Hace 32 años falleció El Santo, aquel padre cariñoso detrás de la máscara y al que echo mucho de menos
Como todos los Viernes le doy las gracias a mi buena amiga la Dra. Janeth Peñafiel, por enviarme la columna del Hijo del Santo...
Un día como hoy 5 de febrero pero de 1984 (hace 32 años), fue uno de los días más tristes de mi vida. El hombre a quien más amaba y admiraba se iba de mi lado inesperadamente, pues jamás imaginé que mi padre fallecería a los 67 años de edad, sobre todo porque físicamente se veía entero y era jovial pero lamentablemente su corazón dejó de latir.
Afortunadamente la vida me dio la oportunidad de despedirnos dos días antes de su partida cuando lo visite en su casa para avisarle que saldría de viaje al puerto de Acapulco, en donde lucharía justamente el domingo 5 de febrero. Hoy, después de tantos años de no estar a su lado, me siento muy orgulloso de lo que he logrado, porque sé que él también lo está porque he seguido al pie de la letra todos y cada uno de sus consejos y recomendaciones dentro y fuera del ring.
Mi padre era un hombre cariñoso y a pesar de que de sus labios jamás escuché un ´te amo hijo’, se que sentía un enorme amor por mí. Me lo demostraba a su manera cuando me mecía en sus brazos, entonando con ternura canciones de cuna caminando pacientemente de un lado a otro en su habitación o cuando me despertaba en mis vacaciones escolares a las 7 de la mañana, acariciando con ternura mi lacia cabellera y me retaba para jugar una cascarita de futbol o un encuentro de frontón. Recuerdo que yo me levantaba feliz y me vestía de prisa, bajaba atropelladamente las escaleras para dirigirme al patio en donde él ya me esperaba sudoroso y enfundado en unos pants, listo para nuestro encuentro. Fui su hijo menor y quizá nuestra diferencia de edades fue el lazo que más nos unió, ya que por su excesivo trabajo no disfrutó tanto la niñez de mis hermanos mayores como disfruto la mía. Cuando yo aún no cumplía los 7 años de edad, mi papá estaba más dedicado al cine al ser el co-productor de sus películas, hecho que lo mantenía por mayor tiempo en la Ciudad de México y en nuestro hogar, así que me convertí en su compañero de juegos, de visitas al Centro de la ciudad en donde tenía asuntos personales que atender. Yo era su fan número uno y lo acompañaba a todas las arenas de lucha libre y lo más divertido era ser su compañero en los sets cinematográficos, en donde filmé a su lado varias películas.
No tiene que ser 5 de febrero para recordarlo, ya que permanece en mi mente todos los días cuando veo sus objetos o me enfundo en mi máscara plateada. Aunque debo confesar que lo extraño y me gustaría escucharlo, poder abrazarlo con todas mis fuerzas y besar sus ásperas mejillas. ¡Si ustedes cuentan con la enorme bendición de tener vivo a su papá, disfrútenlo al máximo!, si no lo tienen, recuérdenlo con cariño sin importar como haya sido su historia, finalmente él también les dio la vida. “Quisiera estar sentado y a tu lado y sin hablar, dejar salir el sol, mirar pasar todo ese tiempo junto a ti, los recuerdos que viví, nuestra historia tan feliz”: Manuel Mijares.
Para ustedes falleció El Santo, pero para mí falleció mi papá; hoy es su aniversario luctuoso y lamento mucho su ausencia. Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras.
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