miércoles, 25 de marzo de 2015

La triste realidad de la Lucha Libre




Hoy más que nunca resuena sobre oídos y alma, aquel comentario, hecho con la mano sobre su ya por entonces lastimado pecho cubierto de cicatrices por parte de Wolf Ruvinski, apostando todo a favor de la autenticidad de la lucha libre profesional mexicana, exponiendo aquel hombrón que ya caminaba lento hacia su oficina de regente del arte de Pancracio en el Distrito Federal, toda la gama de peligros que siempre han llevado los gladiadores, limpios, buenos, villanos y malditos tanto en el cuadrilátero como abajo de este.

Retornando aquel ayer de una entrevista en donde dejó el nunca bien llorado Ruvinski fragmentos de sangre, sudor y lágrimas, luego de enterarnos del fallecimiento con las botas puestas junto con sus colmillos de can del infierno del Hijo del Perro Aguayo (Pedro Aguayo Ramírez), suscitado en el accionar de una lid en sede de Tijuana, teniendo enfrente al Rey Misterio (Oscar Gutiérrez), encontrando en su camino tras ser lanzado a las cuerdas mortales de real metal, solo forradas por plástico, vía la patada voladora de su oponente, algo mucho mas que la rendición en una lucha enconada.

Hablándose y escribiéndose de un accidente, dentro de los muchos que han existido detrás de las ejecuciones de vuelos, muchas veces suicidas, de llaves provistas de fuerza inusual con muchos etcs, de los luchadores mexicanos, en el estricto cumplimiento de un deber, que ha hecho lanzar alaridos al monstruo de las mil o mas cabezas, en los interiores de arenas a lo largo y ancho de nuestra nación, con mascara o sin ella puesta por el propio destino.

Habiendo cumplido cita con la tragedia, contemplando la muerte sus ultimas luchas desde ring side, luchadores como Van Zicka (Jesús González Cruz) para la luctuosa estadística el primer luchador mexicano fallecido en el ring, firmando el certificado de defunción la mano izquierda descarnada del año de 1959. Conmocionado a la opinión publica deportiva de México el fallecimiento de Oro (Jesús Javier Hernández) de escasos 21 años de edad en el enlonado de la Arena Coliseo en el D.F, en 1993, Ángel Azteca (Juan Manuel Zúñiga) en el 2007 llevando en la esquina contraria al que fue su eterno enemigo deportivo, Atlantis, en una lucha de relevos, Sangre India, estrellando su nuca sobre una butaca en los últimos días de 1979, precisamente un 29 de diciembre.

Cuanta razón tenía el rey de los rudos y villanos sobre el ring Ruvinski, a jurar, besando una y otra vez el rostro de un Cristo lacerado en el centro de su medalla, que la Lucha Libre apagaba sus luces de fantásticos colores en muchas ocasiones, apareciendo en la marquesina el matiz mas negro que la propia noche. Hoy terminamos de entender a un maestro, que tuvo su peor cicatriz en mitad del alma, al haber sido estafado por un primo hermano que lo dejo en la ruina. -La muerte no es lo peor en la carrera de un luchador profesional, y mas si esta llega ejerciendo el trabajo heroico-, termino diciendo en aquella entrevista el inolvidable Wolf, precisamente unos días antes de cumplir la cita con el destino.

Cortesía: http://www.elmundodecordoba.com y Tomás Setién Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario