Para Gerardo Salcedo Romero, El Santo "El Enmascarado de Plata” representa una vivencia biográfica que marcó su vida en los años de primaria, luego en la adolescencia y más tarde como funcionario e investigador.
En entrevista telefónica desde Guadalajara, donde radica desde hace algunos años por cuestiones laborales, se le escucha emocionado tras el auricular.
“De hecho, cuando niño me tocó ver muchas películas de El Santo, en un cine que era muy popular que queda en la Colonia 201, en la delegación Iztapalapa”, comentó.
Para Gerardo cada uno de esos viajes de su casa al recinto cinematográfico era una gran aventura infantil, “de hecho yo soy de la opinión de que en México, si alguien filmaba una película del estilo de ‘Cinema Paradiso’, las películas que tendrían que exhibir serían todas las de El Santo".
Con su ojo experto de cinéfilo común, pero también como investigador de las cinematografías de todo el mundo, Salcedo Romero, egresado de la UNAM y catedrático de esa Máxima Casa de Estudios reiteró que ver un filme de El Santo siempre ha sido una experiencia única.
“Sobre todo en el minuto 30 de la proyección, cuando generalmente se interrumpe el relato en el sentido de que El Santo deja de perseguir a las mujeres vampiro y ellas dejan de perseguirlo a él y aparece un mosaico de lucha libre en la pantalla”.
El entrevistado expresó que cuando la historia se detiene para dar paso al enfrentamiento en el cuadrilátero, “era en ese momento, cuando la gente aprovechaba para gritar: “Santo”, “Santo”, Santo”; era realmente una sensación única.
“Toda la sala entregada gritaba como si estuviera ahí en la Arena; realmente uno gozaba mucho sus filmes, no porque fueran buenos sino por el ambiente que había a lo largo de toda la historia".
El también Programador del Festival Internacional de Cine de Guadalajara precisó: “eran el escenario ideal para ésta palabra que llamamos “el desmadre” y es algo que tengo muy presente en la memoria”.
Posteriormente, tras egresar de la UNAM ya como funcionario en la Cineteca Nacional, Salcedo Romero dijo que le tocó ver como lo más bajo del cine nacional, allá entre los años de 1965 a 1970 la comedia ranchera, "Viruta" y "Capulina", "Cantinflas" y Mauricio Garcés, casi todo el cine mexicano estaba en su nivel más bajo de taquilla.
Es decir, ya en plenas funciones de supervisión y haciedo una evaluación sobre los distintos periodos del cine mexicano, el crítico estima que se filmaron alrededor de 300 películas de luchadores, en las cuales, alrededor del 30 por ciento eran las que protagonizaba El Santo.
Eran las películas que dejaban dinero a la taquilla y que duraban en cartelera alrededor de un mes en la capital mexicana, luego iban a los cines del interior de la Republica, El Santo, era lo mejor que podía ocurrir en cada ciudad, en términos de convivencia familiar.
El entrevistado refiere: “Para los que nacimos en la década de los 50, es un signo de identidad, nos reconocemos todos aquellos, que, en algún momento determinado en la sala, gritamos: 'Santo', 'Santo', además de que es indudable que se trata de uno de los íconos mexicanos por excelencia.
Salcedo Romero insiste que este héroe del cómic y el cine nacional es uno de los íconos mundiales del México contemporáneo. En un acto de justicia, representó la tabla de salvación en uno de los momentos de crisis más fuertes del cine mexicano y en la existencia de la industria.
Entonces vienen a su memoria datos y más datos y señala que los filmes del legendario luchador formaron parte de un sistema de exhibición, denominado “horizontal”, de cuando las películas iban recorriendo las salas de las ciudades.
Es decir, existían las llamadas salas “A”, que eran los recintos bonitos, luego las salas “B”, donde había programas dobles en cines como Gloria, La Viga y luego eran aquella que eran calificadas como “piojito”, justamente eran en donde se proyectaban las películas de El Santo, en las casi dos mil salas, calculó el especialista.
Cortesía: http://www.juarezhoy.com.mx/
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