jueves, 31 de julio de 2014

JOSE G. CRUZ

Dibujante, editor de historietas y fotonovelas de inmenso éxito; además de actor y guionista, nació en Teocaltiche, Jalisco en 1917. José Guadalupe Cruz era llamado el amo del arrabal y esta compenetración se refleja en las películas en las que participó: “Cuando José G. Cruz, personifica al aventurero Manos de Oro, acompañado por Roberto Romaña en plan de Carta Brava, se traslada del Kasbah tepiteño al fastuoso Waikiki, donde María Antonieta Pons en el papel de Sandra la rumbera trata de seducir al impávido Johny Carmenta-Orol, la realidad más improbable y la más gozosa fantasía se entreveran”. (El Mensajero del alma del arrabal. P. 433. Puros Cuentos III. Historia de la Historieta en México 1934-1950. México, Grijalbo / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994)

Monero precoz, debutó a los dieciocho años con la serie Dr. Benton (Paquín, 1934). Se desempeñó como argumentista, escultor, pintor, fotógrafo, y fue autor de más de 20 guiones de cine y de numerosos radioteatros, así como actor radiofónico y cinematográfico. Como actor de cine debutó en Espuelas de oro (Dir. Agustín P. Delgado, 1947). En películas subsecuentes cumplió las funciones de argumentista, guionista y actor; tales fueron los casos de La bandida (1948), Dos almas en el mundo / Tango (1948), Carta brava (1948) y Dancing / Salón de baile (1950), entre otras.


En 1943 empezó a utilizar la técnica del montaje en la serie-historieta Ventarrón y, a mediados de los cincuenta, cuando concluye la época de los pepines, Cruz realizó una gran producción de historietas y fotocomposiciones. Entre ellas destacan: Carta Brava, Percal, Tango, Ventarrón, Tenebral, Adorable Espejismo, Encadenados, Remolino, Dancing, Revancha, Niebla, Duke As, Señora, y Sin Rumbo. También en ese año, Tenebral, que se anunciaba como “la obra que apasionó a México”, se convirtió en una radionovela transmitida a diario por la XEOY. Stella Inda y el propio Cruz se encargaron de los papeles protagónicos.


Aurrecoechea y Bartra, estudiosos de las historietas en México, señalan algunos rasgos claves de la técnica de Cruz: “En su perpetua urgencia de argumentos, Cruz no se detiene ante el saqueo. Adapta toda clase de cuentos, novelas y leyendas, y traslada a las viñetas varias películas de éxito (…) La utilización de fotogramas de los filmes en las versiones moneras hace pensar que él o su editor, tenían convenios con las distribuidoras cinematográficas, y sugiere que el cine y la historieta de la época, lejos de competir entre sí, eran cómplices en el asedio de los espectadores”.


En 1948, Carta Brava fue adaptada al cine bajo la dirección de Agustín P. Delgado. En ella Cruz personificó a Héctor, el policía que trata de capturar al antihéroe. El personaje —siempre interpretado por Romaña— sobrevivió a Pepín y, en la década de los cincuenta, resucitó en la historieta Carta Brava contra los Monstruos Luchadores, transformado en una especie de Santo sin máscara.


Después de haber colaborado con los realizadores Agustín P. Delgado y Chano Urueta, Cruz participó como argumentista en Amor salvaje (Dir. Juan Orol, 1949), de la cual fue argumentista. Posteriormente, escribió el guión de la película Cabaret Shanghai (Dir. Juan Orol,1949), en la cual el director interpretaba al hampón Tony Carmenta, acompañado de Roberto Romaña —protagonista de innumerables fotonovelas y amigo de José G. Cruz—, en el papel de Alfredo, y Rosa Carmina, en el papel de la rumbera Mary Ruth. En 1950 se filmó ¡Qué idiotas son los hombres!, estelarizada por Rosa Carmina, y, ese mismo año, Orol llevó a la pantalla la historia de Percal, uno de los más exitosos fotomontajes de Cruz. Para su adaptación cinematográfica, la trama fue dividida en tres episodios: El infierno de los pobres, Perdición de mujeres y Hombres sin alma.


Respecto a su labor como guionista y argumentista el afamado director del cine de gangsters Juan Orol dijo: “José G. Cruz es un profundo conocedor del hampa en México, tiene mucha experiencia de la ‘movida del barrio’, como la llama él y escribía unos argumentos preciosos.”
En lo que se refiere a su trabajo de historietista, José G. Cruz encontró en el collage un estilo creativo y personal que amplió notablemente su capacidad expresiva, además de que le permitió producir a una velocidad pasmosa. Su técnica fue innovadora en el campo de las historietas: “José G. Cruz, Ramón Valdiosera y otros dibujantes mexicanos inventaron la historieta de fotomontaje en 1943, cuatro años antes de que los editores Rizzoli, Mondadori y Del Duca publicaran en Italia los primeros fummetti. Pero además, la fotonovela europea se origina en la traslación de películas al lenguaje del cómic, empleando los fotogramas como viñetas, mientras que Cruz y sus compañeros —que también hacen eso— desarrollan paralelamente una técnica muy creativa, que tiene que ver más con el collage y la fotocomposición […]”.


Hacia finales de 1951, José G. Cruz, ya dueño de su propia editorial, dio vida a un nuevo personaje, Santo, el Enmascarado de Plata: “se iniciaba en octubre de 1951 uno de los ejercicios de historietas más exitosos de los que se tiene memoria en México, impulsor de uno de los grandes mitos de la cultura nacional: Santo ‘El Enmascarado de Plata’, héroe del pancracio, del cine y de una historieta particular, [donde también utiliza la técnica del montaje, el fotomontaje] (...)” (El Santo en las historietas. Por Mauricio Matamoros Durán. Somos Uno. Año 10, No. Especial 2, octubre de 1999. P. 55). Al año siguiente nació la versión fílmica del personaje, más famoso y popular de la lucha libre en México. René Cardona realizó El enmascarado de plata, con guión del costarricense Ramón Obón Arellano, sobre un argumento del propio Cruz.


Esa fue la única participación de José G. Cruz en las versiones fílmicas del Santo. Sin embargo, fue el inicio de una de las sagas más exitosas del cine mexicano. “Por su parte, la mancuerna historietista-luchador se mantuvo vigente hasta la década de los setenta, cuando, por cuestiones monetarias y una serie de demandas legales infructuosas de ambas partes, el Santo dejó de participar en la popular historieta, aunque José G. Cruz, en calidad de creador de la historieta y del mote ‘El Enmascarado de Plata’, continuó con la revista hasta su abrupto fin en 1980” .


Inmediatamente después, cerró la editorial y se autoexilió en Los Ángeles, California, donde murió casi en el olvido a finales de la década de los ochenta.

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