuya familia se leía el periódico porque el padre preguntaba las notas más importantes del día.
En el 2017 los proyectos van adelante. En pocos días viajará para promocionar la muestra de cine Revancha Azteca que grabó con la Universidad de Columbia. “Son películas en inglés, quizá a futuro las pongamos en español y las pueda traer”, finaliza.
Cortesía: http://www.excelsior.com.mx/ y Saúl Trujano
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