De 1952 a 1956, la revista se sustenta en la idea y los
guiones del propio José G. Cruz, quien no duda en echar mano de películas,
novelas, cuentos, leyendas, chismes de comisaría, hechos históricos, noticias
periodísticas, mitología grecolatina, cantares de gesta, poemas épicos y hasta
la Biblia a fin de tener qué contar.
Por ese entonces, los años canónicos de la publicación, Cruz
cuenta con el apoyo del fotomontador y dibujante José Trinidad Romero, a la
cabeza de un equipo conformado por sus hermanos además de Juan Tovar, Arturo
Dávila y el fondista Horacio Robles, entre otros.
Son ellos quienes se encargan de hacer de esta historieta
técnicamente se trata de un fotomontaje narrativo un verdadero fenómeno, que
perdura por cerca de 30 años y que, a pesar de los intentos, jamás logra ser
mínimamente igualado por las protagonizadas por otros luchadores como Blue
Demon, Tinieblas, Konnnan, Cibernético y Místico.
Entre otras razones, tal vez la fundamental, porque ninguno de ellos resulta digno de comparación con el personaje de las aventuras de José G. Cruz: Santo, el Enmascarado de Plata, quien más tarde sería encarnado por Rodolfo Guzmán Huerta, el Santo de verdad, para echar a andar una de las máximas leyendas del cine nacional.
Entre otras razones, tal vez la fundamental, porque ninguno de ellos resulta digno de comparación con el personaje de las aventuras de José G. Cruz: Santo, el Enmascarado de Plata, quien más tarde sería encarnado por Rodolfo Guzmán Huerta, el Santo de verdad, para echar a andar una de las máximas leyendas del cine nacional.
Hoy día la herencia historietística legada por Cruz,
Trinidad Romero, Horacio Robles (otro importante foto montajista del título) y,
por supuesto, Santo, se encuentra dispersa en el olvido y entre algunos
coleccionistas
En las fotos podemos ver a Horacio Robles con la verdadera
máscara del Santo usada en las fotonovelas, a la cual se le colocó la S por los
problemas que tenían el Santo y José G. Cruz
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