Jairo Montoya Ordaz, a quien una bala perdida le daño la columna, es un atleta paralímpico con un recorrido triunfal
Estimados lectores de El Gráfico: Les escribo desde la bella ciudad de San Diego, California, en donde se lleva a cabo uno de los eventos más importantes en su género en el mundo. Se trata del COMI-CON San Diego 2017, pero de este tema les platicaré después. Hoy quiero compartirles que uno de los premios y reconocimientos que mi padre El Santo recibió después de su muerte fue la Gaviota Internacional AC, en 2004.
A partir de este 2017, el premio está ya instituido en honor a mi padre. El pasado jueves 14 de julio lo recibí yo y así quedó instituido el galardón Gaviota de Plata Internacional AC Santo, El Enmascarado de Plata Sede Hidalgo.
Estos premios iniciaron en 1995 por su fundador y presidente internacional, Fernando Santos Pérez, quien encabezó esta entrega, la cual también se ha realizado en Estados Unidos, Colombia, Argentina, Venezuela, España, Londres y Perú.
Este año se llevó a cabo por primera vez en Tula, Hidalgo, y estuvieron presentes la autoridades de gobierno del Estado y también del festival.
Agradezco a Fernando Santos, presidente de este premio, y a su gran equipo de colaboradores en el mundo por sumarse a los festejos por los 100 años de El Santo y esta manera incluir a mi padre en el grupo de grandes personalidades, como Olga Guillot, Lola Beltrán y el maestro José Luis Cuevas.
GRAN LECCIÓN. Esa noche conocí a un joven muy especial y lo digo porque es un multimedallista paralímpico triunfador que ha llevado el nombre de México en alto por el mundo: Jairo Montoya Ordaz, originario de Tula y ciudadano distinguido de este estado, igual que mi padre.
Después de recibir nuestro premio platicamos y convivimos. Y quiero decirles que este joven, además de ser un triunfador como deportista, es un ser humano extraordinario.
Cuando me encuentro con personas como Jairo me doy cuenta de que nada es imposible y que si nos proponemos algo en la vida, podemos lograrlo. Él está en una silla de ruedas porque cuando el tenía seis años una bala perdida pegó en su columna vertebral y lesionó de por vida la médula espinal.
Sin embargo, si lo conocieran verían a un ser alegre, positivo, con carácter y simpático. Él fue un niño que nació sano, pero la estupidez del ser humano le cambió la vida.
No se olviden de visitar la exposición que está en Paseo de la Reforma sobre El Santo, porque sólo estará tres fines de semana más. No se la pierdan. De paso, visiten el Zoológico de Chapultepec .
Yo mientras disfrutaré del agradable clima de California y de este fabuloso evento, CÓMIC-CON San Diego 2017, en el que Santo Jr. y yo hemos tenido firmas de autógrafos, charlas y convivencia con muchos de los miles de asistentes.
Nos leemos la próxima semana , para que hablemos sin máscaras.
El Hijo del Santo
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