Su personalidad saltó del ring a la cultura de masas, convirtiéndose en emblema del cine, las artes y el pop (Tercera de cuatro partes)
En eeeeesta esquinaaaaaaaaa… El Santo arrancaba con una desventaja, porque en la otra tuvo siempre a la mujer, que siempre fue su musa y un ente superior para él , al que le rendía culto y devoción. Esta vulnerabilidad pudo ser parte del sex appeal del encapotado, que más que pegada tuvo un pegue tremendo al autointerpretarse como el bueno de la película, de las fotohistorietas y de todas las expresiones culturales posibles que lo convirtieron a este guadalupano en un súper símbolo pop en la cultura de masas.
El Hijo del Santo revela cómo era el teléfono rojo que tuvo que hacer conexión en la residencia de la familia Guzmán Huerta.
¿LLAMABA LA SUPREMA CORTE DE LA FAMILIA?
“No, la familia no, el inspector”, sonríe, “entonces El Santo decía: “fue un placer, en otra ocasión nos tomamos un café”. Cuenta que su padre cuidaba que su oferta cinematográfica fuera familiar. “Lo más que podía dar de él era un beso en los labios (a la actriz en turno), un pequeño beso y se iba. Por eso, cuando quisieron hacer una nueva versión de El vampiro y el sexo yo me opuse, no es la imagen que El Santo quería dar de él. Pero es otro tema”.
¿HUBO UN SANTO SÓLO PARA ADULTOS?
En 1968 se estrenó la película Santo y el tesoro de Drácula, y después salió El vampiro y el sexo, la misma, pero con las vampiras en topless. Eso a mi papá no le gustó, y la versión se quitó del mercado. Supuestamente se hizo esa película para Europa, pero no era para nada apropiada para las familias, y mi papá no quería que involucraran a El Santo con el sexo.
¿QUÉ PASÓ CON ESAS CINTAS?
“Se enlataron y después en un festival de Guadalajara todo eso se reeditó y se hizo toda una polémica, se enojaron conmigo muchas personas del mundo cinematográ- fico porque me opuse.
Si en vida él nunca aceptó, mucho menos ahora para manchar su memoria. Bueno, esa es mi manera de pensar y eso es lo que funcionó de El Santo, había mujeres bellas, pero nada que los niños no pudieran ver”, insiste mientras acepta que hubo otras segundas versiones no apta para todo público.
“Era un hombre en toda la extensión de la palabra, que luchaba por el bien, honesto y noble. No sé en qué películas, pero hay escenas en las que él puede matar a un enemigo ya sea hombre o mujer, y no lo hacía. Buscaban que El Santo no matara ni a enemigos del más allá ni de este mundo. A lo mejor eso enamoraba a sus enemigas, a las vampiresas o a las lobas, y obviamente en la vida real a las actrices. Era un hombre caballeroso y la estrella de las películas, pero jamás hizo menos a ningún actor o actriz, siempre les daba su lugar, accesible con ellos y con la gente del staff. Eso es algo que los actores lo observan mucho.
“Cuidaba su personaje, pero era accesible, tú sabes que en un set cinematográfico hay maquillistas y gente que se encarga de la comida, que hacen mandados y él era accesible con todos. Querían una foto y él lo hacía, les firmaba autógrafos y su trato era igual con el público que con los actores, lo que hacía al ambiente muy agradable. Aparte, te digo que era un hombre jovial, guapetón ya que era un hombre atractivo”.
Por su empatía con el pueblo mexicano, El Santo es una figura recurrente en los grafitis del arte urbano y en las galerías donde acude el público culto.
POR HÉCTOR QUISPE
Crtesía: https://heraldodemexico.com.mx
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