Como todos los fines de semana, le doy las gracias a mi amiga la Dra. Janeth Peñafiel, por enviarme la imagen de la columna Hablemos sin máscaras de nuestro común amigo, El Hijo del Santo.
Estimados amigos: ustedes no se imaginan la enorme emoción que
sentí al ver su respuesta en las redes sociales cuando confirmé mi
regreso a los cuadriláteros de la República mexicana, dando inicio en
León, Guanajuato, el próximo lunes 5 de octubre en el Domo de la Feria.
Los comentarios son felicitaciones y buenos deseos, pero sobre todo
invitaciones para llevar “Todo X el Todo” a ciudades como Monterrey,
Guadalajara, Reynosa, Acapulco, Nuevo Laredo, Veracruz, Tijuana, etc.,
además de diferentes lugares de Estados Unidos.
Sin embargo, dentro de mí surgen sentimientos encontrados, ya que
esa emoción que me hacen sentir con cada uno de sus mensajes se combinan
con nostalgia y tristeza al saber que el fin de mi carrera profesional
dentro de la lucha libre me acecha constantemente.
¿Saben por qué? Porque a pesar de que los doctores me han “dado de
alta” (le pongo comillas porque lo que pasó es que en dos años no avanzó
esta lesión que detuvo abruptamente mi carrera, igual que se detiene un
auto que va a 180 kilómetros por hora), sé que la lesión está ahí.
Quizá no presenta mayores complicaciones, molestias o dolor
insoportable, pero permanece igual que permanece el hormigueo constante
en mis extremidades inferiores que hace que no la olvide.
Siendo sincero con ustedes, sé que no debo confiarme, pues nadie
tiene la salud ni la vida comprada y cuando aparecen este tipo de
señales o avisos debemos saber escuchar a Dios, a la vida, a los
doctores y a nuestro cuerpo. Es por esto que la nostalgia y ese ‘algo’
de tristeza invaden mi interior, porque aunque soy optimista y sumamente
positivo, sé que mi presentación en León puede ser la última de mi
carrera luchística.
De la misma manera pensé cuando me presenté en el mes de julio en
Londres, donde afortunadamente di un rendimiento del cien por ciento al
sentirme bien físicamente.
Luché con la misma movilidad que me caracteriza y es por eso que acepté presentarme el próximo lunes en León.
No me quiero adelantar ni programar funciones futuras
irresponsablemente. Sé que lo mejor es organizarlas paulatinamente y
esto depende de cómo responda mi cuerpo y de cómo me sienta
físicamente.
Si algo me importa y si algo respeto es a ustedes, queridos aficionados, pues durante 33 años han sido mi mayor motivación.
Ustedes han sido la razón para exponer mi máscara, para conquistar
campeonatos, para buscar el triunfo brindando siempre excelentes
combates arriba de un ring y lo último que deseo es defraudarlos.
¡Todo tiene un tiempo, un principio y un fin! Cuando Dios es
generoso con nosotros nos quita algo de las manos a cambio de algo
nuevo, que en mi caso son proyectos de televisión y de cine, de la
expansión de mi marca, de publicar mis libros, de exponer mis pinturas y
de muchas otras actividades que voy a realizar sin poner en riesgo mi
salud y mi cuerpo.
Lo que afortunadamente jamás Dios me ha quitado es el cariño y el reconocimiento de todos ustedes.
Les reitero con profundo orgullo que son el motor que hace
funcionar orgullosamente a este personaje conocido como El Hijo del
Santo, independientemente del compromiso y del profundo amor que siento
por mi padre, por su memoria, por esta máscara y por este personaje que
ha llenado mi vida de satisfacciones.
Hoy inicio una nueva etapa de mi vida, hoy anuncio con enorme
alegría mi regreso y tal vez mi adiós; no quiero cumplir el próximo 18
de octubre (día en que debuté en 1982) 33 años de luchador profesional
sin estar activo en un ring.
Hoy es el momento de disfrutar más a mi amada y hermosa mujer y a
mis dos pequeños hijos. Es momento de permanecer en paz dentro de mi
hogar, de viajar sin prisa, de editar al fin los cientos de páginas que
he escrito a lo largo de mi vida y compartirlas con ustedes.
Hoy es el momento de adentrarme en mi interior y estar conmigo. Y
como dice mi admirado Alberto Cortez: “A partir de mañana empezaré a
vivir la mitad de mi vida, a partir de mañana empezaré a morir la mitad
de mi muerte, a partir de mañana empezaré a volver de mi viaje de ida, a
partir de mañana empezare a medir cada golpe de suerte”.
Nos vemos en León y, si Dios lo permite, en Puebla el próximo 17.
Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras.
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