Damos las gracias a nuestra amiga la Dra. Janeth Peñafiel, por enviarnos la columna del Hijo del Santo...
Hace un año escribí para ustedes una columna que titulé, “No
saludemos con sombrero ajeno”, en donde compartí mi opinión cuando Alejandro
González Iñárritu y Emmanuel Lubezki ganaran el premio Oscar. Triunfo que tanto
el Gobierno como la prensa en general adjudicaron a México, afirmación con la
que yo no estuve de acuerdo pues los ganadores absolutos fueron ellos dos, con
producciones cien por ciento americanas.
Hoy después de un año, estos talentosos hombres vuelven a
ser noticia al ganar por segundo año consecutivo este codiciado premio. El
Chivo, como le llaman sus amigos, como mejor fotógrafo y El Negro, como se le
conoce también, como mejor director.
Como mexicano me siento orgulloso de ambos, aplaudo y
reconozco sus triunfos que, desde luego, dejan el nombre de nuestro bello país
en alto.
Seguramente, desde que iniciaron sus respectivas carreras
cinematográficas, soñaron con ganar estos premios o tal vez ni en sueños lo
imaginaron, habría que preguntarles.
Y esto es el punto principal de esta columna, que hoy tienen
en sus manos, en cuanto a que los seres humanos debemos soñar y hacer nuestros
sueños realidad.
Estos dos mexicanos, como muchos otros que han escrito con
letras de oro su historia dentro del espectáculo, el deporte y el arte, ya que
han logrado trascender fuera de nuestro país, siendo, sin duda, un verdadero
ejemplo a seguir para muchos de nosotros ya que comprueban que nunca es tarde
para cumplir un sueño y que nada es imposible en la vida cuando nos proponemos
algo.
Es esencial saber que para alcanzar nuestros objetivos
debemos tener una mentalidad positiva que nos lleve a decretar nuestros deseos
y el mejor camino consiste en que seamos disciplinados y perseverantes.
También es muy importante y necesario poseer una buena
autoestima, actitud, ambiciones, fijarnos metas, desarrollar una excelente
comunicación y el ingrediente más importante para que todo esto funcione
(porque no es magia): hay que saber y te tiene que gustar; trabajar.
Si las cosas no funcionan a corto plazo jamás debemos perder
la fe y qué mejor ejemplo que el de Leonardo DiCaprio, quien tuvo la suficiente
paciencia de saber esperar, fue perseverante durante muchos años y este fue el
momento de ser elegido como el mejor actor, personalmente me dio mucho gusto.
Los premios y reconocimientos son muy importantes pero lo
más importante, repito, es trabajar y hacer muy bien lo que nos toca,
finalmente un premio no es una garantía de por vida y está el caso, como muchos
otros, de Bette Davis, quien ganara su primer Oscar en 1935 por “Peligrosa” y
el segundo en 1938 por su actuación a mejor actriz en “Jezebel” (mismos premios
que años después fueron comprados por Steven Spielberg por 207 mil 500 y 578
mil dólares, respectivamente) y en 1962 Davis anunció en la revista Variety, en
la sección de anuncios clasificados, “madre de tres hijos solicita empleo”.
No creo que ninguno de nuestros multipremiados paisanos haya
hecho lo suyo pensando en que ganaría un Oscar y menos ¡dos al hilo!
“No tomo esta noche como una garantía”: Leonardo DiCaprio.
Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras.
ElHijodelSanto
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