Doy las gracias como todas las semanas a mi amigo la Dra. Janeth Peñafiel, por enviarme la imagen de la columna de Hablemos sin máscaras de nuestro común amigo El Hijo del Santo.
Antes que nada quiero agradecer a la directora del periódico El Gráfico, María Félix Escalante, y a todo su gran equipo de trabajo por abrirme las puertas de este diario y darme la oportunidad de escribir semana a semana para todos ustedes, queridos lectores.
También agradezco a mi querido amigo Iván Pirrón, director de deportes del periódico El Universal,
por recomendar ampliamente mi trabajo.
Mi primera participación fue el viernes 15 de agosto del 2014 y el pasado viernes 14 cumplí un año. ¡Así que hay que celebrarlo!
Cuando inicié escribiendo para ustedes en El Gráfico estaba por terminar un diplomado en la FES Acatlán de la UNAM sobre Diseño Editorial Avanzado de periódicos, revistas y páginas web.
Entonces intenté renovar mi columna al innovar un código QR, el cual es un dispositivo que se baja gratuitamente a través de los teléfonos celulares y nos permite ver mayor cantidad de fotografías y videos.
Este código es muy conocido por la generación de jóvenes que han crecido de la mano de las nuevas tecnologías; sin embargo, los que nacimos antes no tenemos la mínima idea de lo que es un QR.
Es increíble ver hoy lo que hace dos o tres décadas era prácticamente imposible y que ahora es una realidad; me refiero a la tecnología que El Santo usaba en sus películas, en su laboratorio, donde existían todo tipo de dispositivos electrónicos y que para él eran bastante comunes, tales como las videoconferencias con el inspector de la policía y con el brillante científico, en donde ambos se comunicaban con mi padre .
¿Recuerdan aquellos mapas que a través de una pequeña pantalla instalada en sus autos ayudaban a El Santo a llegar hasta algún lugar?
Otro indispensable dispositivo era su reloj comunicador y un sinnúmero de herramientas y aparatos, hoy mejor conocidos como gadgets.
Las aplicaciones y herramientas como iWatch, GPS, Waze, los drones, el Skype o las impresoras de tercera dimensión son algo muy familiar para la mayoría de nosotros y cada día nos tenemos que adaptar y las utilizamos más. Ya no se trata de estratos sociales, pues un celular está a la venta por 380 pesos en una tienda de la esquina.
Todas estas herramientas nos ayudan a tener una vida más práctica y sólo es cuestión de dedicarle algunas horas a cada aplicación para dominarlas y sacarles el máximo provecho.
Por tal razón, el pasado fin de semana tomé un curso sobre redes sociales en el que comprendí que no sólo nos sirven y se pueden utilizar para estar en contacto con amigos y familiares.
También nos pueden ayudar para promocionar ampliamente nuestros negocios y marcas, haciéndolos crecer a través de la información sobre productos, eventos, ofertas y un sinnúmero de opciones que llegan inmediatamente al público y a clientes potenciales.
Hoy en día, indiscutiblemente, Twitter y Facebook son dos de las redes sociales más comunes e importantes y si aprendemos a utilizarlas a nuestro favor veremos resultados inmediatos en las ventas y así nuestros negocios crecerán.
Si tú eres una excelente repostera, costurera o cocinera o eres un artesano, diseñador, fabricante de plumeros, experto en jardinería o un maestro en mecánica, hojalatería y pintura, puedes hacer un gran negocio ahora mismo utilizando debidamente y al máximo las redes sociales.
Les recomiendo este curso al que sólo hay que dedicarle aproximadamente 16 horas. No podemos quedarnos atrás, debemos actualizarnos.
Tal vez hoy no sepas qué negocio iniciar o cómo emprenderlo; pues bien, sabiendo aprovechar el Facebook (que no es únicamente para chatear) puedes forjar una fuente de ingresos si llegas a tu comunidad y mucha más gente, sabiendo vender tus conocimientos y productos. ¿Qué esperas? ¡Inténtalo!
Gracias a todos mis compañeros y directivos de El Gráfico por permitirme estar este primer año con ustedes. Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras.
EL HIJO DEL SANTO
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