Como hombre y como profesional hoy inicio una nueva aventura. Hoy confirmo una vez más que la vida está llena de oportunidades y que siempre que algo llega a su fin es porque Dios tiene preparado algo nuevo para nosotros.
Es un verdadero placer darles la más cordial bienvenida y les
agradezco, estimados lectores del periódico El Gráfico, me permitan
compartir con ustedes esta nueva sección de “Hablemos sin Máscaras” que
aparecerá todos los viernes.
Además de ser luchador profesional,
tengo una licenciatura en Ciencias de la Comunicación, pero esto es lo
menos importante, lo que quiero decirles es que escribo siempre desde mi
corazón, con la verdad en la mano y sin máscaras.
Compartiré con
ustedes anécdotas de todo tipo, recuerdos y experiencias vividas con mi
padre, con luchadores de antaño y también con los de hoy. Recuerdos y
experiencias vividas con muchos de mis amigos que son personalidades del
ambiente artístico, político y cultural. Les compartiré historias de
personas anónimas que he conocido a lo largo de mis casi 32 años de
carrera profesional y con quienes he vivido muchas experiencias que me
han dejado huella, cosas que sólo a ustedes les contaré.
Ahora la
tecnología está muy avanzada, me he ido adaptando y, eventualmente,
utilizaré un poco de ella para compartir, a través de código QR, videos
que enriquecerán los temas que les ofreceré cada semana. Muchos de
ustedes cuentan con celular y tienen forma de bajar una sencilla
aplicación que es gratuita y así poder abrir este código.
En esta
nueva aventura están todos invitados, ya que mi mayor deseo es que me
lean y que interactúen conmigo a través de “El Buzón de Plata”:
santo.grafico@elhijodelsanto.com.mx. Ahí ustedes podrán enviarme sus
experiencias o historias que quieran compartir conmigo y los lectores.
Un claro ejemplo de esto es lo que me sucedió hace unas semanas cuando
de pronto... sonó mi teléfono celular y como vi un número desconocido
decidí no contestar; sin embargo, el timbre insistió e insistió, así que
finalmente contesté.
— ¡Sí, bueno!
—¿Hablo con El Hijo del Santo?
—Sí, ¿quién le llama?
—Jesús Francisco Flores, el joven terremoto.
—¿En qué te puedo servir, Jesús?—, le conteste amablemente.
—¡Santo! Usted me ayudó cuando yo tenía 5 años de edad. Fui uno de los
bebés que sobrevivieron al terremoto de la Ciudad de México en 1985,
entonces yo era un recién nacido. En 1990, en la estación de radio XEW,
el señor Nino Canún hizo un programa especial para ayudar a los niños
del terremoto y entonces ahí lo conocí, (yo estaba escuchando muy atento
al teléfono). Ahí subastó una de sus máscaras y gracias a ese dinero
que le dio usted a mi abuela logré iniciar mis estudios en el kínder y
después en la primaria. Hoy soy licenciado y tengo un puesto importante,
sólo quería darle las gracias y pedirle un día platicar con usted.
—¿Tienes familia?—, le pregunté muy intrigado.
—Solamente a mi abuelita, Santo, y vivo con ella. Sólo quiero ponerme a
sus órdenes y en lo que lo pueda servir lo haré con muchísimo gusto. Le
estoy muy agradecido.
Cuando este joven inició su relato lo
escuché con mucha atención y debo confesarles, hablando sin máscaras,
que poco a poco en mi interior percibí una enorme emoción. Mi corazón
sintió una enorme gratitud hacia Dios y hacia la vida por el hecho de
haber recordado este bello momento que quizás yo ya había olvidado, y no
porque careciera de importancia, no, sino porque cuando he ayudado a
las personas no esperando nada a cambio, sólo queda en mí la enorme
satisfacción de haber hecho algo bueno por alguien más. ¿Ustedes se
pueden imaginar lo que yo sentí cuando este joven, que hoy tiene 27 años
de edad, me compartió esta historia? Sencillamente se me hizo un nudo
en la garganta y no pude contener el llanto.
No es la primera vez
que esto me sucede, ya les iré platicando historias todos los viernes.
Así que los invito a que me escriban a mi correo y de todos sus mensajes
elegiré alguno para cada semana darles una breve respuesta.
No
quiero dejar de agradecer a Dios por abrirme siempre el camino; a mi
bella productora, Gabriela Obregón, por el incondicional y total apoyo
que con tanto amor me ha brindado siempre, y quien tiene mucho que ver
en este nuevo proyecto. Agradezco al periódico El Gráfico y a su
directora María Félix, mujer incansable, aguerrida y trabajadora, por
brindarme este espacio para estar en contacto con ustedes y por
permitirme ser parte de su valioso equipo, pero sobre todo, agradezco de
corazón a ustedes por acercarse a mí para saludarme, pedirme un
autógrafo o tomarse una fotografía, como sucedió el pasado jueves cuando
salí de las instalaciones de los periódicos EL UNIVERSAL y El Gráfico y
caminar por las calles de Paseo de la Reforma y Av. Hidalgo.
Nos leemos la próxima semana para que hablemos sin máscaras.
Por: El Hijo del Santo
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