Su estilo técnico de luchar y sobre todo las películas que realizó convirtieron a El Santo en la figura más emblemática del pancracio nacional
Rodolfo Guzmán Huerta debutó en los cuadriláteros en
1934, pero su leyenda comenzó a tejerse el 26 de julio de 1942 en la
legendaria Arena México. Aquella noche el robusto luchador -quien a lo
largo de los años hizo carrera bajo los nombres de Hombre Rojo,
Enmascarado, Murciélago II y Demonio Negro, entre otros- estrenaba una
flamante personalidad debajo de una brillante máscara plateada. Había
nacido Santo, el Enmascarado de Plata.
La leyenda de Santo nunca fue producto de la casualidad.
Su tenacidad y versatilidad en el ring le valieron el respeto de sus
contrincantes y la admiración del respetable público que noche a noche
llenaba los coliseos en donde el Enmascarado de Plata daba cuenta de sus
temibles rivales. Fue rudo y técnico pero, ante todo, fue un peleador
honesto que no tuvo que recurrir a trucos ni escándalos para acrecentar
su merecida fama.
De los cuadriláteros a las pantallas, la ruta que siguió
Santo para convertirse en ídolo del cine mexicano lo condujo primero al
mundo del comic. Gracias a la inventiva del dibujante y editor José
Guadalupe Cruz, Santo fue el primer personaje fantástico de la
literatura popular mexicana y uno de los más queridos, junto al
legendario Kalimán.
El debut cinematográfico de Santo ocurrió en 1958 con
dos películas filmadas en Cuba y producidas por los hermanos Rodríguez:
“Santo contra el cerebro del mal” y “Santo contra hombres infernales”. A
pesar de la inmensa popularidad del personaje, los productores aún no
creían que pudiese convertirse en un imán de taquilla, por lo que la
realización de ambas cintas denota un enorme descuido y grandes dosis de
improvisación. Como mera curiosidad, cabe señalar que el rodaje culminó
un día antes de que Fidel Castro entrara en La Habana y declarase el
triunfo de la Revolución.
“Santo contra los zombies” (1961) incorporó formalmente
al Enmascarado de Plata al cine industrial mexicano. A partir de esta
cinta, su carrera se caracterizó por la variedad de sus aventuras y la
diversidad de escenarios en las que éstas se llevaron a cabo. En ese
mismo año, Santo se alió con la Interpol en “Santo contra el rey del
crimen”, resolvió delitos cometidos en zonas arqueológicas en “Santo en
el hotel de la muerte” y se enfrentó, en un ambiente de western, al
diabólico doctor Zuko en “Santo contra el cerebro diabólico”.
Al año siguiente, lograría una singular e inesperada
internacionalización gracias a la delirante cinta de horror titulada
“Santo vs. las mujeres vampiro”. En la tradición del mejor cine gótico,
el Enmascarado de Plata se enfrentó a las inquietantes vampiresas en
medio de un castillo en ruinas, telarañas y tumbas abiertas. Con la
ayuda de sofisticadas herramientas -relojes intercomunicadores,
videófonos futuristas y autos convertibles- Santo se convirtió en una
especie de James Bond enmascarado, siempre listo para luchar por la
justicia.
“Santo en el museo de cera”, su siguiente película,
reforzó la nueva personalidad creada para el héroe enmascarado. Esta
cinta, una de las más representativas de la primera etapa de la
exitosísima carrera cinematográfica del Enmascarado de Plata, conjunta
todos los elementos y situaciones que ayudaron a construir el mito del
inolvidable héroe de la máscara plateada: su estrecha colaboración con
la justicia, su capacidad para analizar situaciones riesgosas combinada
con la fuerza necesaria para sortear los peligros, así como su habilidad
para utilizar artefactos de "alta tecnología" que le permitían ir un
paso adelante de sus adversarios.
De la primera etapa de la filmografía de Santo destacan
las cintas en las que la lucha libre se combinó con el horror y la
ciencia ficción: “Santo vs. el estrangulador” (1963), “Atacan las
brujas” (1964), “Profanadores de tumbas” (1965), “El barón Brákola”
(1965) y la delirante “Santo, el Enmascarado de Plata vs. la invasión de
los marcianos” (1966), además de las ya mencionadas “Santo vs. las
mujeres vampiro” (1962) y “Santo en el museo de cera” (1963).
Con “Operación 67” y “El tesoro de Moctezuma” -filmadas
simultáneamente en 1966 por René Cardona, Jr.- el color llegó a las
películas de Santo, al mismo tiempo que se acentuó el suspenso de corte
policíaco en sus tramas. En estas cintas, el Santo hizo mancuerna con el
actor Jorge Rivero para desbaratar a una peligrosa banda internacional
-con sede en Hong Kong- que intentaba, en la primera de ellas, inundar
de dinero falso a un imaginario país latinoamericano y, en la segunda,
robar el legendario tesoro del emperador azteca. El crítico e
historiador Rafael Aviña hace notar que el ambiente alrededor de Santo
se volvía más sofisticado:
A partir de este momento el Enmascarado de Plata
ascendía en la escala social; contaba con un departamento de lujo, su
laboratorio se modernizó y dejó las capas y las mallas por los sacos
sport y los suéteres de cuello de tortuga, sin que falte su auto
deportivo al estilo James Bond.
En sus aventuras, Santo siempre estuvo rodeado de bellas
y atrevidas mujeres. Algunas fueron temibles adversarias, como las
misteriosas Lorena Velázquez y Ofelia Montesco de “Santo vs. las mujeres
vampiro” o las inquietantes Maura Monti y Eva Norvind de “Santo contra
la invasión de los marcianos”; otras, como la escultural Elizabeth
Campbell de “Operación 67” o la no menos imponente Amedée Chabot de “El
tesoro de Moctezuma”, fueron conquistadas por la galanura del hombre de
la máscara plateada.
Otras más, como la singular Meche Carreño de “El barón
Brákola”, llegaron a quitarse la ropa en versiones editadas "para
público adulto" que se exhibieron fuera de México. Estas desinhibidas
"versiones para exportación" de las aventuras del Santo fueron las que
conquistaron los mercados de España, Francia y los Estados Unidos. De
ellas, la más popular fue “Santo en el tesoro de Drácula” (1968) que en
el extranjero fue conocida como El vampiro y el sexo.
Pero ni los desnudos ni el sexo sugerido fueron la causa
de la enorme popularidad que alcanzaron las películas del Enmascarado
de Plata en Líbano, Marruecos, Egipto y Turquía, países bastante
conservadores. En Beirut y Estambul aún existen fanáticos del legendario
luchador que afirman, con gran seriedad, que Santo era un superhéroe de
origen árabe o turco. La fama de Santo en Turquía fue tan grande que
llegaron a filmarse películas, como Los tres poderosos (3 Dev Adam)
realizada en 1973, en las que su personaje fue interpretado por una
estrella local, el actor Yavuz Selekman.
Para finales de los sesenta, la fórmula creada por las
películas del Santo funcionaba perfectamente con todos los públicos y el
enmascarado se daba el lujo de alternar el cine infantil de “Santo
contra Capulina” (1968) con el porno-soft de “Santo en la venganza de
las mujeres vampiro” (1970). La fama de Santo se extendía por todo el
continente americano, Europa, Medio Oriente y el Pacífico Asiático.
Durante la siguiente década, las tramas de sus filmes
oscilaron entre las intrigas policíacas de corte internacional -como
“Misión suicida” (1971), “Anónimo mortal” (1972) o “Santo en el misterio
de la perla negra” (1974)- y las fantasías terroríficas, al estilo de
“Las momias de Guanajuato” (1970), “Santo vs. la hija de Frankenstein”
(1971), “Las bestias del terror” (1972) o “La venganza de La Llorona”
(1974). Esta etapa de la filmografía del Santo se caracterizó por sus
rodajes en locaciones internacionales: Colombia, Ecuador, Puerto Rico,
Haití y los Estados Unidos sirvieron de escenarios para sus aventuras.
La anhelada super-producción se presentó en 1973, cuando
el Enmascarado de Plata rodó en España la que llegó a considerar su
mejor película: “Santo contra el doctor Muerte”. Para esta cinta, cuya
trama se desarrollaba en el siniestro mundo de los traficantes de arte,
Santo contó con diez semanas de rodaje en lugar de las tradicionales
tres o cuatro de sus producciones mexicanas.
El brillo de la máscara de plata comenzó a opacarse
hacia 1978. Aunque la popularidad del Santo se mantenía vigente, los
productores se desinteresaron de su atractivo taquillero al descubrir
que el cine de ficheras y el cine fronterizo eran géneros más rentables.
El tiempo también se puso en contra del Enmascarado de Plata, quien ya
superaba los sesenta años de edad. Aún así, el héroe de mil batallas se
dio tiempo para enfrentarse a unos cuantos villanos más y darle la
alternativa a su vástago en “Chanoc y el Hijo del Santo vs. los vampiros
asesinos” (1981) antes de realizar su última acrobacia fílmica en “La
furia de los karatecas” (1982).
Tras el fallecimiento del Enmascarado de Plata, el cine
de luchadores desapareció casi por completo. Las parodias, alusiones y
homenajes se sucedieron sin que el género lograra "levantarse de la
lona." En 1981, el director José Buil abordó al personaje desde una
perspectiva ácida e irónica en su mediometraje “Adiós, adiós ídolo mío”,
desatando el enojo de la familia del luchador y de sus seguidores
incondicionales. Tiempo después, Buil se reivindicaría con parientes y
admiradores del enmascarado al dirigir “La leyenda de una máscara”
(1989), nostálgico homenaje al cine de luchadores y a la mítica figura
del Santo.
Mientras que intentos recientes por recuperar el interés
del público hacia la lucha filmada -como “Octagón y Atlantis: La
revancha” (1990), “Octagón y Máscara Sagrada: Lucha a muerte” (1991) y
“Los luchadores de las estrellas” (1992)- han fracasado
estrepitosamente, las películas del Santo se mantienen vigentes gracias a
sus repetidas transmisiones por televisión. Al Santo le sucede lo que a
Pedro Infante, Mauricio Garcés y otros ídolos populares de la pantalla:
la televisión se niega a dejarlos descansar en paz. El video y el DVD
también han contribuido a perpetuar la imagen de Santo entre el público
del nuevo milenio y, aunque la cantidad de títulos disponibles no es muy
abundante, las ediciones en ambos formatos de los clásicos del
Enmascarado de Plata surgen con cierta regularidad.
Por su parte, el Hijo del Santo
ha decidido que el personaje interpretado por su padre posee el don de
la reencarnación y es capaz de vivir nuevas aventuras ante monstruos,
vampiros, karatecas, extraterrestres y demás seres terrenales o
fantásticos. En la muy reciente “Santo, el Enmascarado de Plata:
Infraterrestre” (2000), el personaje creado por el ídolo del ring se
funde con el de su heredero, en uno de los más singulares casos de
mutación genética que registre la historia del cine.
Más recientemente, Santo pasó a formar parte del mundo
de los dibujos animados, gracias a las caricaturas producidas por
Cartoon Network, canal de televisión dedicado a la producción y
transmisión de series animadas. De esta manera, Santo podrá continuar
viviendo en las pantallas por mucho tiempo, para deleite de las legiones
de admiradores que aún desean verlo triunfar en los cuadriláteros "a
tres caídas y sin límite de tiempo."
Santo jamás perdió su máscara plateada en combate y se
creó el mito de que nunca se quitaba su máscara. Se retiró de los
encordados en 1982. A principios de los años 80, se presentó en el
programa "Contrapunto" de Jacobo Zabludovsky, donde el presentador logró
despojar de su máscara a "Santo", aunque sólo mostró una pequeña parte
de su rostro. El 5 de febrero de 1984 murió de un infarto de miocardio
después de una actuación en el Teatro Blanquita, unos días después de
haberse quitado la máscara y mostrar su rostro en el programa de Jacobo
Zabludovsky; este no era su primer infarto, ya que algunos años antes
había sufrido uno mientras se desarrollaba una lucha en contra de los
Misioneros de la Muerte. Al día siguiente fue sepultado en Mausoleos del
Ángel ante 10 mil personas que fueron a despedirlo, así como varios
luchadores, entre ellos Black Shadow y Blue Demon, quienes cargaron el
féretro.
Cortesía: http://deportes.terra.com.ar
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