Duelos inolvidables, animadversiones
eternas, llaves espectaculares y vuelos imposibles se observan en 64
metros cuadrados llenos de adrenalina y pasión, donde decenas de
luchadores dejaron sus mejores años para consagrar la Lucha libre
profesional en Oaxaca, misma que cumple cinco décadas de máscaras contra
cabelleras.
Los inicios
A
un año de convertirse en octogenario, Saúl Sánchez Heras, el guerrero
que luchó por 20 años con el nombre de “Xicoténcatl” recordó las
peripecias que pasó para conseguir el profesionalismo en el pancracio
oaxaqueño.
“En la capital ya habían
varios jóvenes que practicaban la lucha libre, usaban el nombre de los
deportistas consagrados y le agregaban el mote de “oaxaqueño, pero no
era nada serio” sentenció quien en 1964 instaló de manera oficial la
primer escuela de lucha libre la cual bautizó con el nombre de:
Gladiadores de Oaxaca.
Nacido el 10 de
enero de 1935, el pionero señaló que tras sorprenderse con una pelea que
observó cuando niño, supo que su destino estaría en el cuadrilátero.
Tras emigrar a la capital del país para continuar sus estudios en la
prevocacional del Instituto Politécnico Nacional (IPN) buscó combinar su
afición al basquetbol y la acrobacia en un gimnasio luchístico a cargo
del profesor Sordo Flores.
Después de
forjarse bajo la batuta de profesionales de la talla de Tarzán López y
el “Loco” Hernández, quienes pulieron su técnica en el bando rudo y
técnico, llegó su debut a los 25 años de edad con el nombre de “El chato
Sánchez”, en un enfrentamiento contra un peleador que se hacía llamar
el “hijo del Santo”.
Tras sus primeras
fracturas y con una familia que mantener, regresó a la Verde Antequera,
donde descubrió que tenía que edificar el primer ring si quería que el
deporte renaciera en el Estado.
Al
llamado acudieron 123 jóvenes, quienes en un colchón de 16 metros
cuadrados comenzaron a escribir el génesis del segundo deporte más
popular de la nación en la Casa de los Deportes, bajo la anuencia del
entonces titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en la
entidad Raúl Bolaños Cacho.
Tres generaciones y el retiro
Después
de un mes de formación, Sánchez Heras sólo contaba con 23 pupilos a
quienes dedicó cuerpo y alma para formar la primera generación de
luchadores profesionales avalados por la Federación Mexicana de Lucha
Libre.
Con el mismo ímpetu, por dos
décadas forjó tres generaciones con alrededor de 70 gladiadores, con
quienes alternó en el cuadrilátero, al inicio con el mote del “Indio
Xicoténcatl” nombre rechazado por su familia dejándolo en Xicoténcatl y
el Murciélago del ITO cuando luchaba enmascarado.
Con
un físico envidiable para su edad, al ex atleta aún le brillan sus ojos
cuando habla del amor de su vida, a quién abandonó en la década de los
ochentas por cuestiones de salud, sin embargo las llaves, candados y
topes suicidas aún los conserva en su memoria como un verdadero titán
del cuadrilátero.
Las nuevas escuelas
Con
la evolución del deporte llegó la parafernalia, y con ella nuevos
estilos de combate con la intención de atraer nuevos devotos a las
cuerdas y el ring.
Hace 25 años, los
duelos a ras de lona, el llaveo y la competencia cuerpo a cuerpo
quedaron en el baúl de los recuerdos, la influencia extranjera así como
la búsqueda de mayor rating en las televisoras ocasionó cambios
radicales en los tipos de combate, por ende las variaciones también se
dieron al interior de la república.
Días
después de una pelea que terminó con máscaras rotas, sangre que baño la
lona y las cuerdas, además de lámparas estrelladas en la espalda de los
gladiadores, “El Practicante” eternamente técnico señaló que mientras
continué en el gusto del público seguirá en este tipo de batallas.
“La
triple AAA introdujo las peleas extremas, trajo ideas de otros países
en la década de los noventa y pocos años después comenzamos a
practicarlas a raíz de que la gente lo pide y los ánimos se calientan”
aclaró el hombre de sonrisa peculiar y mirada sencilla.
Mientras
muestra sus tesoros que le han dejado más de 60 batallas y toda una
vida llena de amor por la lucha, el alumno de más de ocho profesores de
la talla de “Rigo Cisneros” y el “Mosco de la Merced” indicó que es
necesario que los peleadores oaxaqueños salgan a foguearse a otros
estados.
“Lamentablemente muchos
luchadores quieren triunfar de la noche a la mañana, pero para que el
nivel incremente es necesario que los peleadores se prueben y aprendan
nuevas técnicas en otras ciudades, principalmente en la capital del país
donde los entrenamientos son de tiempo completo”, subrayó a quien en
1978 lo flechó la lucha tras observar una batalla en el Parque Juárez
“El Llano”.
Con más de 10 máscaras de
diversos colores pero siempre con las serpientes en honor a deidades
prehispánicas, el guerrero que debutó a los 23 años con el mote del
“Último Simio” sabe que a pesar de los sufrimientos y cicatrices que
deja el deporte su linaje continuará por muchos años, bajo la máscara
del “Zurubí” el heredero de los vuelos y el llaveo.
Lucha aérea
Retar
a la gravedad con movimientos que parecieran imposibles se volvió una
constante en la lucha, ahora algunas batallas se libran en el aire
saliendo triunfador el gladiador más ligero y habilidoso.
“Para
realizar estas acrobacias es necesario ser muy veloz, por lo tanto la
practicamos luchadores pequeños y con poca masa muscular”, aclaró
Relámpago Gómez Junior.
A sus 47 años de
edad, quien inició su carrera en el cuadrilátero desde 1982, destacó
que para ser un “volador” se necesita un año y medio de escuela
acrobática a parte de la formación en el ring.
“Los
topes suicidas y vuelos desde la tercera cuerda eran los únicos
movimientos aerodinámicos, sin embargo desde el año 2000 varios
oaxaqueños empezamos a dar este tipo de exhibiciones de manera
constante”
A pesar del peligro que
implica ejecutar cada silueta, “Relámpago” aclaró que por los aplausos
del público vale la pena el riesgo, a pesar de llegar a recibir un
máximo de 300 pesos por cada pelea.
El incómodo de la lucha
Amigo de los rudos, enemigo del público, un show man a parte es el réferi, el hombre más incómodo durante una lucha.
Ataviado
con su inconfundible traje a rayas y overol, Víctor Manuel García mejor
conocido como “El gran Chabelo” señaló que desde hace 5 años cumplió su
ilusión de estar a ras de lona.
“Desde
mi infancia admiraba a históricos del ring como Furia Poblana, Las
Ánimas y El Perro Mastín, pero por diferentes circunstancias no pude
llegar a pelear, sin embargo cuando salió una convocatoria para ser
árbitro no lo dudé ni un minuto y ahora no me pienso mover del
cuadrilátero por muchos años”, sentenció el originario del barrio de
Jalatlaco.
Atrás de cada decisión y
enemistad con “el monstruo de mil cabezas”, está un juez más duro que la
Comisión de Box y Lucha del Estado; su madre quien sin poder hablar y
escuchar por cuestiones de nacimiento, lo motiva cada día a ser una
figura de autoridad y voluntad.
“La
lucha significa todo en mi vida, primero me ayudó a salir adelante junto
con mi madre y ahora al ver a mi hijo de tres años emocionarse al igual
que yo a su edad, me motiva a dar lo mejor de mí” finalizó el juez,
mientras se prepara para renovar su licencia anual como réferi y
continuar su vida… de dos a tres caídas, sin límite de tiempo.
Cortesía: http://www.noticiasnet.mx e IVÁN FLORES NORIEGA/FOTOS CARLOS TORRES/VICTOR ALDERETE
No hay comentarios:
Publicar un comentario