Rodolfo
Guzmán Huerta, conocido como “Santo”, fue una de las mayores figuras del cine
mexicano entre los años 60 y 70. En España se hizo muy popular por sus
películas, la mayoría de ellas de terror o de “miedo” como llamábamos aquí los
filmes de este género. El Santo fue el héroe indiscutible de muchos niños y
jóvenes de la época.
Antes de
ello había sido luchador de catch profesional y personaje de una larga serie de
comics. El 5 de febrero de 1984 la vida de Guzmán llegó a su fin, pero su
leyenda como El Santo siguió viva, a través de sus películas y de la carrera de
uno de sus hijos, quien lucha como El Hijo del Santo.
El Santo
había nacido en 1917 y cuando comenzó su carrera fílmica ya contaba con 35
años. Luego de filmar sus dos primeros filmes en Cuba, Guzmán regresó al ring
por un tiempo. Había decidido cambiar del bando de los “Rudos” (un luchador
malvado, en oposición a los luchadores “buenos” o “Técnicos”), para estar a la
par de su personaje en las historietas gráficas. Antes del estreno de Santo
contra el cerebro del mal, su primera película, El Santo firmó contrato con
Alberto López de Filmadora Panamericana. Esta empresa ya había producido
películas con héroes enmascarados y de la lucha (por ejemplo, La sombra
vengadora). La primera película de Santo para López fue Santo contra los
zombies (1961), y Santo cobró 15.000 pesos por su trabajo. Eventualmente su
paga se duplicó a 30 mil pesos por película. En 1964 Luis Enrique Vergara
atrajo al luchador ofreciéndole 80 mil pesos por película y un contrato por
cuatro filmes. Este dato habla claramente de la realidad de la época: El Santo
se había convertido en uno de los más populares personajes del cine mexicano.
Continuó luchando profesionalmente durante las siguientes dos décadas, alternando apariciones en el ring y en la pantalla (usualmente los combates de El Santo eran filmados, y estos metrajes incluidos en sus películas). Durante los años ’70 la popularidad de la lucha libre como espectáculo mermó drásticamente. Intentó sobrellevar esta circunstancia, al igual que sus competidores Mil Máscaras y Blue Demon, pero el género estuvo prácticamente muerto a partir de 1977. Luego de dos mediocres filmes para Rafael Pérez Grovas (y una aparición como invitado en otro), Santo protagonizó solo dos películas más: El puño de la muerte y La furia de las karatecas. Estas películas contradijeron los rumores que decían que El Santo utilizaba dobles para ciertas escenas: si con 65 años, El Santo aún era capaz de descubrir su pecho y participar en varias escenas de acción, uno no puede llegar a imaginárselo habiendo previamente consentido la utilización de dobles (excepto para escenas extremadamente peligrosas o elaboradas). Sin embargo, El Santo comenzaba a mostrar síntomas de movimientos lentos, propios de la edad y del cansancio físico.
El 12 de
septiembre de 1982 El Santo participó de su última justa en el ring, y
oficialmente se retiró. Lo mismo hizo en el prólogo de la película Chanoc y
el hijo de Santo contra los vampiros asesinos, donde el personaje “abdicó”
en uno de sus hijos de la vida real, que se iniciaba como luchador profesional
como El Hijo de Santo (Rodolfo Guzmán Huerta se casó dos veces: de su primera
esposa tuvo diez hijos durante 40 años de matrimonio, y de su segunda tuvo un
hijo más).
Luego de
retirarse del ring y de la pantalla, El Santo continuó haciendo apariciones
públicas con su máscara dorada. En enero de 1984 participó en una serie de seis
programas televisivos en México de una serie llamada 2Contrapunto”. Los episodios,
titulados “Lucha Libre: Circo, Maroma, Teatro o Deporte” también presentaron a
otros luchadores famosos (como Blue Demon). En el último programa, emitido el
26 de enero de 1984, El Santo paralizó a los panelistas y a los cientos de
miles de televidentes cuando, sin previo aviso, se quitó casi por completo su
máscara. El avejentado rostro de Rodolfo Guzmán Huerta, El Santo, fue por fin
revelado al público, luego de más de 40 años de secreto.
Menos de
dos semanas después, el 5 de febrero de 1984, El Santo estaba participando en
una obra teatral en el Teatro Blanquita, en un sketch junto al cómico Alfredo
“Pelon” Solares. Luego del segundo show, Santo comenzó a quejarse de un dolor
en el brazo y en pecho. Fue llevado al hospital. Poco después la función se
suspendió: El Santo había muerto de un ataque cardíaco.
Fue
exhibido (enmascarado) ante miles de fans y aficionados que quisieron darle el
último adiós. Su ataúd fue llevado, durante más de una hora, entre la multitud
que entre lágrimas y aplausos quisieron homenajear al ídolo. Finalmente, con
toda su familia presente (incluido el enmascarado Hijo del Santo), fue puesto
en su nicho con su respectiva placa: “Rodolfo Guzman Huerta – El Santo”.
SANTO, El
Enmascarado de Plata
Rodolfo
Guzmán Huerta (23 de septiembre, 1917 – 5 de febrero, 1984), mejor conocido como Santo, el Enmascarado de
Plata, fue un luchador mexicano, actor, y héroe popular.
El Santo
es quizás el más famoso de los luchadores, y ha sido referido como “la más
grande leyenda” de los deportes mexicanos. Su carrera en la lucha libre
duró casi dos décadas, durante las cuales se convirtió en un héroe popular y un
símbolo de la justicia para el hombre común durante sus apariciones en las
historietas de acción (comics) y películas.
Nació en
Tulancingo en el estado de Hidalgo, hijo de Jesús Guzmán Campuzano
y Josefina Huerta (Márquez) de Guzmán como el quinto de siete hijos, Rodolfo
llegó a la Ciudad
de México en los
años 20, cuando su familia se asentó en el barrio de Tepito. En un inicio practicó Béisbol y Fútbol
Americano, y
entonces se interesó por la lucha. Aprendió Ju-Jitsu, luego lucha
grecorromana, no se
ha establecido cuando comenzó exactamente su carrera de lucha como competidor,
ya sea que fuese en la Arena Peralvillo Cozumel el 28 de Junio de 1934, o en el
Deportivo Islas en la colonia Guerrero de la ciudad de México en 1935, pero
durante la segunda mitad de la década 1930, se estableció como un luchador,
usando los nombres de: Rudy Guzmán, El Hombre Rojo, y El Murciélago II. Este
último nombre fue una copia de otro famoso luchador de esa época, y después de
un reclamo por el nombre por parte del Murciélago original, Jesús Velásquez, la
Comisión Mexicana de Boxeo y de Lucha, declaró que Guzmán no podría
utilizar ese nombre.
En los
inicios de 1940, Guzmán se casó con María de los
Ángeles Rodríguez Montaño (Maruca), una unión que produciría 10 hijos:
Alejandro, María de los Ángeles, Héctor Rodolfo, Blanca Lilia, Víctor Manuel,
Miguel Ángel, Silvia Yolanda, María de Lourdes, Mercedes, y el Hijo
del Santo, quien
también se convirtió en un famoso luchador con sus propios méritos.
En 1942 su entrenador, Don Jesús Lomelí, estaba armando un
nuevo equipo de luchadores, todos con vestimentas plateadas, y quería que
Rodolfo fuera parte de este equipo. √âl le sugirió tres nombres: El Santo, El
Diablo, o El Ángel, y Rodolfo eligió el primero. El 26 de Junio luchó en la Arena
México por
primera vez como El Santo. Cabe mencionar que en un inicio combatía en el bando
de los Rudos (lo cual no le favorecía para
obtener el apoyo del público, ya que en la época la gente apoyaba mayormente a
los técnicos) sin embargo, posteriormente se cambio al bando técnico. Bajo su nuevo nombre
rápidamente desarrolló su propio estilo, y su agilidad y versatilidad lo
hicieron muy popular.
Durante
la década de 1950, el artista y editor José Guadalupe Cruz comenzó a publicar
una historieta de El Santo, convirtiendo al Santo en el primer personaje
luchador de la literatura popular mexicana, su renombre rivalizaba solamente
con el legendario personaje de Kalimán.
En los
finales de los años 50, Fernando Osés, luchador y actor, invitó a Guzmán a
trabajar en las películas, propuesta que él aceptó, aunque sin abandonar su
carrera en la lucha libre, compaginando ambas actividades. Fernando Osés y
Enrique Zambrano escribieron libretos para las dos primeras películas del
Santo, Santo contra el Cerebro del Mal y Santo contra los Hombres
Infernales, ambas estrenadas en 1958, y dirigidas por Joselito Rodríguez.
La filmación se llevó a cabo en Cuba, y el rodaje terminó sólo un día antes que Fidel Castro entrara en la Habana y declarase la victoria de la
revolución.
Aun
cuando ambas películas tenían un bajo presupuesto y fueron altamente
improvisadas, tuvieron gran aceptación por parte del pueblo mexicano y se
convirtieron rápidamente en éxitos de taquilla, abriendo camino para más
películas de El Santo, así como aupando el éxito de la carrera de El Santo en
el cuadrilátero.
El estilo
de las películas de El Santo fue esencialmente el mismo durante las casi 60
películas que protagonizó, con argumentos donde actuaba como superhéroe
luchando contra criaturas sobrenaturales, científicos locos, etc. Con un tono
similar a las películas y series de televisión clase B de los EEUU (B-movies fueron las
películas que se caracterizaron por un muy bajo presupuesto y argumentos
fantásticos en la década de los 60), quizás muy similar a la serie de Batman de 1960.
En
México, su película más famosa fue El Santo contra las Momias de Guanajuato.
Y la película más conocida fuera del territorio mexicano fue Santo vs. las
Mujeres Vampiro (1962). En esta película la inversión en la producción fue
más alta, y dio una pauta para introducir un origen y la creación de su
mitología, estableciendo que él era el último en una línea de luchadores contra
el mal.
Aunque
las tentativas de crear un estilo de horror gótico generalmente se consideraron
menos que acertadas, y la película se considera más como una comedia que un
filme de horror en la actualidad, este fue un enorme éxito en taquilla, y se
exportó a muchos países.
El Santo
jamás perdió su máscara en combate. A principios de los años 80, se presentó en
el programa “Blanco y negro” del Sr. Jacobo Zabloduski, donde el presentador
logró lo que nadie pudo hacer en el cuadrilátero: despojar de su máscara a El
Santo, dejando ver por primera vez su verdadera identidad.
Santo, el
Enmascarado de Plata
Nombre
completo: Rodolfo
Guzmán Huerta
Lugar de
nacimiento: Tulancingo,
Hidalgo, México
Fecha de
nacimiento: 23 de
setiembre de 1917
Fecha de
fallecimientto. 5 de
febrero de 1984
También
conocido como:
El Enmascarado de Plata
El Enmascarado de Plata
Rodolfo
Guzmán Huerta debutó en los cuadriláteros en 1934, pero su leyenda comenzó a
tejerse el 26 de julio de 1942 en la legendaria Arena México. Aquella noche el
robusto luchador -quien a lo largo de los años hizo carrera bajo los nombres de
Hombre Rojo, Enmascarado, Murciélago II y Demonio Negro, entre
otros- estrenaba una flamante personalidad debajo de una brillante máscara
plateada. Había nacido Santo, el Enmascarado de Plata.
La leyenda
de Santo nunca fue producto de la casualidad. Su tenacidad y
versatilidad en el ring le valieron el respeto de sus contrincantes y la
admiración del respetable público que noche a noche llenaba los coliseos en
donde el Enmascarado de Plata daba cuenta de sus temibles rivales. Fue
rudo y técnico pero, ante todo, fue un peleador honesto que no tuvo que
recurrir a trucos ni escándalos para acrecentar su merecida fama.
De los
cuadriláteros a las pantallas, la ruta que siguió Santo para convertirse
en ídolo del cine mexicano lo condujo primero al mundo del cómic.
Gracias a la inventiva del dibujante y editor José Guadalupe Cruz, Santo
fue el primer personaje fantástico de la literatura popular mexicana y uno de
los más queridos, junto al legendario Kalimán.
El
Enmascarado de Plata debió
debutar en el cine en 1952. En aquel año, la popularidad de la lucha libre en
México iba en aumento gracias a las primitivas transmisiones de este
deporte-espectáculo por la televisión. Al mismo tiempo, las historietas
protagonizadas por Santo, el Enmascarado de Plata -impresas en aquel
inolvidable papel color sepia- invadían los puestos de revistas de todo el país
y vendían miles de ejemplares cada semana. Pocos años después, el tiraje de las
aventuras de Santo llegaría a más de un millón de revistas semanales.
El 14 de
enero de 1952 comenzó el rodaje de la primera cinta mexicana ambientada en los
cuadriláteros: La bestia magnífica (Lucha libre), melodrama del director
Chano Urueta, protagonizado por Crox Alvarado, Wolf Ruvinskis y Miroslava. Ese mismo año se filmaron tres
películas más sobre la lucha libre: El luchador fenómeno, comedia de
Fernando Cortés protagonizada por Resortes; Huracán Ramírez, de Joselito
Rodríguez, con David Silva como el luchador enmascarado; y El
Enmascarado de Plata, serie de episodios dirigida por René Cardona y
escrita por Ramón Obón y José G. Cruz, este último el ya mencionado creador de
la famosa historieta protagonizada por el Santo.
Debido a
circunstancias poco precisas, Santo no fue el protagonista de El
Enmascarado de Plata y su personaje fue interpretado por el también famoso
luchador El Médico Asesino. De las cuatro películas mencionadas, El
Enmascarado de Plata fue la que sentó las bases para el desarrollo del
género de luchadores en el cine mexicano. Con sus rostros ocultos detrás de
máscaras, los protagonistas de las cintas de luchadores se convirtieron en
campeones de la justicia, al más puro estilo de algunos super-héroes de los comics
norteamericanos como El Fantasma (The Phantom), personaje enmascarado
que luchaba infatigablemente contra el mal, creado por Lee Falk en la década de
los treinta.
En sus
aventuras, los enmascarados se enfrentaron por igual a psicópatas asesinos que
a monstruos del espacio, maléficas hechiceras, gánsteres internacionales,
mujeres-vampiro, momias sedientas de venganza, científicos enloquecidos o
contra todos a la vez, siempre buscando el triunfo de la ley y la justicia.
El
anhelado debut cinematográfico de Santo ocurrió en 1958 con dos
películas filmadas en Cuba y producidas por los hermanos Rodríguez: Santo
contra el cerebro del mal y Santo contra hombres infernales. A pesar
de la inmensa popularidad del personaje, los productores aún no creían que
pudiese convertirse en un imán de taquilla, por lo que la realización de ambas
cintas denota un enorme descuido y grandes dosis de improvisación. Como mera
curiosidad, cabe señalar que el rodaje culminó un día antes de que Fidel Castro
entrara en La Habana y declarase el triunfo de la Revolución.
Santo
contra los zombies (1961)
incorporó formalmente al Enmascarado de Plata al cine industrial
mexicano. A partir de esta cinta, su carrera se caracterizó por la variedad de
sus aventuras y la diversidad de escenarios en las que éstas se llevaron a
cabo. En ese mismo año, Santo se alió con la Interpol en Santo contra
el rey del crimen, resolvió delitos cometidos en zonas arqueológicas en Santo
en el hotel de la muerte y se enfrentó, en un ambiente de western,
al diabólico doctor Zuko en Santo contra el cerebro diabólico.
Al año
siguiente, Santo lograría una singular e inesperada internacionalización
gracias a la delirante cinta de horror camp titulada Santo vs. Las
mujeres vampiro. En la tradición del mejor cine gótico, el Enmascarado
de Plata se enfrentó a las inquietantes vampiresas en medio de un castillo
en ruinas, telarañas y tumbas abiertas. Con la ayuda de sofisticadas
herramientas -relojes intercomunicadores, videófonos futuristas y autos
convertibles- Santo se convirtió en una especie de James Bond
enmascarado, siempre listo para luchar por la justicia.
Santo en
el museo de cera, su
siguiente película, reforzó la nueva personalidad creada para el héroe
enmascarado. Esta cinta, una de las más representativas de la primera etapa de
la exitosísima carrera cinematográfica del Enmascarado de Plata,
conjunta todos los elementos y situaciones que ayudaron a construir el mito del
inolvidable héroe de la máscara plateada: su estrecha colaboración con la
justicia, su capacidad para analizar situaciones riesgosas combinada con la
fuerza necesaria para sortear los peligros, así como su habilidad para utilizar
artefactos de “alta tecnología” que le permitían ir un paso adelante de sus
adversarios.
De la
primera etapa de la filmografía de Santo destacan las cintas en las que
la lucha libre se combinó con el horror y la ciencia ficción: Santo vs. el
estrangulador (1963), Atacan las brujas (1964), Profanadores de tumbas (1965),
El barón Brákola (1965) y la delirante Santo, el Enmascarado de Plata
vs. la invasión de los marcianos (1966), además de las ya mencionadas Santo
vs. las mujeres vampiro (1962) y Santo en el museo de cera (1963).
Con Operación
67 y El tesoro de Moctezuma -filmadas simultáneamente en 1966 por
René Cardona, Jr.- el color llegó a las películas de Santo, al mismo tiempo que
se acentuó el suspenso de corte policíaco en sus tramas. En estas cintas, el
Santo hizo mancuerna con el actor Jorge Rivero para desbaratar a una peligrosa
banda internacional -con sede en Hong Kong- que intentaba, en la primera de
ellas, inundar de dinero falso a un imaginario país latinoamericano y, en la
segunda, robar el legendario tesoro del emperador azteca. El crítico e
historiador Rafael Aviña hace notar que el ambiente alrededor de Santo se
volvía más sofisticado:
A partir de este momento el Enmascarado de Plata ascendía en la escala social -recuérdese que lo mismo sucedió con los filmes de Mario Moreno “Cantinflas” y Pedro Infante-; contaba con un departamento de lujo, su laboratorio se modernizó y dejó las capas y las mallas por los sacos sport y los Jerseis de cuello de tortuga, sin que falte su auto deportivo al estilo James Bond.
En sus
aventuras, Santo siempre estuvo rodeado de bellas y atrevidas mujeres.
Algunas fueron temibles adversarias, como las misteriosas Lorena Velázquez y Ofelia Montesco de Santo
vs. Las mujeres vampiro o las inquietantes Maura Monti y Eva Norvind de Santo
contra la invasión de los marcianos; otras, como la escultural Elizabeth
Campbell de Operación 67 o la no menos imponente Amedée Chabot de El
tesoro de Moctezuma, fueron conquistadas por la galanura del hombre de la
máscara plateada. Otras más, como la singular Meche Carreño de El barón Brákola,
llegaron a quitarse la ropa en versiones editadas “para público adulto” que se
exhibieron fuera de México. Estas desinhibidas “versiones para exportación” de
las aventuras del Santo fueron las que conquistaron los mercados de
España, Francia y los Estados Unidos. De ellas, la más popular fue Santo en
el tesoro de Drácula (1968) que en el extranjero fue conocida como El
vampiro y el sexo.
Pero ni
los desnudos ni el sexo sugerido fueron la causa de la enorme popularidad que
alcanzaron las películas del Enmascarado de Plata en Líbano, Marruecos,
Egipto y Turquía, países bastante conservadores. En Beirut y Estambul aún
existen fanáticos del legendario luchador que afirman, con gran seriedad, que Santo
era un superhéroe de origen árabe o turco. La fama de Santo en Turquía
fue tan grande que llegaron a filmarse películas, como Los tres poderosos (3
Dev Adam) realizada en 1973, en las que su personaje fue interpretado por
una estrella local, el actor Yavuz Selekman.
Para
finales de los sesenta, la fórmula creada por las películas del Santo
funcionaba perfectamente con todos los públicos y el enmascarado se daba el
lujo de alternar el cine infantil de Santo contra Capulina (1968) con el
“porno-soft” de Santo en la venganza de las mujeres vampiro (1970).
La fama de Santo se extendía por todo el continente americano, Europa,
Medio Oriente y el Pacífico Asiático.
Durante
la siguiente década, las tramas de sus filmes oscilaron entre las intrigas
policíacas de corte internacional -como Misión suicida (1971),
Anónimo mortal (1972) o Santo en el misterio de la perla negra (1974)-
y las fantasías terroríficas, al estilo de Las momias de Guanajuato (1970),
Santo vs. la hija de Frankenstein (1971), Las bestias del terror (1972)
o La venganza de La Llorona (1974). Esta etapa de la filmografía del Santo
se caracterizó por sus rodajes en locaciones internacionales: Colombia,
Ecuador, Puerto Rico, Haití y los Estados Unidos sirvieron de escenarios para
sus aventuras.
La
anhelada super-producción se presentó en 1973, cuando el Enmascarado de
Plata rodó en España la que llegó a considerar su mejor película: Santo
contra el doctor Muerte. Para esta cinta, cuya trama se desarrollaba en el
siniestro mundo de los traficantes de arte, Santo contó con diez semanas
de rodaje en lugar de las tradicionales tres o cuatro de sus producciones
mexicanas.
El brillo
de la máscara de plata comenzó a opacarse hacia 1978. Aunque la popularidad del
Santo se mantenía vigente, los productores se desinteresaron de su
atractivo taquillero al descubrir que el cine de ficheras y el cine fronterizo eran géneros más rentables. El
tiempo también se puso en contra del Enmascarado de Plata, quien ya
superaba los sesenta años de edad. Aún así, el héroe de mil batallas se dio
tiempo para enfrentarse a unos cuantos villanos más y darle la alternativa a su
vástago en Chanoc y el Hijo del Santo vs. los vampiros asesinos (1981)
antes de realizar su última acrobacia fílmica en La furia de los karatecas
(1982).
Tras el
fallecimiento del Enmascarado de Plata, el cine de luchadores
desapareció casi por completo. Las parodias, alusiones y homenajes se
sucedieron sin que el género lograra “levantarse de la lona.” En 1981, el
director José Buil abordó al personaje desde una
perspectiva ácida e irónica en su mediometraje Adiós, adiós ídolo mío,
desatando el enojo de la familia del luchador y de sus seguidores
incondicionales. Tiempo después, Buil se reivindicaría con parientes y
admiradores del enmascarado al dirigir La leyenda de una
máscara (1989), nostálgico
homenaje al cine de luchadores y a la mítica figura del Santo.
Mientras
que intentos recientes por recuperar el interés del público hacia la lucha
filmada -como Octagón y Atlantis: La revancha (1990), Octagón y
Máscara Sagrada: Lucha a muerte (1991) y Los luchadores de las estrellas
(1992)- han fracasado estrepitosamente, las películas del Santo se
mantienen vigentes gracias a sus repetidas transmisiones por televisión. Al Santo
le sucede lo que a Pedro Infante, Mauricio Garcés y otros ídolos populares de la
pantalla: la televisión se niega a dejarlos descansar en paz. El video y el DVD
también han contribuido a perpetuar la imagen de Santo entre el público
del nuevo milenio y, aunque la cantidad de títulos disponibles no es muy
abundante, las ediciones en ambos formatos de los clásicos del Enmascarado
de Plata surgen con cierta regularidad.
Por su parte,
el otrora Hijo del Santo ha decidido que el personaje interpretado por
su padre posee el don de la reencarnación y es capaz de vivir nuevas aventuras
ante monstruos, vampiros, karatecas, extraterrestres y demás seres terrenales o
fantásticos. En la muy reciente Santo, el Enmascarado de Plata:
Infraterrestre (2000), el personaje creado por el ídolo del ring se funde
con el de su heredero, en uno de los más singulares casos de mutación genética
que registre la historia del cine.
Más
recientemente, Santo pasó a formar parte del mundo de los dibujos
animados, gracias a las caricaturas producidas por Cartoon Network, canal de
televisión dedicado a la producción y transmisión de series animadas. De esta
manera, Santo podrá continuar viviendo en las pantallas por mucho
tiempo, para deleite de las legiones de admiradores que aún desean verlo
triunfar en los cuadriláteros “a tres caídas y sin límite de tiempo.”
Santo, el
Enmascarado de Plata
El 5 de
febrero de 1984 el pueblo de México se despertó con una terrible
noticia que lo hizo estremecer, ya que la leyenda más grande del deporte mexicano dejaba de existir. El hombre que marcó una de las etapas más
importantes de nuestro deporte, se nos había adelantado en el
viaje.
El
enmascarado de plata le dio otro valor a la lucha libre, pues gracias a
él, traspasó fronteras, y es que su fama fue inmensa, aunque no tan grande como
su humildad, pues a pesar de haber sido el más grande gladiador, de convertirse
en una de las máximas luminarias del cine mexicano, siempre fue un hombre noble y un amigo para todo aquel
que se le acercaba.
Habrá
quien diga que su trabajo en el ring o en la pantalla grande era superado por
otros personajes, pero la verdad es que nadie más logró convertirse en el
máximo ídolo de México, en un fenómeno social que aún
varias décadas después los grandes investigadores no logran explicarse, pero
eso es hasta cierto punto lógico, ya que la fama y la interrelación que logra
un ídolo con sus aficionados es incomprensible. En Europa se pensaba que era un personaje
creado al estilo de Superman, pero grande fue su sorpresa al descubrir que era
una figura de carne y hueso que luchaba en México.
Sus
inicios
Vestido
de plata con una máscara sobre la cara que ocultaba sus facciones, musculoso,
fuerte y ágil, Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como Santo “El Enmascarado
de Plata”, resultó ser una de las grandes personalidades del espectáculo y
figura arraigada en la cultura popular. Se sabe que nació en
Tulancingo, Hidalgo, el 23 de Septiembre de 1917 y sus padres fueron Jesús
Guzmán Campuzano y Josefina Huerta (Márquez) de Guzmán. Rodolfo fue el quinto
de siete hermanos. Carismático y de gran presencia física estuvo predestinado desde sus inicios a ser un
destacado luchador. Tenía como arma principal sus poderosas piernas.
En los
años 20, el jefe de la familia Guzmán, en su afán por buscar
nuevos horizontes para sus hijos, decide emigrar a la ciudad de México. Su
nueva casa la establecen cerca del jardín del Carmen en el barrio de Tepito y
Rodolfo ingresa a la primaria “Abraham Castellanos” con el fin de terminar sus
estudios que había iniciado en su natal Tulancingo.
La
afición de Rodolfo eran los deportes, especialmente el béisbol y el futbol americano. Sin embargo, su interés por la lucha libre se hizo
evidente en los treinta. Según carteles de la época, evidencian que Rodolfo
inició su carrera en el pancracio el 28 de junio de 1934 en la Arena Peralvillo
Cozumel, aunque la Empresa Mexicana de Lucha Libre (EMLL)
asegura que comenzó en 1935 en el Deportivo Islas de la Col. Guerrero. Cuando
Rodolfo trabajaba en una fábrica de medias para dama se le ocurrió aprender
jiu-jitsu. Después aprendió la lucha grecorromana, lo que lo animó a
convertirse en luchador. Fue en la arena de Pachuca donde el también luchador
Jack O’Brien vio el estilo luchístico de Rodolfo -quien se hacía llamar “Rudy”
Guzmán- y lo recomendó con Jesús Lomelí instructor de la EMLL (dirigida por
Salvador Lutteroth Glz.), quien los trajo a la capital.
Sin
embargo Rodolfo pasó sin pena ni gloria en sus inicios, no era malo, pero
tampoco lograba meterse en el gusto del aficionado, por lo que decidió
enmascararse, y encarnar un nuevo personaje.
Rodolfo
se hizo una máscara, un nuevo equipo, y un par de meses después se presento
como EL HOMBRE ROJO. Tenía que luchar casi a
diario por varios rumbos de la ciudad para ganarse la vida. Cuando no había
combates realizaba diversas labores: modelador, pintor, carpintero, mecánico, y
varias más. En 1936 Rodolfo ingresó a la EMLL y triunfó en la antigua Arena
México en su presentación y perdió en los dos combates siguientes. Nuevamente,
la misma historia: ni pena ni gloria, y el público
seguía sin tomarlo en cuenta, por ello en Noviembre de ese año decide dejar la
EMLL.
También
Jesús Lomelí salió de las filas de la empresa para hacer su propio espectáculo
luchístico y no duda en buscar al Hombre Rojo, de este modo Rodolfo se
reencontró con el hombre que lo había ayudado en sus inicios.
Tratando
de conseguir fama y fortuna Rodolfo Guzmán decide enmascararse como el MURCIELAGO
II aprovechando un poco la fama de Jesús “EL MURCIELAGO” Velázquez, pero el
dueño del nombre original apela a las autoridades de la Comisión de Box y
Lucha, con el fin de retirárselo al incipiente luchador. Rodolfo se quedó
pasmado, sin ánimos, tanto trabajo que le había costado conseguir algo de fama,
y de pronto, sus sueños se fueron por la borda y por si fuera poco su vida
familiar se trastocaba con la muerte de su padre (Jesús Guzmán Campuzano).
A principios de los años 40, Rodolfo contrajo
matrimonio con María de los Ángeles
Rodríguez Montaño (Maruca) en la iglesia de la Magdalena Mixhuca, y su
padrino fue Salvador Lutteroth González. El matrimonio procreó diez hijos: Alejandro,
María de los Ángeles, Héctor Rodolfo, Blanca Lilia, Víctor Manuel, Miguel Ángel,
Silvia Yolanda, María de Lourdes, Mercedes, y el Hijo del Santo.
En esa
década, tanto don Jesús Lomelí como Rodolfo regresaron de nuevo a la EMLL. Días
después don Jesús ya le tenía un nuevo equipo, uno totalmente plateado. Ahora
había que elegir un nombre, Don Jesús había pensado en El Santo, El Diablo o El
Ángel; Rodolfo se decidió por el primero de ellos, y con cerca de siete pesos,
se puso a hacer el equipo, que fue sumamente humilde, la máscara era un
verdadero horno, pues era de piel de cochino, y dentro de ella, el
calor era insoportable.
El 26 de
Julio de 1942 hizo su debut como el Santo, ahí El Santo tuvo que medirse con el
LOBO NEGRO, quien lo estaba dominando ampliamente, la desesperación hizo presa
del plateado, quien no encontraba la forma de derrotar a su enemigo, el joven
Enmascarado de Plata optó entonces por la violencia, empezó a vapulear a su rival,
pero lo que logró fue que El Santo le hiciera pedazos la camisa, el tercero
sobre las cuerdas no atinaba la forma de detener el huracanado ataque del rudo
debutante, así que optó por lo más sano: descalificarlo.
Nunca nadie había perdido por descalificación en nuestro país, por lo que la gente se quedó admirada del nuevo rudo. El plateado anhelaba ser el campeón en las diferentes categorías del pancracio y también agradar al público que pagaba por verlo. Con ese espíritu de lucha, el 16 de agosto de 1942, en la vieja Arena México enfrentó a quién sería, con el paso de los años, uno de sus adversarios más encarnizados: “Bobby” Bonales “La Maravilla Moreliana”. Gracias a esa batalla, El Santo reflexionó sobre el valor de su máscara: “me propuse conservarla contra viento y marea, pues era la máxima expresión de mi.
Los Cronistas de la Lucha Libre hoy te cantamos tu Cumpleaños Feliz, nunca te olvidaremos...
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