sábado, 1 de diciembre de 2018

El Santo, sin duda el número uno


Por años, en la historia de la lucha libre en México, ningún personaje alcanzó niveles de popularidad y reconocimiento como el Santo, Enmascarado de Plata.
Pasado el tiempo se conocieron atisbos de su identidad. Se llamó Rodolfo Guzmán Huerta, originario de Tulancingo, donde se erigió un monumento a su memoria.




Pero antes, saber quién se ocultaba bajo su máscara era imposible, sobre todo para los aficionados de quienes era ídolo.
Se especuló que se llamaba Crox Alvarado, figura de la cinematografía de esa época. Él lo desmintió.
Alguna vez, un promotor muy respetado: Benjamín Mora Orta, deslizó:
“Te lo voy a presentar para que lo conozcas.”
En eso quedó; simplemente.
Además de su presencia en los cuadriláteros, incursionó en revistas fotográficas y en el cine, donde apareció siempre al lado de los buenos, combatiendo el crimen.
El 12 de septiembre de 1982, en El Toreo de Cuatro Caminos, fue la última vez que subió a un ring.
Fueron innumerables y también conocidos sus compañeros de profesión, entre estos Carlos Tarzán López, Salvador Gori Guerrero, Emilio Chaires, Cavernario Galindo, Bobby Bonales, Rolando Vera, Daniel García, llamado Huracán Ramírez, Blue Demond.
Su primer combate se dio el 28 de junio, en el ya lejano 1934, en la arena Peralvillo. Su oponente fue Eddie Palau, quien se llevó el triunfo.
Eso lo consigna un estudioso de su carrera: Christian Cymet López Suárez.
Ya como el Santo, apareció el 26 de julio de 1942, en la antigua Arena México. Su rival fue el Lobo Negro.
Y en ese largo transcurrir, uno de los combates más recordados, quizá el relevante, fue contra Black Shadow, luchador elástico.
El escenario, Arena Coliseo, 26 de noviembre de 1952.
El combate, que se extendió más de hora y media, se televisó en riguroso blanco y negro.
Ganó el Enmascarado de Plata y Shadow dio a conocer su nombre: Alejandro Cruz García.
El Santo supo de claro oscuros.
En 1946, en la Coliseo, se convirtió en campeón mundial, peso welter, al vencer a Pete Pancoff, pero antes, 2 de abril 1943, supo de humillante derrota, en dos caídas, ante Tarzán López, Campeonato Mundial de Peso Medio en juego.
En la última revista de las “conejitas”, el Hijo del Santo, también luchador, habla de su padre:
“Mi papá sabía que el Santo como personaje iba a morir, pero no quería que esto ocurriera en las arenas de lucha libre.”
Adelantó aquí el estreno de un documental en Cinemex: El Hombre detrás de la máscara.
Y retoma
“Aparece en el documental, que no quería que yo fuera luchador, pero lo que no deseaba es que lo hiciera sin antes estudiar una carrera. Por eso terminé ciencias de la comunicación. Pero mi papá siempre me inculcó el amor al deporte.”
Se concluye que para una esteta del nivel del Santo no hay final. La leyenda continúa, y, seguramente por largo tiempo.
Cortesía: /www.elindependientedehidalgo.com.mx y Carlos Sevilla

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