Para ser director de cine se requiere de una gran sensibilidad, pasión, conocimientos. En la historia de la cinematografía han existido grandes directores como Orson Wells, Frank Capra, Sergei Eisenstein, Alfred Hitchcock y los mexicanos de la Época de Oro de nuestro cine: Luis Buñuel, Fernando Soler, Ismael Rodríguez, Emilio Fernández y otros más que trabajaron con El Santo, como don Joselito Rodríguez, René Cardona, Miguel M. Delgado, Gilberto Martínez Solares, Miguel Zacarías o el español Rafael Romero Marchent.
En la actualidad los nombres de Guillermo del Toro, Alex de la Iglesia, Alejandro González Iñárritu, Pedro Almodóvar, Steven Spielberg, Tarantino, Tim Burton y Cuarón entre muchos más, nos son sumamente familiares ya que han sido galardonados con diferentes premios por su excelente trabajo.
El pasado sábado 27 de junio disfruté en un canal de televisión un maratón de cine de El Santo y volví a gozar películas como El Museo de Cera, El estrangulador, Las lobas, El águila real y Anónimo mortal entre otras.
En estos filmes observé con detenimiento las luchas y los pleitos entre El Santo y sus enemigos y reflexioné sobre el trabajo de mi padre.
Hoy, en esta columna, y sin ninguna intención de hacer comparaciones con nadie ni mucho menos con estos grandes directores, quiero reconocer el excelente y profesional trabajo de mi padre como director de acción.
¡Sí, señor, director de acción!, pues él era el encargado de dirigir todas las escenas de acción de sus películas, así como de las luchas en el ring y éste es un mérito que nadie le ha reconocido jamás.
Mi padre elegía a los luchadores que participaban en sus filmes y que decía que eran de acero, resistentes a todo tipo de golpes y acciones peligrosas. No contrataba para estas escenas a los famosos stone men’s, también conocidos como hombres de piedra.
Así que mi papá no sólo interpretaba magistralmente como actor a su personaje, también dirigía en los pleitos a sus colegas luchadores como Fernando Osés, Benito Galán, el Indio Cacama, Nathanael León Frankenstein, Cavernario Galindo, Lobo Negro, El Audaz, Ismael Ramírez, El Greco, Goliath Ayala o Tony Salazar.
Y aún con mayor mérito lograba dirigir a los actores que en ocasiones no eran doblados en las escenas de acción por algún luchador, como fue el caso de don Érick del Castillo, Juan Gallardo, Armando Silvestre, Jorge Rivero y Aldo Monti, entre otros.
Por si no lo sabían, en más de las 50 películas que protagonizó El Enmascarado de Plata, todas las escenas de acción filmadas en el ring, en los sets, en las calles, en selvas, en castillos y todo tipo de locaciones fueron dirigidas por él mismo, con lo cual logró el objetivo de un buen director de acción: emocionarnos y disfrutar cada uno de los encuentros. ¡Honor a quien honor merece!
Antes de despedir esta columna, leída por tantos amigos fieles a El Gráfico, quiero compartirles que los próximos 9, 10 y 11 de julio lucharé de nuevo en la bellísima ciudad europea de Londres, Inglaterra.
Para mí esto es un gran desafío, ya que después de casi dos años de inactividad sobre un ring a causa de la lesión que aún tengo en la medula espinal no será nada fácil enfrentarme a gladiadores como El Ángel Blanco y a Dr. Wagner.
Son sentimientos encontrados porque también siento mucha emoción de volver a estar cerca del público, de escuchar sus gritos, de sentir el aplauso y de emocionar a los asistentes en compañía de Cassandro (el exótico), quien siempre que ha ido con Todo X El Todo ha logrado una gran aceptación entre ese público inglés.
En esta gira que produce Lucha Libre World también participan Mascarita Sagrada y Octagoncito (los originales), así como Rayman, el Brasileño Zumbi y el francés Karaoui, quienes han sido parte de nuestra empresa.
Sólo le pido a Dios que me deje regresar con bien para hacer la gira de México.
Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras.
EL HIJO DEL SANTO
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