sábado, 30 de enero de 2016
Del pancracio a la pantalla
El cine de luchadores se popularizó entre los años 50 y 60. En poco tiempo los nombres de El Santo, Blue Demon y Mil Máscaras, se integraron a repertorio de estrellas del cine mexicano.
La popularidad de este género trascendió las fronteras de nuestro país, al grado ser convertido en cine de culto en algunos países, por ejemplo, la Cinemateca Francesa posee la colección de cine de luchadores más grande fuera de México.
En 1952 se realiza La Bestia Magnífica de Chano Urueta, la primer película del cine de luchadores, ese mismo año se realizan otra tres películas, El Luchador Fenómeno de Fernando Cortés, Huracán Ramírez de Joselito Rodríguez y El Enmascarado de Plata de René Cardona, dando apertura a lo que se convertiría años después en cine de culto mexicano, y más que eso, cultura, distintivo e identidad. Una año clave para llevar este cine a lo más alto es 1958, aparece La Última Lucha de Julián Soler y El Santo se encumbra como protagonista y héroe de estas películas.
La trama es muy sencilla y similar en todos los casos, una lucha en la Arena que lleva a una lucha por el futuro del mundo, venciendo a toda clase de enemigos, desde doctores malignos, extraterrestres y monstros. Los luchadores suelen ser agentes secretos que, para despistar al enemigo, se convierten en luchadores. Esto los ha hecho fuertes y aptos para llevar a cabo tan peligrosa misión.
El cine de luchadores no es cosa del pasado, en los últimos años se han realizado algunas películas que, aunque no son totalmente de luchadores, sí tienen fuertes referencias hacia este género que se convirtió en un ícono de la cultura mexicana.
Cortesía: http://elmodo.mx/el-modo-del-modo
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