Ni lo naco, ni mucho menos lo chafa es chido. Imagen: Especial
Muchas
veces nos hemos topado con ellas, les hemos hecho burla debido a sus
carencias en cuanto a producción y actuaciones o nos han divertido por
décadas, pero algo es cierto, el cine de luchadores ha
trascendido las barreras del tiempo y de las generaciones para no sólo
ser algo que sirve para entretener, sino convertirlo en un símbolo de la cultura pop y de culto a nivel mundial. ¿Lo merece?
Y es que no es sólo ver a muchos de los legendarios luchadores como El Santo, Blue Demon, Mil Mascaras o Tinieblas
en aventuras que están fuera de la lógica peleando con momias,
extraterrestres, hombres lobo o vampiros, incluso muchos de sus propios
compañeros luchadores llevados hacia el lado oscuro. Pero al final todos
estos elementos crearon a superhéroes mexicanos, que
poco o casi nada en el país se ha hecho para mantenerlos a un nivel como
Iron Man o Spiderman, pero que a nivel mundial como en Francia, Japón o
el mismo Estados Unidos son considerados todo un símbolo de heroísmo,
cultura kitsch hasta íconos de culto en muchos festivales y movimientos
culturales. A mí no me gusta ser recordado así.
Es por ello que
todo lo que conlleva una de estas películas, desde las computadoras con
miles de foquitos, los relojes teléfono que ahora son muy comunes con
los smartwatch, los convertibles lujosos que moriríamos por tener o las
mujeres guapas que en ese tiempo engalanaban a los gladiadores del ring,
hacen que tengamos un estandarte a nivel mundial de un cine de culto;
eso sí, con pobres producciones, fotografía y ni qué decir del guión.
Historias mal hechas y predecibles, si no es que idénticas en cada
entrega.
¿Realmente podemos presumir que tenemos a El Santo con sus habilidades de detective y peleador ser un rival codo a codo con Batman, o la astucia y fuerza de Blue Demon
enfrentar un mano a mano con Superman, haciéndolo quedar mal? Quizá
hacer tal comparación es injusto, y es ahí donde se descara el problema.
Afortunadamente en nuestros
días ya es raro toparnos con producciones nuevas de luchadores, toda esa
escena va en decadencia, sin embargo se conserva en un lugar muy alto
de la vitrina de los recuerdos del folcor mexicano, ¿pero por qué?
México tiene una fascinación por lo chafa, por lo naco y sigue creyendo que es chido. No, señores, no lo es.
Risas sí, ¿culto?, ¿por qué?
Cortesía: http://www.swagger.mx y Carlos Miranda
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