Es una sensación casi indescriptible la que se vive
entre los luchadores cuando han firmado un contrato, que les ha llevado a
una lucha de apuesta de máscara contra máscara. Las emociones son
intensas y existe una combinación de estas que impactan como fuerte
quebradora en la espalda.
No todos los luchadores están
preparados psicológicamente para un encuentro de esta magnitud, es de
imaginarse amable lector. Usted vea si no.
En la mayoría de los
casos, los luchadores cuando se inician, entrenan y trabajan duro para
alcanzar un lugar en la programación de las arenas, un lugar donde
quieren demostrarle a la gente de lo qué están hechos.
Buscaron
ya para ese momento una identidad, un nombre, un personaje teatral y lo
trabajan hasta que la gente lo odie con intensidad, o lo idolatre con
intensidad. Entonces han pasado, semanas, meses, años de trabajo,
heridas, lesiones, trabajo, derrotas, victorias y más trabajo.
Después llega el momento decisivo.
El
momento en que el gladiador ha tomado al toro por los cuernos y decide
entonces, que su odio deportivo es enorme y quiere acabar con el rival o
el mismo pensamiento de manera inversa. Se firma y se pacta la lucha,
las emociones de los días son intensas, son contados, después la noche
anterior al evento causa descargas de adrenalina mucho más intensas, por
cualquier que fuera el resultado.
Y entonces llega el momento y
día de la función y de los nervios a flor de piel y de las emociones que
disfrutaran los verdaderos aficionados.
Porque usted amable
lector, ha de saber que no importa si son luchadores de televisión de
empresas o luchadores independientes, los verdaderos aficionados, esos
que si saben y que no son villamelones, apoyan al luchador, van a verlo a
la arena y ahí se quedan con él hasta el último momento.
Si se
vive con intensidad una lucha de apuestas, en la caída final, el
derrotado se quita la máscara y se la entrega al rival. Si la lucha fue
muy buena los dos reconocen el talento del otro y entonces se destapan
los datos de la incógnita del luchador, que perdió.
Cortesía: http://www.criteriohidalgo.com y Arturo Cruz
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