En 1970, Federico Curiel “Pichirilo”, dirigiría una de las películas más importantes del cine del pancracio: Las Momias de Guanajuato, que llevaba en los estelares al Mil Máscaras y al que siempre fuera el segundo crédito la historia del costalazo fílmico: Blue Demon (de, quien por cierto, está pasando una serie muy recomendable por Izzy que cuenta su vida y leyenda en el cuadrilátero).
Como ambos legendarios enmascarados no se daban abasto para combatir a unas fieras momias guanajuatenses, al final, en los últimos diez minutos, tiene que venir el relevo atómico de El Santo, el Enmascarado de Plata que, contra sus principios de impartición de justicia conforme a derecho, esta vez no usa solamente sus puños, sino que recurre al calor de hogar de un lanzallamas en forma de pistola para combatir a la momia líder que lleva el sugerente nombre de “Satán”. Tras la máscara de la momia se ocultó el rostro de nada menos que Tinieblas, que hizo su debut cinematográfico como ¡momia!
Como anécdota curiosa en una entrevista años después, el “Manotas”, Blue Demon a pregunta de que si el Santo los había ayudado a combatir a las momias en Guanajuato, declararía: “A mí no me ayudó el Santo… a lo mejor al Mil Máscaras sí, pero a mí no me ayudo”.
El realizador Chano Urueta –que, según cuenta la leyenda urbana real, una vez le llevó a casa de Blue Demon a un chamaco. El encarguito que le dejó en calidad de prenda, al paso de los años resultó ser el actual Hijo de Blue Demon– requirió de las máscaras inventadas que usarían Jorge Rivero, Rogelio Guerra y Eduardo Bonada, para convertirse en Los Leones del Ring (por cierto unos felinos bastante reconocibles, aún con las “medias-máscaras” que usaron en la cinta) para enfrentar a la Cosa Nostra local con ayuda de la Interpol.
Un Enmascarado Negro ¿Otro más? ¿Pues que no se habían acabado? sería asesinado por una leyenda de la lucha libre: Mil Máscaras, en la película Las Momias de San Ángel (1973), por órdenes expresas del director de la película: Arturo “El Villano” Martínez, que le solapó al gigantesco enmascarado el único y brutal crimen en su historia. Sin el menor pudor, El Mil se lo llevó al río y lo ahogó. Rogelio Guerra, que interpretó al Enmascarado Negro, paso rápidamente al panteón del olvido tanto para el Cine de Luchadores como para la policía.
Saúl Hernández, el Caifán mayor e inventor de Jaguares, jura y perjura que él no se inspiró para formar su grupo musical en las películas de Los Jaguares: Los Jaguares Contra el Invasor Misterioso y Karla Contra los Jaguares, ambas de 1973 dirigidas por Juan Manuel Herrera. En la primera el grupo de felinos se las veía contra unos alienígenas bien canijos que querían conquistar la Tierra… mexicana.
Mientras que, en la segunda, iban en contra de una atractiva rubia que controlaba a unos autómatas rateros en la ciudad de Bogotá antes de “El Patrón del Mal”, Pablo Escobar. Todo mundo acusó a los jaguares fílmicos de ser una mala copia de Santo Contra los Zombis, en tramas similares a las películas de James Bond, pero de “petatiux”.
También, sin deberla ni temerla, un enmascarado con tapa de tigre, que más bien parece gato, es el que se inmiscuye en una cinta de boxeo dirigida por el “Villano Martínez” llamada La Corona de un Campeón (1973).
Otra más: El Chicano Justiciero, cinta de 1974 dirigida también por el muchas veces enmascarado, Fernando Osés, es otro invento encapuchado que se ve mezclado en tramas de polleros, espaldas mojadas y nostalgia por la enchilada que ocurren en la línea fronteriza, donde ahora Donald Trump, quiere construir el muro.
Como no había mucho presupuesto, Fernando Osés también la tuvo que hacer de enmascarado, dirigiéndose a sí mismo y a otro al que también le indilgó una máscara: el actor Cesar del Campo. Ambos enfrentan a un lobo más peligroso que el Caperucita. (¿Continuará?).
Cortesìa: http://www.actualmx.com/ y Pepa Nàvar
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