La muerte de ‘El Perro Aguayo Jr.’, la noche del viernes en Tijuana, ha
cambiado la perspectiva que muchos tenían de la lucha libre mexicana,
comúnmente vista más como pantomima que como deporte.
Los vuelos vistosos, las acrobacias, las patadas y caídas, tienen en
constante peligro a los luchadores, que en su gran mayoría no tienen una
recompensa económica que iguale en sentido opuesto ese riesgo.
Son los dueños del show los que se llevan gran parte del dinero que
generan las luchas, en una repartición que algunos consideran poco
equitativa.
Las dos grandes empresas promotoras de la lucha libre en México, el
Consejo Mundial de Lucha Libre y AAA, son ventajosas y les pagan muy
poco a los luchadores, a decir de un promotor entrevistado por El
Universal, sólo con la condición de anonimato, pues se mostró dispuesto a
revelar los sueldos de estos atletas.
(Sueldos en pesos mexicanos) |
“Depende de la promotora y del luchador, pero las empresas les quitan
entre el 50 y el 70% de lo que cobran por ellos”, reveló el informante.
A mayor cartel o fama del luchador, mejor sueldo.
“La AAA a ‘Cibernético’ lo vende en 15 mil pesos, pero a él le dan siete
mil; a ‘Angélico’ lo ofrecen en cuatro mil, y le dan mil 500; a ‘Psycho
Clown’ lo venden en ocho mil y le pagan cuatro mil; al ‘Mesías’, de 10
mil le dan cuatro mil, y a ‘El Hijo del Fantasma’ lo cobran en ocho mil
y le dan dos mil 500, máximo tres mil pesos”, dijo.
Las empresas también ofrecen paquetes, que incluye luchadores, de ambos sexos.
“El más barato es de 35 mil pesos y te incluye a ‘La Parka negra’, el
‘Zorro’, un réferi, el ‘Niño Hamburguesa’, ‘Angélico’, ‘Carta Brava’,
‘El Apache’, ‘Pimpinela Escarlata’, ‘Eterno’, ‘El Fénix’ y ‘Pentagón’”,
aseguró. “Si quieres a ‘Psycho Clown’, el precio sube a 42 mil”.
Otra persona involucrada en este medio explicó a El Universal que son
muchos los luchadores que quieren entrar al profesionalismo, y que están
dispuestos incluso a pagar para poder tener una oportunidad.
“No es un tema de explotación sino de interés por crecer en este medio.
Hay lugares en donde el luchador paga para luchar. Él se prepara años
para poder subirse a un ring profesional y eso le da el aprendizaje para
dedicarse a esta disciplina”, dijo.
Esta segunda fuente revela que también hay promotores “pequeños” que no
pueden pagar más pues no siempre se recupera la inversión por cada
cartelera que se monta.
“Tampoco es que el promotor esté explotando al muchacho que quiere
meterse a esto por cien pesos. Pero el promotor no le puede pagar más.
En ocasiones está perdiendo su propia inversión. Se trata de mantener
viva a una industria que da de comer a muchas personas”, explicó.
Para las mujeres luchadoras, el panorama es desolador, pues ganan menos
dinero por cada función. Este es un asunto que la luchadora Rossy Moreno
ha denunciado desde hace tiempo.
(Alejandro Rodríguez / Ariel Velázquez / El Universal)
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