Las lesiones son las facturas más caras que debemos pagar los luchadores
Regresé
porque no quería ser un mueble más en mi casa
Dice que seguirá hasta que el cuerpo aguante
Han pasado casi 32 años de aquella legendaria
imagen en la que el luchador mexicano Canek logró cargar al inmenso
gladiador francés André El Gigante, quien pesaba cerca de 250 kilogramos y medía más de dos metros de altura.
“Enfrentarme a El Gigante en mi país era una de mis máximas aspiraciones. Cuando logré alzarlo no lo creía, ya lo había intentado antes y en ese momento pensaba que no podría hacerlo, pero estar arriba del cuadrilátero y el apoyo de la afición me hizo conseguirlo. Desgraciadamente eso fue motivo para que se me destrozaran las rodillas desde aquel entonces”, relató el enmascarado de 63 años, quien fue el segundo gladiador mexicano en pisar el Madison Square Garden.
Estuve en rehabilitación, pero aún así no me recuperé del todo, se me rompieron los tendones internos cruzados y así anduve trabajando por espacio de 20 años, agregó.
El originario de Frontera, Tabasco, explicó que precisamente las lesiones son algunas de
las facturas más carasque ha pagado en sus 41 años de carrera.
La primera fue muy fuerte, cuando se me rompió el tríceps y se me arrancó el tendón del brazo izquierdo, pero así terminé de luchar. Me operaron y gracias a Dios quedé bien, indicó el veterano.
No obstante, el malestar en las rodillas era cada vez peor.
Estuve más de 10 años buscando quién me operara, y cuando encontré al médico indicado pensé que era lo mejor, ya no podía seguir así, dijo.
El Príncipe Maya recordó que tomó la decisión a sabiendas de que la intervención podría significar su retiro definitivo de los encordados. Sin embargo, aseguró que su familia y su propio bienestar fueron los factores que lo motivaron a someterse a la cirugía.
La fama tiene precio
¿De qué te sirve tener el dinero guardado si vas a estar en una silla de ruedas y amargado? Preferí arriesgarme, ver qué se podía hacer. Pensé estar bien en lo que me quedara de vida. La fama tiene un precio y era momento de pagarlo, comentó.
Estuve mucho tiempo en rehabilitación, reposaba en mi hogar, estaba tranquilo, ya me había resignado a que no volvería a pelear, pero después de un tiempo me sentía incompleto. Necesitaba esa adrenalina que sientes cuando subes al encordado, no quería ser un mueble más de mi casa y fue cuando decidí regresar. Y aquí sigo, recordó.
El tabasqueño señaló que a pesar de los fuertes dolores que lo han aquejado durante su carrera por las lesiones sufridas, nunca se ha inyectado o tomado sustancias ilegales para disminuirlos.
Orgullosamente puedo decir que nunca consumí medicamentos que no fueran recetados por un doctor. Hay quienes lo hacen, pero eso no es para mí, siempre me mantuve alejado de eso. Con tantos años en la lucha uno aprende qué tomar para sentirse mejor, para aliviar el malestar, pero siempre bajo la supervisión de un médico, expresó.
–¿Cómo ha hecho para mantenerse al margen de los vicios y las tentaciones que llegan con la fama?
–Alejándome de las malas compañías. Pueden decir que soy muy serio, huraño, pero eso es lo que me ha funcionado. No tomo, no fumo y mucho menos consumo drogas, así que cuando veo que alguien lo hace prefiero retirarme. Les digo que por eso yo no bebo, para no aguantar borrachos, así que mejor me voy –respondió antes de soltar una breve carcajada.
El ícono de la lucha libre mexicana afirmó que otra de las facturas más costosas que ha pagado en su trayectoria es no haber estado con sus seres queridos en momentos difíciles, como la muerte de sus abuelos y de su padre.
Recordó que cuando falleció su padre, él estaba por disputar un pelea en Tijuana y al enterarse de la noticia tomó la decisión de cumplir con el compromiso.
“Me sentí mal, triste. Todo estaba listo. Fui al parque y me puse a analizar: a mi padre le di en vida todo lo que pude, disfrutó mucho de mi carrera, y me dije ‘él ya vivió su vida y ahora yo tengo que vivir la mía’, y me fui a luchar”, expresó.
Sin embargo, aseguró que cada una de estas situaciones
“Dos de mis máximos ídolos eran El Santo y Blue Demon.
Entonces, cuando llegué a pelear con y contra ellos fue algo
impresionante para mí, no podía creerlo. Recuerdo que vi el rostro de El Enmascarado de Plata tres años después de haber empezado a trabajar con él”, contó.
–Si ya vivió tantas cosas, ¿por qué sigue luchando aún, a pesar de su salud?
–Porque esto es lo que me gusta, para esto nací, mientras el cuerpo aguante lo seguiré haciendo. Sé que llegará el momento en que tenga que retirarme, pero creo aún tengo mucho que dar.
–Usted ya no tiene nada qué demostrar a nadie...
–¡Claro que sí!, ¡ahora más que nunca!: este domingo en la Arena México tengo que dejar claro quién soy, demostrar a esos peleadores jóvenes lo que es la verdadera lucha libre. Quiero que vean que aún hay Canek para rato. Este deporte es cruel, pero mientras mis aficionados me sigan, yo ahí estaré...
–Alejándome de las malas compañías. Pueden decir que soy muy serio, huraño, pero eso es lo que me ha funcionado. No tomo, no fumo y mucho menos consumo drogas, así que cuando veo que alguien lo hace prefiero retirarme. Les digo que por eso yo no bebo, para no aguantar borrachos, así que mejor me voy –respondió antes de soltar una breve carcajada.
El ícono de la lucha libre mexicana afirmó que otra de las facturas más costosas que ha pagado en su trayectoria es no haber estado con sus seres queridos en momentos difíciles, como la muerte de sus abuelos y de su padre.
Algo de lo más complicado ha sido no estar cuando mi familia me necesitaba, pero si quería seguir en la lucha libre, ser alguien importante, tenía que sacrificar algo, sostuvo.
Recordó que cuando falleció su padre, él estaba por disputar un pelea en Tijuana y al enterarse de la noticia tomó la decisión de cumplir con el compromiso.
“Me sentí mal, triste. Todo estaba listo. Fui al parque y me puse a analizar: a mi padre le di en vida todo lo que pude, disfrutó mucho de mi carrera, y me dije ‘él ya vivió su vida y ahora yo tengo que vivir la mía’, y me fui a luchar”, expresó.
Sin embargo, aseguró que cada una de estas situaciones
ha tenido sus pros y sus contras. Cuando murió mi abuelita me di a conocer en Monterrey, creo que ahí tomé el camino adecuado. Al fallecer mi abuelito, a los dos días me iba a Japón por primera vez, mi sueño de niño, y el país donde más he triunfado.
El Santo y Blue Demon, sus ídolos
Tras cuatro décadas sobre los cuadriláteros, Canek señaló
que una de las mayores satisfacciones de su carrera ha sido “convivir y
aprender de grandes luchadores como El Santo, Blue Demon, Cavernario Galindo, Ray Mendoza y El Solitario, entre otros”.
Una vez, al llegar a un aeropuerto, se me acercó un hombre y me saludó... su voz se me hizo familiar pero no sabía de dónde lo conocía, no lograba identificarlo. Después de un rato lo miré detenidamente, vi cómo se paraba, la postura de sus brazos, su porte y supe que era él. Me quedé impactado, afirmó.
–Si ya vivió tantas cosas, ¿por qué sigue luchando aún, a pesar de su salud?
–Porque esto es lo que me gusta, para esto nací, mientras el cuerpo aguante lo seguiré haciendo. Sé que llegará el momento en que tenga que retirarme, pero creo aún tengo mucho que dar.
–Usted ya no tiene nada qué demostrar a nadie...
–¡Claro que sí!, ¡ahora más que nunca!: este domingo en la Arena México tengo que dejar claro quién soy, demostrar a esos peleadores jóvenes lo que es la verdadera lucha libre. Quiero que vean que aún hay Canek para rato. Este deporte es cruel, pero mientras mis aficionados me sigan, yo ahí estaré...
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