El Hijo del Santo habla sobre la amistad que lo une con un actor que hizo época en nuestro país
Si
hay algo que logre que yo admire a un luchador profesional es cuando
éste siente respeto y amor por la lucha libre. Me parece increíble que
algunos actores como Alfredo Adame, Jorge Rivero, Erick del Castillo y
Rogelio Guerra, sientan cariño y respeten más a este bello deporte que
muchas veces los mismos gladiadores.
Cuando
conocí a Rogelio Guerra, excelente actor y mejor amigo, y tuve la
oportunidad de platicar con él, me cautivó su manera de referirse a la
lucha libre, pues reconoció el trabajo y la disciplina que se requieren
para esta actividad deportiva. Y vaya que él sabe por qué lo dice.
Fíjense
que yo no sabía, quizá igual que ustedes, que Rogelio en su juventud
practicó lucha grecorromana y olímpica, razón por la cual conoce el
esfuerzo y la disciplina que esto implica.
Estas
bases luchísticas las aplicó en algunas películas que filmó, una de
ellas en 1972 que se llamó “Una Rosa sobre el ring”, con Irma Dorantes,
Mil Máscaras y Crox Alvarado. Después, en 1974, filmó “Los Leones del
ring”, con Jorge Rivero, doña Sara García, Roberto Cañedo y los
luchadores Ray Mendoza, Lobo Negro, Coloso Colosseti, Black Shadow y el
Cavernario Galindo; por último, en 1979, participó en “El Ángel del
silencio”, junto a Rosenda Bernal, Victoria Ruffo y los luchadores Lobo
Negro y don Pedro El Perro Aguayo.
El
mayor mérito de Rogelio fue que nunca permitió que lo doblaran en las
escenas de lucha; él mismo ejecutaba las llaves, los topes y las
patadas voladoras, sin importarle sufrir alguna lesión. Por esto, desde
aquella primera conversación que sostuvimos hace algunos años, nos
caímos bien y nos identificamos.
Hace
días, Rogelio y su esposa nos invitaron a su casa para compartir con
amigos y familiares una agradable noche y además saborear unos
exquisitos tamales y suculentos atoles.
Como
era de esperarse, retomamos el apasionante tema de la lucha libre y la
pregunta obligada para mí fue que si volvería a luchar. Lógicamente,
como siempre, mi respuesta fue un contundente: “¡Sí!” y le platique de
nuestros planes para mi regreso, una noticia que le dio mucho gusto.
Entre
el bullicio de los amigos mas íntimos de Maribel (su esposa) y Rogelio,
nos dimos un tiempo para subir al estudio donde pinta y esculpe de
manera maravillosa; para mí fue todo un descubrimiento que este
estupendo artista no sólo lo fuera en el teatro, el cine o la
televisión, sino también en el arte de la plástica, como excelente
escultor y pintor.
Orgulloso
me mostró sus obras y sinceramente quedé gratamente sorprendido de su
gran sensibilidad y técnica. Sus personajes de galán en las telenovelas
provocaron en las décadas de los 70 y 80 tumultos fuera de las
locaciones de filmación y después frente a los televisores. Así sucedió
con “Los ricos también lloran”, en 1979, donde compartió créditos con
Verónica Castro y que, por cierto, le dio la vuelta al mundo y se
tradujo hasta en chino.
Así
que esta vez me tocó descubrir una faceta que no se si ustedes ya
conocían de este hombre que dedicó su vida a una empresa de televisión
que hoy ya no lo considera en sus repartos de telenovela. Yo pensé que
nada más en la lucha libre se daban este tipo de ingratitudes, pero ya
veo que no.
Hildegardo
Francisco Guerra Martínez, su verdadero nombre, es un hombre de recia
personalidad, deportista, talentoso, creativo, sensible, generoso, gran
ser humano y que, por tal motivo, sus amigos le harán un merecido
homenaje este lunes 9 de marzo. Están todos invitados al Teatro Telmex,
a las 8 de la noche.
Los
homenajes siempre deben de hacerse en vida, no cuando uno, desde la
tumba, ya no los pueda disfrutar. Nos leemos la próxima semana para que
hablemos sin máscaras.
El Hijo del Santo
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