miércoles, 13 de septiembre de 2017

Frankestein y yo









Cuando niño, yo disfrute mucho las películas de Santo, Blue Demon o Viruta y Capulina. En varias de ellas participo un luchador Calvo, bueno no era calva en realidad. Se rapaba para hacer mas duro su personaje. No se si fue buen, regular o mal luchador porque nunca lo vi luchar más que en el cine.

En las cuales por lo general era el villano. También trabajo en las de Huracán Ramírez y otros luchadores. Al igual que Fernando Oses, Eduardo Bonada, Wolff Rubinskis, Lobo Negro, Indio Cacama y más. El cine lo atrapo. Su nombre real fue Emanuel León Moreno. Pero el siempre dijo que se llamaba Nathael. 

Y que solamente el se llamaba así porque su padre se lo inventó como el invento los nombres de sus hijos Norath, Urke y Argel. Para distinguir a sus hijos legítimos de sus hijos bastardos que podrían llamarse Jorge, Juan o Jose. Se sentía orgulloso de su nombre y de hacérselo saber a los demás. Dentro y fuera del ring, para el todo era rudeza. Porque para él, la rudeza era sinceridad.

Juan Pablo cuenta que el tenía 22 años cuando conoció a a Nathael y este ya tenía 72 años. Y que para los aficionados se programaba como Frankestein. Había sufrido una embolia; era diabético y consumía café durante 6 horas continuas. Cada ocasión que se reunía con Pablo era para molestar a la meseras. Gustaba comprar diversas marcas de cigarros que no fumaba, las guardaba en el refrigerador hasta que su mujer las tiraba a la basura.

Padecía insomnio y gustaba de coleccionar gorras de beis bol y encendedores. Caminaba muy despacio y tenía unas manos impresionantes que cerraba dramáticamente al hacer algún coraje. Siempre lo acomplejaron sus piernas porque decía que las tenía muy delgadas y que pasaba 9 horas en el gim para fortalecerlas y no más nada. Hablaba con groserías y se excusa diciendo que era Veracruzano. 

Contaba chistes pelados y se burlaba de cualquiera que compartiera su mesa. Con la lengua dinamitaban cualquier intento de seriedad pero nunca maldecía frente a una mujer. Juan Pablo lo busco para filmar un corto metraje para la escuela de cine. Él personificaría al Dr. Weneger. Líder de una banda de traficantes de órganos. Nunca leyó el guión completo, y todas sus líneas las decía leídas. 

A él solo le importaba salir a la calle hacer cualquier película y hacer amigos. Pidió que le pagara con gorras y que lo llevara a tomar café todos los sábados a la 1:30 p.m. por el resto de sus vidas. Y así fue, al menos por un par de años. La gente que lo reconocía en la calle le pedía el autógrafo. Y era un déspota encantador que decía cualquier cosa con tal de desconcertar. 

Una vez alguien le pregunto que si Juan Pablo era su nieto, y el muy quitado de la pena decía; No. Es mi pareja. Era muy rudo con todos e hizo del rodaje una pesadilla por sus reclamos y regalos hasta que Juan lo enfrento con riesgo a perder su amistad. (Y la cabellera). .. 

Todo le perdono menos que una ocasión lo haya dejado plantado. Puntual y rasurado afuera de su cada lo esperaba cada sábado. -Yo pensaba que ya no ibas a venir hijo de €#& madre. Y la pelea no se acabó en el set. Que dieron como resultado ,2 cortometrajes. Siempre le echaba en cara que no le pagaba, pero una vez alguien le pregunto que si no quería que le hicieran un homenaje y el contestó -El homenaje me lo está haciendo este chamaquito al llevarme en sus películas. Iría con el, así tuviera que ir a rastras.

 A veces iba en silla de ruedas, según su diabetes pero aun así era peligroso con las mujeres porque solía ser muy galante. Si estaba de malas bastaba la presencia de una mujer para dulcificar su carácter, por eso Juan le pedía a su hermana que lo acompañara. No hablaba nada del pasado. Decía que así se la pasaba a toda madre. Apostaba que al terminar el fin terminaría su amistad. 

Más no fue así. A veces le hablaba por teléfono y decía que ya sólo estaba esperando a la muerte. La última vez que Juan lo vio fue en enero para darle su abrazo de fin de año. Y no lo dejo que lo abrazara porque se había cortado al rasurarse. Nunca pensó en que ya era un anciano con manías, para él era la leyenda de la lucha libre que había conocido. 

El archirrival del Santo Demon y Huracán. Y hasta de Viruta y Capulina. En una ocasión subió al gim y toco los aparatos de entrenamiento. A su paso quedaron mudos quienes de inmediato lo reconocieron y empezaron a aplaudirle. que se siente maestro? Le preguntó Juan.

Y el contestó esto es cualquier cosa porque la vida está llena de cosas. Días después Juan recibió con profunda tristeza la lamentable pérdida de este pionero del cine de Luchadores.

Por Pablo Cortes Álvarez para Luna Cornea. Escribe. Juel. 

Cortesía: Jorge Gonzalez


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