viernes, 4 de noviembre de 2016

Noche de espanto





Junto con Santo Jr. recorrí el Hotel Victoria y el Museo de Cera, en donde a muchos se les erizó la piel






Estimados amigos de El Gráfico, hoy quiero compartir con ustedes lo sucedido en estos últimos días en los que celebramos el Día de los Muertos y el Día de Todos los Santos, cuando acostumbramos poner altares, decorar nuestras casas y disfrazarnos de vampiros, brujas o cualquier personaje de terror.
También es común presentar espectáculos macabros en diferentes lugares como Xochimilco, el Convento del Desierto de los Leones o los lugares que yo visité en compañía de Santo Jr.
Quiero decirles que acepté la invitación y asistí al recorrido por el Hotel Victoria en Paseo de la Reforma y por el Museo de Cera de la Ciudad de México en sus “Noche de Leyendas”, sólo por el hecho de revivir las escalofriantes escenas de las películas de mi padre El Santo y compartir con mi hijo y el público estas bellas  tradiciones que no deben perderse. 
Estar frente a ellos no es el problema pues sabemos que algunos sólo son personas disfrazadas y otros más son figuras de cera, por cierto muy bien realizadas, y que no tienen vida. 
Sin embargo, qué sucede cuando cobran vida y tú, como El Santo, se supone que no puedes espantarte y menos aún cuando el grupo de gente que te acompaña en el escalofriante recorrido se refugian en ti diciendo con total seguridad que “estando junto a El Hijo del Santo no nos sucederá nada”, y de pronto, todos van tomados da la mano en el oscuro y tétrico trayecto.
La tenue luz que alumbra el camino se incrementa para descubrir a uno de estos monstruos (actores) que salen de la nada a tus espaldas, lanza quejidos y terroríficos lamentos.  Sinceramente y aunque seas El Santo, brincas del susto, tu corazón palpita velozmente y tu piel se eriza.
 Aunque yo no grité como lo hizo el Santo Jr., me sentía sumamente nervioso en cada paso que daba y la sangre se me congelaba cada vez que la brisa de la respiración de alguno de estos espantosos seres tocaba mi piel. 
En este lúgubre y bien logrado Hotel Victoria, fuimos protagonistas de tres escalofriantes leyendas y sentimos en carne propia la presencia de La Dama de Rojo, El Hombre Colgado y La Llorona. 
Debo reconocer y felicitar a su creador Edson Noyola por tan acertado proyecto y que la única finalidad es conservar las tradiciones mexicanas —más que las extranjeras— creando una atmósfera multi sensorial con olores, sonidos, efectos visuales y unas espléndidas caracterizaciones de actores en una decoración digna de premio.  
Al siguiente día ya recuperados del susto, asistimos al Museo de Cera para investigar una puesta en escena de una serie de asesinatos dentro de esta casona. Santo Jr. y yo caminamos entre un sinfín de personajes y cuando nos encontramos con El Santo, (en cera obvio), sentimos un gran alivio y hasta nos tomamos fotos. 
Después tuvimos que continuar y bajamos al sótano. El escalofrío volvió a nuestros cuerpos mientras caminábamos lentamente, observando al Fantasma de la Ópera, la Dama de Negro, Jack el Destripador, el Hombre Lobo entre muchos más. 
El mayor susto llegó cuando el maléfico payaso asesino Pennywise o Bob Gray, de la serie IT, nos miraba fijamente con sus ojos inyectados de sangre e inesperadamente este personaje brinco frente a nosotros amenazándonos con su filosa hacha, Santo Jr. volvió a gritar y yo casi salgo corriendo.
¡No, no es verdad! yo, únicamente levanté los brazos para defenderme del malvado payaso también conocido como “ESO”, a quien tuvimos que someter dejándolo tirado en el suelo.
Que no se pierdan las tradiciones mexicanas ni el culto a nuestros muertos. 
Nos leemos la próxima semana, para que hablemos sin máscaras.
El Hijo del Santo

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