Rodolfo Guzmán Huerta mejor conocido como Santo el enmascarado de plata, nació hace cien años en septiembre de 1917 en Tulancingo, Hidalgo y debutó con su característica máscara plateada en 1942. No obstante, había luchado desde mediados de los años treinta bajo distintos nombres como Constantino, Hombre Rojo o El Murciélago Enmascarado II. Al mismo tiempo, la lucha libre empezaba a popularizarse con la llegada de la televisión a principios de los cincuenta y ello coincidía con el debut del Santo como héroe de papel color sepia en la célebre fotonovela firmada por José G. Cruz de la que se llegaron a vender más de un millón de ejemplares a la semana.
Como se sabe, el mito del Santo no lo inauguró éste, sino El Médico Asesino en El enmascarado de Plata (1952) de René Cardona. El héroe, tuvo que esperar seis años para convertirse en la estrella de dos cintas de bajo presupuesto filmadas en la Cuba pre castrista: Santo contra el cerebro del mal y Santo contra los hombres infernales de Joselito Rodríguez que marcan el inicio del más grande mito del género y la creación de una leyenda afincada en el ring, la historieta y la televisión.
Santo tuvo la suerte de llegar en un momento preciso, cuando el cine nacional se debatía en su peor crisis financiera y temática al término de la llamada “época de oro”. Así, en 1961, el enmascarado de plata realiza Santo contra los zombies de Benito Alazraki enfrentando a muertos vivientes del más allá y enfundados en ridículas mallas que roban la joyería Plateros. Con increíbles vistas nocturnas de un fantasmal Viaducto Miguel Alemán e Insurgentes Sur, Santo se enfrenta al villano Carlos Agosti, quien oculto bajo una capucha revive delincuentes para llevar a cabo sus siniestro planes.
Después, se traslada al universo del western en Santo contra el cerebro diabólico y Santo en el hotel de la muerte. De ahí, al laboratorio de un maniaco científico en Santo contra el rey del crimen; dirigidas todas por Federico Curiel. En ésta última, aparece un relevo generacional: la trama inicia con un niño, quien se entera que le tocará ser El Santo al llegar a la mayoría de edad. Por su parte, en las dos primeras, conviven de manera insólita lo urbano y lo rural y en medio de ellos un héroe incapaz de acceder a los placeres de la carne; una lástima considerando el cuerpazo de la sensual Ana Bertha Lepe. En Santo contra el cerebro diabólico, el enmascarado cabalga a campo traviesa y su capa ondea cuando viaja a bordo de su auto deportivo en plena provincia mexicana y a su vez, consigue detener con la fuerza de su cuerpo una avioneta a punto de despegar.
Santo alternó en los 1970 con Mil Máscaras y Blue Demon en Las momias de Guanajuato donde se enfrenta a un luchador momificado que ha pactado con el Diablo. Para entonces, Santo se había trastocado en una suerte de agente secreto con máscara y rodeado de chicas en bikini, modernos vehículos y laboratorios más sofisticados. De hecho, sus actuaciones son más bien breves en argumentos donde pesa más las extravagancias de sus tramas: vudú, zombies y sacerdotisas en Santo contra la magia negra. Un médico loco que experimenta con cuerpos femeninos en Las bestias del terror donde luce su hermoso cuerpo y rostro Elsa Cárdenas; sin faltar finalmente los relatos de suspenso policiaco como Santo contra la mafia del vicio en la que enfrenta a traficantes de drogas.
Un estrangulador que operaba en el Teatro Variedades, marcianos invasores que llegaban en un plato de cocina al Centro Deportivo de la Magdalena Mixhuca, cazadores de cabeza, jinetes del terror, un Drácula aficionado a los senos descomunales en la versión fílmica de exportación, mujeres vampiro de una sensualidad perturbadora, muertos resucitados, secuestradores y asesinos de otros mundos, la Llorona, e incluso una Tigresa humana se enfrentaron a El Santo, héroe de quince mil combates quien cumple un siglo de existencia en el corazón de sus fanáticos y seguidores.
CORTESÍA: http://frikipunch.com y RAFAEL AVIÑA
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