La representación del héroe: mujeres, luchadores y otros personajes en las películas del Santo
Autor: Delfín Romero Tapia
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Villahermosa, 2010, 187 págs.
La sacralidad de su nombre, el
misticismo de su atuendo, la libertaria experiencia de la
sobre-identificación en su figura, la valentía y la bondad de su
vigorosa personalidad, la segura tranquilidad que implica su sola
presencia… todo ello detrás de una máscara que significa el más grande
hallazgo de la imaginaria especulación de un pueblo que encuentra en un
héroe de carne y hueso la expresión más nítida (y surreal) de la
seguridad y resguardo del ideal de la Justicia y el Bien: EL SANTO, EL
ENMASCARADO DE PLATA.
La singularidad de la leyenda del Santo
consiste en el hecho de haber sido vivida, es decir, que los rasgos
característicos del héroe fueron experimentados de manera real por el
pueblo mexicano (todas las personas que de una u otra forma se vieron y
se han visto afectados por la particular presencia del Enmascarado de
Plata), y por todos aquellos que aún sin ser mexicanos también pudieron
apreciar la pompa y gloria de la realidad de un héroe encarnado detrás
de una máscara que dibujó con su enigmática presencia la capacidad de
representar los ideales más altos de la Justicia mediante su VIRTUD
LUCHÍSTICA dentro y fuera del ring, a través de realidades concretas con
las que intentaba dar fin a los problemas que aquejaban a los más
débiles y, obviamente, también a través de realidades fantásticas que
–bajo distintos rostros- intentaban traer el imperio del mal mediante la
sádica presencia de desalmados monstruos, muertos vivientes,
anacrónicos tiranos (la legión nazi), científicos enloquecidos que
usaban la ciencia para el dominio del mundo. En medio de aquella locura,
solamente había alguien que en su condición humana “demasiado humana”
podría luchar contra las legiones del mal. Ese alguien no es otro sino:
EL SANTO, EL ENMASCARADO DE PLATA.
Delfín Romero Tapia, a través del libro La representación del héroe: mujeres, luchadores y otros personajes de las películas del Santo,
lleva a cabo un sencillo y profundo análisis de éste encarecido
personaje popular trayendo consigo un estilo tan original que no
podríamos describir sino como: la APOLOGÍA DE UN ICONOCLASTA. Patricia
Torres San Martín ha señalado con gran precisión el carácter agonístico
que el propio autor, Romero Tapia, tuvo que enfrentar al indagar la
naturaleza heroica de éste personaje que a través de una respetable y
fundamentada descripción del cine en México (llevada a través de la
generalidad de los rasgos más característicos de los prototipos
fundamentales del cine nacional clásico, cruzando por los matices
generales que dieron lugar la experiencia cinematográfica de las más de
300 películas documentadas del llamado “género de luchadores” en México,
llegando a las más de cincuenta películas filmadas con el personaje del
Santo, hasta concluir con un valioso análisis de tres películas del
Enmascarado de Plata que sirven de base para el desarrollo del análisis
propuesto por el autor de éste libro), tratándose así de un profundo y
meticuloso texto en el que el autor del libro tuvo que enfrentar una
laudable batalla, como si el arte de escribir se transformara en una
especie de batalla campal, al hacer de ésta documentada reflexión un
ejercicio de “desenmascaramiento de su propio superhéroe” con la
intención de brindar suficiencia en la exigencia de la objetividad que
merece un estudio como el que nos ofrece éste libro.
El Enmascarado de Plata sufre varias
transformaciones hasta consolidar su imagen más acabada; dichas
transformaciones podríamos tipificarlas como: el paso del hombre al
héroe, la conversión de la anécdota a la leyenda, la configuración que
va de la sencillez de Rudi Guzmán hasta alcanzar la gloria del Santo. La
reflexión del Romero Tapia decidió concentrarse en la “figura del
héroe” como elemento principal de análisis para brindarnos cuatro
capítulos en los que se presentan fundamentalmente dos escenarios
determinantes en la investigación: la representación del héroe (el Santo
como una especie de “sobre-identificación” de la realidad con un mito) y
la representación de la Mujer (la mujer en el cine del Santo, o la
mujer expuesta desde la mirada del deseo masculino proyectada por la
figura del Santo). Siguiendo éste orden, los cuatro capítulos que
constituyen el texto describen los distintos momentos que encierran el
universo de ésta contundente y amena reflexión: en primer lugar, aparece
la vida, obra y milagros del Santo; en segundo lugar, la descripción
general del cine de luchadores en México como marco de referencia a lo
que llamaríamos el camino iniciático de la leyenda viviente;
posteriormente, la figura del Santo vista desde la consolidación y
formas del camino hacia la gloria en la imagen del héroe; y finalmente,
un sugerente acercamiento a una deconstrucción de la imagen de la mujer.
Una verdadera odisea descrita por los colores del enigma detrás de la
máscara de plata.
El objeto de estudio de éste análisis
tiene como referente a la figura del Santo, exclusivamente a la figura
constituida por su aspecto puramente cinematográfico, partiendo del
rebasamiento de la figura del clásico héroe del cine en México (una
imagen enunciada por el estereotipo del realismo sublimado del macho
mexicano, propio de la época de la década de los 40 y 50), que avanza
gradualmente hasta alcanzar una imagen que –sobrepasando la sublimación
de la realidad- alcanza el nivel del mito. Ese es concretamente el
objetivo: describir desde un “criticismo iconoclasta” la experiencia
mítica del carácter del héroe encarnado en la figura del Enmascarado de
Plata. La máscara del Santo no oculta un rostro, antes bien, expresa los
múltiples nombres que la identidad de un héroe pudiese tener. Es así
como el método nombrado “la jornada del héroe” sugerido por el
renombrado exégeta Joseph Campbell, a través de su obra El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito,
permite establecer un riguroso criterio de determinación clasificatorio
para organizar las distintas fases que darán lugar a una radiografía de
la identidad de éste enigma enmascarado, teniendo en las películas Santo contra el cerebro diabólico (1961), Operación 67 (1966) y Santo en la venganza de las mujeres vampiro
(1970) el material del que se nutre esta mirada que adentrará al lector
al espacio más íntimo que hicieron de éste gran personaje una
enigmática leyenda.
Enfocado a dirigir toda su vida y sus
propias fuerzas al servicio de las “causas nobles”, estos ideales llevan
al Santo a encontrar su regla de acción en una serie de preceptos
morales que parten de una ética regida por la idea de un bien que ha de
luchar contra el mal por encima de cualquier circunstancia llevando
consigo un código moral descrito en seis principios: no hacer el mal a
nadie, nunca engañar a los semejantes, dedicarse en cuerpo y alma a
defender a los débiles, castigar implacablemente la ley del mal, portar
la máscara por diez años y jamás servirse de un arma para combatir a los
enemigos. Seguir fielmente estos preceptos harían del Santo un ser
implacablemente impecable, pero, nuestro héroe enmascarado, al final de
cuentas, no sigue al pie de la letra estos preceptos y sin embargo eso
no lo hace prescindir de su dignidad más profunda. El Santo se encuentra
justo en el término medio que va de la santidad del personaje
inalcanzable hasta la singularidad del héroe popular, que lo transforma
en alguien tan común y corriente como a cualquiera de los mortales. Es
lo que se llama la sobre-identificación del personaje: un héroe de carne
y hueso que es a la vez un hombre y un santo… demasiado humano para ser
un santo, demasiado bueno para ser real. Comienza el mito.
Finalmente, el texto desarrolla una
reflexión de carácter posmoderno a través de la imagen de la mujer a
partir de la configuración de la imagen heroica del Santo. Los distintos
rostros de la mujer (vampiras, marcianas, mujeres lobo, científicas,
amas de casa o simplemente señoras) no han de ser confundidos con la
representación misma de la mujer, es decir, los distintos rostros de la
mujer son los personajes en los que se encubre una identidad que tiene
su razón de ser en El Santo, siendo esto que la mujer expresaría lo que
en términos cuasi-psicoanalíticos se describe como: la Mirada de la
mujer es el deseo masculino referido desde el escenario significativo
del Santo. En su versión más radical se podría decir: la mujer, en el
cine del Santo, no existe sino a través del significado radical que éste
le otorga bajo el rostro de la imposible relación sentimental, la
experiencia eterna de ser salvada o perdida, o simplemente, el principio
del mal que funge un rol debilitador de la potencia de actuar en el
Enmascarado de Plata. La mujer, un tema altamente provocativo.
La representación del héroe: mujeres, luchadores y otros personajes de las películas del Santo es
un texto que observa con detenimiento la formación de la identidad de
un personaje que, a pesar de carecer de la conservación de la memoria
cinematográfica en cada una de sus películas (en cada una de las
películas El Santo se nos ofrece como un personaje completamente nuevo
en el que no conserva un pasado narrativo sino solamente ético),
manifiesta la continua sucesión de una serie de virtudes que lo
transforman más que en una leyenda, en un mito. La apología de la imagen
de un héroe encarnado hecha por un iconoclasta. La presentación de un
personaje que comienza a ser referida a partir de la sublimación de sus
virtudes hasta alcanzar de manera extraña una identificación aún más
cercana a partir de sus defectos. Un libro provocador que de manera
amena y muy bien documentada despierte vorazmente una curiosidad por
echar de nuevo una mirada renovadora a las películas que construyeron la
imagen del mito: EL SANTO, EL ENMASCARADO DE PLATA.
Mtro. Rommel Navarro Medrano
Mexicano.
Maestro en Filosofía del Departamento de Filosofía, Centro
Universitario de Ciencias sociales y Humanidades de la Universidad de
Guadalajara. Áreas de investigación: Filosofía clásica, Historia de la
filosofía y Posmodernidad. Última publicación, de carácter filosófico:
“Gilles Deleuze: la ontología de la diferencia”
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